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Lunes, 18 de junio de 2012

CONTRATAPA › DAVID NALBANDIAN, DESCALIFICADO EN LA FINAL DE QUEEN’S

Patada descendente

Descargó sin intención su bronca contra la caja de un juez de silla, lo lastimó y lo echaron. El cordobés aceptó el fallo, pero se quejó de la ATP. Así, zafaron de tener que entregarle la copa a un argentino en Londres...

Todo se encaminaba hacia su primer título sobre césped, diez años después de haber sido finalista en Wimbledon. David Nalbandian ganaba 7-6 (7-3), 3-4 ante Marin Cilic, hasta que sucedió lo que nunca en el mundo del tenis: furioso tras un quiebre de servicio por parte del croata, el argentino dio una patada y su pie aterrizó de lleno en la tibia de Andrew McDougall, el juez de línea.

Nalbandian había pateado fuertemente la protección de madera que rodeaba la silla del juez, y como consecuencia de ello una madera impactó en la tibia de McDougall, que, incrédulo, se levantó con su pierna izquierda sangrando. Enseguida, y por unos segundos, quedó tendido sobre el césped debido al intenso dolor.

Atónitos, los espectadores y el propio Cilic observaban sin entender. Nalbandian rápidamente buscó el modo de socorrer y pedirle perdón a McDougall, que no aceptó las disculpas e inclusive le recriminó la brusca actitud. Tom Barnes, supervisor desde 1994 de la ATP, miraba sangrar la herida del asistente y no dudó a la hora de decidir.

Chris Northey, anunciador del torneo a lo largo de 14 años, tomó el micrófono, pero fue interrumpido en tres ocasiones cuando quería anunciar la resolución: Nalbandian ya estaba descalificado del certamen y Cilic era el nuevo campeón en Queen’s.

Enseguida, llamó la atención la reacción generalizada del público con una fuerte silbatina cuando Chris Kermode, director del torneo, intentó hacerse con el micrófono. Los presentes querían continuar con el partido, aunque varios no habían percibido la gravedad de la situación. De hecho, Kermode confesaría luego que se pensó en mostrar por pantalla gigante lo acontecido para que los espectadores observasen la patada de Nalbandian.

Tras la suspensión, un reducido grupo de argentinos mostraba opiniones dispares en las tribunas de la cancha central del Queen’s Club londinense. “Está perfecta la sanción, así no va a volver a repetirlo”, decía uno, mientras a pocos metros su amigo silbaba la decisión y pedía que siguiera jugándose al tenis. “¡Play on!” (¡a jugar!) era el cántico elegido por los espectadores en el estadio. Mientras se preparaba la insólita ceremonia, Nalbandian dialogó a lo largo de diez minutos con Barnes.

“Le pregunté cómo era el criterio. Porque algunas cosas lo tienen y otras no. A veces se hace lo que dice el reglamento y punto. Pero hay momentos en que el reglamento dice una cosa y no se cumple. ¡Eso es lo raro!”, dijo Nalbandian.

El abucheo mayor había llegado cuando entraron cinco asistentes con el enorme trofeo para Cilic. Lógicamente, no en detrimento del croata, actor de reparto en la insólita escena. Uno de los colaboradores del torneo portaba una botella de champagne que jamás se destapó.

El número 25 del mundo recibió el premio del modo más inesperado en su carrera. Y para el argentino no hubo distinción alguna. En el rincón de Nalbandian miraban sin entender su hermano Darío (entrenador del argentino Nicolás Pastor, también presente), el preparador físico Claudio Galasso y el ex tenista Lionel Noviski, que por la mañana había hecho entrar en calor al número 39 del ranking. En ese momento, Nalbandian pedía disculpas públicamente, micrófono en mano, y a la vez criticaba a la ATP.

“Está claro que cometí un error, fue un momento de calentura. Es la peor reacción que uno puede tener en la cancha”, remarcó Nalbandian. Luego se enteró de que perdería los puntos obtenidos en el torneo, el dinero en premios y podría sufrir una multa de 10.000 dólares. Al finalista le correspondían 44.100 euros (unos 60.000 dólares).

“David no lo hizo intencionalmente, es muy competitivo y perdió el control por un minuto. Pero por desgracia, un hombre quedó herido”, comentó Barnes. Además, aclaró que tuvo otros “defaults” –tal como se denominó la descalificación de Nalbandian– en su carrera, pero nunca un episodio con sangre.

Lo sucedido no impedirá que Nalbandian dispute la semana siguiente una exhibición en Londres, en Wimbledon y en los Juegos Olímpicos. “Los jugadores pagan por todos los errores que cometen ellos. Cuando la ATP o la organización de los torneos se equivocan, nunca termina pasando nada. Eso me molesta”, continuó el argentino.

Aun reconociendo su error por el acontecimiento con el juez de línea, Nalbandian subrayó sus discrepancias con el ente rector. “Cuando arranca el año firmás que estás de acuerdo en todo lo que ellos dicen o deciden. Y si no firmás eso tenés que jugar sólo los cuatro Grand Slam y la Copa Davis. No estoy de acuerdo con el tema del control antidoping sorpresivo, de los torneos que son obligatorios: el año es durísimo y no se hace nada”, finalizó.

La ATP hizo oficial su palabra mediante su presidente ejecutivo, Brad Drewett: “Es una situación desafortunada para todos los involucrados, los espectadores, el torneo, los patrocinadores, los jugadores y el juez de línea. David, sin dudas, no buscó que esto sucediera. Sin embargo, las reglas son muy claras en una situación como ésta”.

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