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Lunes, 20 de abril de 2015

FúTBOL › OPINIóN

El decide su futuro

 Por Daniel Guiñazú

A seis rounds casi intachables, en los que todo lo que tenía que hacerse se hizo bien y, mejor aún, sobrevinieron otros seis rounds brumosos en los que la certeza de la gran victoria se transformó en una sensación de inminente derrota que, al final, no se dio. Con lo justo (dos tarjetas lo dieron ganador por dos puntos, la otra señaló empate en 114 al igual que Líbero), Lucas Matthysse derrotó por puntos en la madrugada de ayer al indestructible ruso Ruslan Provodnikov en una intensísima pelea llevada a cabo en un casino de Verona, Nueva York. Pero decantada la excitación de un combate que no les dio respiro ni a quienes lo protagonizaron ni a quienes lo observaron, es posible sacar conclusiones para lo que pueda venirse de aquí en más.

El manager de Matthysse, el gran Oscar de la Hoya, sueña sin límites. Y tras la batalla, ratificó lo que ya había anticipado hace dos semanas en Buenos Aires: Lucas irá por el ganador de la megapelea del 2 de mayo en Las Vegas entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. Pero para que ello finalmente suceda, Matthysse deberá tomar dos decisiones: subir de categoría pasando de welter junior a welter, y profesionalizar su preparación y el trabajo del rincón que hoy lideran Luis “Cuty” Barrera y Juan Martín Coggi.

La primera decisión no parece complicada más allá de que con tres kilos más es posible que pierda pegada y velocidad. La segunda es clave para su futuro: dio la impresión de que Matthysse se quedó sin resto físico en la segunda mitad del combate. Más allá del lógico cansancio que le provocaron seis asaltos tan intensos (y tan bien concretados), en ese tramo final se vio a un boxeador prematuramente falto de energías. Con las piernas flojas, los pulmones exhaustos y la mirada extraviada. Sin ese segundo aire que suele sobrevenir después de superar el pico más alto del agotamiento.

Con metas tan ambiciosas como las que traza De la Hoya para su futuro, acaso haya llegado el momento de que Matthysse abandone la placidez de su preparación en el gimnasio que su manager, Mario Arano, tiene en Junín y, como hizo Marcos Maidana, se decida a trabajar en los EE.UU. rodeado de un equipo más exigente y de mayor nivel profesional que el que lo entrena en la actualidad. Nadie objeta la voluntad y la dedicación de Barrera y de Coggi. Pero sus conocimientos parecen resultar insuficientes para la actualidad de Matthysse. Es necesario que reciba algo más en el gimnasio y en la esquina durante la pelea. Más a esta altura de su carrera, cuando el futuro y los grandes desafíos le están golpeando la puerta.

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