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Lunes, 28 de enero de 2008

CONTRATAPA

Minicuentos IV

 Por Juan José Panno

Dama y rey

La noche anterior al partido de esta historia había leído en un libro sobre mitología de ajedrez que una dama y un rey pueden optar entre 364 posiciones diferentes para dar jaque mate al rey contrario. El tipo lo recordó justo en el momento en que quedó de frente al arco rival, a unos diez metros, y el arquero a mitad del camino. Calculó que no iba a llegar a 364 variantes, pero se dio cuenta enseguida de que las posibilidades eran muchas. Podía pegarle fuerte abajo contra el palo izquierdo; podía darle fuerte y abajo pero al otro lado; podía picarla por sobre la cabeza del arquero; podía meterla, si apuntaba bien, entre las piernas del arquero; podía intentar la gambeta corta y pegarle abajo, a la salida de la gambeta; podía darle seco, de chanfle, con tres dedos; podía tocarla a un costado para que el gol lo hiciera el wing derecho que venía acompañando o podía pasársela al volante que venía por la izquierda tocando pito; no eran 364 posibilidades diferentes, pero a treinta podía haber llegado si no hubiera sido que entre tantas cavilaciones, el tres de Abogacía se le tiró a los pies desde atrás, le sacó la pelota limpita y los de Filosofía no tuvieron, después de ésa, ninguna otra posibilidad de marcar el gol del honor aquel día del ocho a cero.

Escribano

El bisabuelo era escribano, el abuelo era escribano, el padre era escribano, los tres hermanos mayores eran escribanos y él dijo que escribano no, que cualquier cosa menos escribano y se dedicó de lleno al fútbol. Fue jugador. Goleador. Con una particularidad: nunca hizo el primer gol de su equipo; siempre el segundo o el tercero, en partidos que se iban ganando. Cuando estampaba la firma de sus goles era para certificar la victoria de su equipo, para ponerles el sello a los partidos. Por eso un periodista deportivo lo había bautizado “el escribano”.

Partido internacional

Mueve Moby Dick, toca Toquino, pisa Pizarro, pasa Passolini, mata Mata Hari, mete Metello, pica Picasso, marca Marconi, avanza Vanzetti, saca Sacco, corre Courreges, la tiene Tenorio, cruza Cruz, se va Vavá, se cae Cain, paga Paganini, gol de Goliath, pita Pitágoras. Final.

Partido internacional jugado en la Feria del Libro

Mueve Maupassant, pisa Pizarnik, amaga Saramago, amasa Dal Masetto, saca Saccomanno, pone Poniatowska, se viene Benedetti, amasa Macedonio, embala Valadés, saca Saki, corta Cortázar, baja Bajarlía, escapa Caparrós, emboca Bocaccio, sale Salinger, esquiva Esquivel, marca Márquez, pita P.I.T. Final.

Arreola F.C.

El arquero era un gato; el 3 tenía patada de burro; el 2, un león; el 5, una fiera marcando; el 4, un perro de presa: el 6, un oso de dos metros; el 7 era rápido como una liebre; el 9, fuerte como un toro; y el 11 era muy bicho, el más bicho de todos. Aquel equipo de los alumnos de Veterinaria era un verdadero bestiario.

Dos berretines

Tenía dos berretines: la mitología griega y el periodismo deportivo. El joven decía que podían complementarse y de hecho lo hizo en la tarde del debut en una FM barrial cuando le tocó leer el resultado de un partido por la Copa UEFA que habían jugado el Atalanta de Bérgamo y el Hércules de Alicante. Dijo:

Atalanta (que así se llama por la hija de Jasos y Climene, bella, ágil y veloz tanto que había vencido a los Centauros, no se especifica si en carácter de local o de visitante; que fue la primera que con sus ataques en profundidad hirió al Jabalí de Calidonia y que era capaz de transformarse en leona si las circunstancias de un enfrentamiento lo ameritaban) uno.

Hércules (entre cuyos antecedentes debemos citar que superó entre otros rivales de fuste a las Serpientes de Hera, a la Hidra de Lema, a las Amazonas y también liberó a Teseo en una actuación infernal después de eludir a su peligroso cancerbero) uno.

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