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Lunes, 15 de mayo de 2006

CONTRATAPA › OPINION

Gurúes de lo que nunca fue

 Por Diego Bonadeo

Desde tiempos inmemoriales, gurúes de toda laya han presagiado acontecimientos diversos. En general, trágicos: guerras, inundaciones, terremotos, fines del mundo, mutaciones de toda índole, noviazgos, casamientos, divorcios y hasta resultados de partidos de fútbol.

Sin ir más lejos, algún merodeador vernáculo de vestuarios, entrenamientos, redacciones y hasta despachos del poder del que enfatiza renegar, pronosticó que, para la final de la Copa del Mundo de Estados Unidos, en 1994, el partido entre Brasil e Italia terminaría 1-0, con gol de uno no recuerda quién, a los no sé cuántos minutos, de acuerdo con las conclusiones de alguna videocasetera Betamax o similar de la época.

Cuatro años después, para el Campeonato Mundial de Francia 1998, supuestos cientistas europeos fueron más lejos, anunciando no solamente resultados de partidos y goleadores, sino también cantidad de amonestados y expulsados de cada equipo en cada partido.

Desde Nostradamus hasta Horangel, de Adam Smith a Miguel Angel Broda, desde Carlos Bilardo hasta Adrián Paenza, se trazaron horóscopos que no fueron, se pronosticaron dólares que ni en pedo llegaron a valer veinte pesos, se predijeron partidos de fútbol que jamás se asemejaron a lo que se imaginó. Llegó un momento en que hasta se trató de determinar qué porcentaje tiene un seleccionado de ser campeón del mundo de fútbol.

Ahora que se viene la Copa del Mundo de Alemania, ahora que se amplían hasta la exasperación las horas de transmisión, las jornadas de satélite abierto, las páginas a publicar y los suplementos a imprimir, seguramente proliferarán algunos de estos últimos hallazgos que, si de fútbol se trata, parecen ser galimatías para onanistas, propio del personaje que Dustin Hoffman encarnó en Rain Man, aquel capaz de resolver el más irresoluble problema matemático, pero incapaz de solucionar ninguno que tenga que ver con el común de la gente o con la vida.

Serán, sin duda, un eufórico delirio de adherentes a la supuesta belleza de las matemáticas.

Pero también el socarrón hazmerreír de la sociedad futbolera.

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