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Lunes, 19 de mayo de 2014

CONTRATAPA › OPINIóN

Nunca fue pelea

 Por Daniel Guiñazú

No podía ser pelea y no lo fue. Doce minutos exactos y un gancho zurdo al hígado de precisión suiza le insumió a Omar Narváez (52,100 kg) noquear en la madrugada del domingo al endeble mexicano Antonio García (52,475 kg) y retener por décima vez (la más sencilla de todas) la corona de los supermoscas de la Organización. La victoria del chubutense por fuera de combate sobre el cierre del 4º asalto confirmó las dudas que se tenían sobre la real capacidad del pugilista azteca, quien en verdad nunca dio la talla como para merecer la chance que le llegó apenas a los 20 años de edad.

Todo lo sucedido durante el fin de semana en Villa María (Córdoba) fue un equívoco en continuado. Narváez descuidó su peso, llegó el viernes a la balanza con un excedente de 400 gramos y recién entró en categoría al cabo del segundo intento. García, por su parte, ni siquiera pudo ceñirse dentro de los 52,150 kg límite de la división: después de dos pesajes, desistió de exprimir su físico y se entregó sin luchar, por lo cual ni aun ganándole a Narváez se hubiera consagrado campeón del mundo. Un papelón.

La pelea voló tan bajo como esa previa desafortunada. Y es una pena que Narváez malgaste sus últimos años de carrera ante estos rivales de riesgo nulo. Sigue dando gusto verlo actuar sobre el ring. Y mucho más lo daría si cada tanto (no se pretende que sea siempre) enfrentara desafíos que le exigieran un compromiso mayor.

Ahora sí parece que llegó la hora de volver a las peleas bravas. Porque el próximo adversario del chubutense será el mexicano Felipe Orucuta, quien a punto estuvo de ganarle hace un año en el Luna Park y a quien la OMB le reconoció el derecho a la revancha. Orucuta es la primera opción. Y si otra vez dejara pasar la oportunidad (era el rival elegido para esta defensa y no aceptó la fecha), es posible que Narváez haga las valijas y viaje al Lejano Oriente a buscar alguna unificación ante los campeones de la Asociación (el japonés Kohei Kono) o del Consejo (el tailandés Suriyan Sor Rungvisai). En este nivel debería estar brillando Narváez. Retadores como García son una falta de respeto a sí mismo y a su propia historia.

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