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Lunes, 3 de febrero de 2014

FúTBOL › OPINIóN

Un balance de fin de temporada

 Por Juan José Panno

El balance de los 270 minutos del partido largo que River y Boca jugaron en Mar del Plata, Córdoba y Mendoza deja estos datos, algunos obvios, otros previsibles y, los menos, sorprendentes.

- River ganó en el global 2 1/2 a 1/2, con 5 goles a favor y 2 en contra, y nadie puede poner en duda sus merecimientos.

- Los cinco goles de River se produjeron muy cerca de los tres palos, casi debajo del arco, tres de ellos como un pase a la red, alimentando la ilusión de que se logró algo de la eficacia que tanto se añoraba en el último campeonato.

- Para River convirtieron dos delanteros (Menseguez y Teo Gutiérrez), un volante (Lanzini) y dos defensores (Maidana y Mercado).

- Las victorias minimizan los errores, pero quedó claro que River tampoco dio gran seguridad defensiva. Alvarez Balanta, que no había jugado el primer partido, anduvo bien en el segundo, pero muy flojo en el tercero, pegó mucho y salió a destiempo. En el medio, Vangioni rindió parejito, pero a Carbonero se lo vio perdido muchas veces y Ponzio alternó aciertos y errores. Lanzini, por su parte, parece más jugador, menos individualista.

- Los delanteros de Boca no metieron ningún gol. Uno de sus goles lo hizo Sánchez Miño, de tiro libre, y el otro Daniel Díaz, de media distancia con y la complicidad de Barovero. Casi como que habría que contar que Boca hizo un solo gol.

- El esquema 4-2-3-1 que intentó Carlos Bianchi no parece ser muy efectivo. En los dos últimos partidos especialmente, Gigliotti quedó muy aislado. De todos modos está claro que las variaciones numéricas no hacen al fondo de la cuestión, cuando se les pasa la pelota a los contrarios y los volantes no llegan a posiciones de gol...

- River se las arregló bastante bien con el esquema de tres en el fondo, aunque ese tipo de táctica siempre se relativiza con el descenso de los volantes que juegan por los laterales. Muchas veces tres y cinco vienen a ser casi lo mismo.

- Nahuel Zárate fue el punto más flojo de la defensa de Boca. Por su lado vinieron los dos de River en Córdoba y el segundo en Mendoza. ¿Alcanza el descargo de que en el gol de Lanzini hubo una avivada de River, permitida por el línea, de sacar un lateral con dos pelotas distintas desde distintas posiciones? No. Un lateral no se pude permitir esas distracciones. En el gol de Teo Gutiérrez, todo Boca reclamó una falta de Carbonero, pero la verdad es que Zárate se dejó cuerpear por el colombiano. ¿Insistirá Bianchi con Zárate o recurrirá a Insúa? Y, por otro lado, ¿seguirá insistiendo con Ledesma o aprovechará que Erbes finalmente se quedó en el plantel y puede brindar más llegada y más equilibrio?

- Los demás defensores de Boca anduvieron en un nivel parecido a Zárate. Grana se manejó bien con la pelota en los pies, pero dio ventajas en la marca; el pibe Joel está verde; el Cata Díaz alternó buenas y malas; y Forlín no pudo corregir los errores de sus compañeros.

- A todos los problemas defensivos que tiene Boca sumó, en Mendoza, la deficiente actuación de Orion, que regaló el primer gol y salió en falso una vez más en otra jugada que pudo terminar en gol de River. Es lo único que le faltaba para aumentar la sensación de inseguridad.

- Y en este sentido Barovero no se quedó atrás: en Mendoza regaló el gol de Daniel Díaz por no poner bien el cuerpo y salió como un principiante en otra jugada que casi termina en gol en contra de Alvarez Balanta.

- La presencia de Cavenaghi, en el primer y el último partido, es otro elemento para el optimismo de Ramón Díaz. Con Cavenaghi como referente de área, Teófilo Gutiérrez parece más aliviado en la responsabilidad de tener que convertir. No hizo goles, pero metió un tiro en el travesaño e inquietó siempre.

- El entusiasmo que despertó la aparición del juvenil Luciano Acosta en el partido de Mar del Plata se fue diluyendo de a poco en los otros dos. El pibe es hábil, se anima a patear de media distancia y es capaz de meter buenas pelotas de gol, pero le tomaron el tiempo. No se le puede pedir que se haga cargo de un equipo desorientado.

- Un recorte de los mejores momentos de Boca (muchos de ellos coincidentes con la levantada del Burrito Martínez) no debe pasar de media hora sumada entre los tres partidos.

- Un recorte de los mejores momentos de River supera ampliamente esa media hora y hasta se lo puede encuadrar con destellos de lujoso toque, haciendo circular la pelota a ras del piso.

En el balance general se jugó mal, con mucho fervor, poca pausa, pocas ideas y mucha pierna fuerte. Casi un anticipo de lo que será el campeonato que empieza la semana que viene.

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