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Lunes, 23 de junio de 2014

FúTBOL › QUé NECESITA LA SELECCIóN PARA EL PARTIDO DEL MIéRCOLES

Equilibrio y basta de patinar

Tal vez el equilibrio no pase por sumar un defensor más para exponer la cara cautelosa, o un delantero para tener una mayor presencia ofensiva. La solución acaso sea sacrificar un delantero y sumar un volante por la derecha.

 Por Facundo Martínez

Opinión

Desde Belo Horizonte

Una cosa es lo que admiten u opinan el entrenador de la Selección, Alejandro Sabella, y los futbolistas cuando enfrentan a la prensa en las conferencias; y otra muy diferente es lo que tanto uno como otros hablan entre sí a la hora de analizar los partidos, de marcar los errores y pensar las variantes para intentar corregirlos. Sabella insiste con que “el grupo está bien, unido”, como para sepultar las dudas en torno de la convivencia aquí en Cidade do Galo, y admite que, “más allá del resultado, lo que importa es el rendimiento”. En este punto, tanto el día después del partido frente a Bosnia como el sábado, tras la agónica victoria ante Irán, el entrenador señaló la necesidad que el equipo tiene de “mejorar” su juego. De lo que se habla poco y nada es de cómo conseguirá ese mejoramiento, de cuál será el camino para esa remontada que los hinchas de la Selección están pidiendo a gritos.

A pesar de la victoria frente a Irán, Sabella tiene un gran problema por delante. Cualquier otro equipo, bueno o malo, de mayor o menor jerarquía, que lo quiera complicar, puede tomar apuntes de lo hecho por los rivales de la Selección en estas dos primeras fechas del Grupo F de la Copa FIFA 2014. Con un sistema táctico conservador, como el que la Selección presentó frente a Bosnia, o con un planteo táctico súper ofensivo, como el que jugó el sábado en el Mineirao, la Selección no logró engranar como para cimentar las expectativas depositadas por todos en este equipo que cuenta en sus filas con Lionel Messi, el mejor del mundo. El problema de Sabella es encontrar el famoso equilibro entre sus propias ideas conservadoras y la visión vanguardista que se desprende de las declaraciones del propio Messi. Pero ese dilema cada día que pasa tiene menos tiempo de maceración. Y eso en un Mundial puede ser fatal.

Por lo visto frente a Irán, ni con una idea ni con la otra, que conforta más a los futbolistas, la Selección parece estar pegándole a la tecla justa.

El tan mentado potencial del equipo argentino, integrado por futbolistas de primer nivel que son estrellas de los principales clubes europeos, todavía no ha asomado aquí en Brasil y eso, más allá de las dos victorias y de la clasificación anticipada a octavos de final, no es bueno, de ninguna manera. Incluso para quienes anhelan que la Argentina alcance la final de la Copa del Mundo, nada de lo entregado hasta ahora puede estar más lejos de ese sueño.

Quizá la solución a este problema de la Argentina no esté en ninguno de los extremos que se han expuestos en estas dos primeras presentaciones. Tal vez el equilibrio no pase por sumar un defensor más para exponer la cara cautelosa, o un delantero para tener una mayor presencia ofensiva. La solución, y eso es en lo que seguramente deberá trabajar Sabella para el partido frente a Nigeria y el de octavos de final, sea sacrificar un delantero y sumar un volante por la derecha que le permita al equipo argentino tener la pelota y moverla por todo el frente de ataque hasta encontrar el espacio por donde penetrar en las defensas rivales.

En este sentido, el ingreso de Lucas Biglia como doble cinco podría ser útil, ya que eso le permitiría jugar un poco más suelto a Fernando Gago; otra alternativa sería jugar con Maxi Rodríguez en esa posición. En cualquiera de estos casos, Sabella debería sacrificar a un delantero y elegir quién se queda afuera entre Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín. Ninguno de los dos ha podido demostrar en estos primeros dos partidos por qué merecerían quedarse entre los titulares.

De los cuatro fantásticos de la ofensiva argentina, el de mejor rendimiento fue Angel Di María, quien pese a que alternó buenos y malos momentos, ha sido el más regular de todos a lo largo de los 180 minutos que se han visto tanto en el Maracaná como en el Mineirao. Messi, está claro, es intocable por muchísimas razones, pero sobre todo porque, a pesar de lo mal que viene jugando la Selección, es el único capaz de iluminarse y cambiar el resultado de un partido en cuestión de segundos, con una genialidad como el agónico gol que les marcó a los iraníes, o como el que anotó frente a los bosnios, que le sirvió a la Argentina para extender su ventaja en un partido en el que no la estaba pasando para nada bien.

La Selección no ha logrado engranar –por ahora– como para avanzar mucho más lejos. Todavía falta mucho y todo puede ocurrir, pero antes Sabella debe encontrar ese mejor funcionamiento para el equipo del que tanto se habla. Sólo así dejará de patinar en la Copa y logrará la tracción necesaria que le permita subir hasta la posición más alta de la Copa.

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La práctica liviana de la Selección, ayer en Cidade do Galo.
Imagen: DyN
 
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