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Lunes, 28 de julio de 2014

CONTRATAPA › VINCENZO NIBALI, VENCEDOR EN EL TOUR DE FRANCE

Tiburón

El italiano del equipo Astana, gran dominador de la carrera más dura del mundo en el ciclismo de ruta, confirmó una victoria ejemplar, por lo deportiva y por lo limpia. El “Tiburón de Messina” ganó el primer Tour para Italia en 16 años.

En el equipo kazajo Astana, el italiano Vincezo Nibali formó una especie de isla con su clan de sicilianos, al cual debe quizá su triunfo en la carrera ciclista más dura y famosa del mundo, el Tour de France. Procedente de una familia humilde de Messina, el italiano entró en la meta final de París con la mayor ventaja (7m37s) en la general desde el alemán Jan Ullrich en 1997 (9m09s).

La última etapa en los Campos Elíseos le abrió las puertas del exclusivo club de los corredores que, aparte del Tour, ganaron la Vuelta a España (en 2010) y el Giro d’Italia (en 2013).

Nibali se aprovechó de los abandonos del británico Chris Froome, ganador del año pasado, y del doble campeón español Alberto Contador. Pero eso no quita mérito a la extraordinaria actuación del italiano de 29 años, que en casi cada etapa –llana o de montaña– impuso siempre su ley.

Sospechas de doping acompañaron los años pasados a todo corredor con el maillot amarillo, pero Nibali tenía ya un problema de imagen antes de la largada. La elección de su patrón hizo fruncir el ceño a muchos. ¿Por qué firmar contrato precisamente con el equipo del tristemente célebre Alexander Vinokurov, cuya carrera se vio marcada por un caso de doping sanguíneo en 2007 y por otras acusaciones de trampa?

Si bien no se puede acusar directamente de nada al “Tiburón de Messina”, el reconocido periodista irlandés David Walsh le aconsejó “cambiar cuanto antes de equipo”.

Nibali se mueve desde hace años en medio de un grupo de su plena confianza. El entrenador de sus tiempos juveniles, Paolo Slongo, está siempre a su lado. La habitación la comparte desde hace ocho años en cualquier equipo con Alessandro Vanotti. El jefe del equipo, por debajo del manager Vinokourov, es Giuseppe Martinelli, que en 1998 llevó ya a Marco Pantani a la victoria, última de un italiano en Francia.

En la tradicional “conferencia de prensa del campeón”, la víspera de la última etapa en los Campos Elíseos, al ganador del Tour le desagradaron algunas preguntas. Las respuestas fueron escuetas.

“El pasaporte biológico y los controles tan estrictos han provocado que ahora esté aquí. Hemos conseguido muchos progresos, y yo he obtenido buenos resultados”, dijo el corredor, que no tiene inconveniente en que se analicen posteriormente sus pruebas de orina congeladas.

En su debut en el Tour, en 2008, Nibali no pudo seguir a su compatriota Riccardo Ricco, que luego dio positivo y más tarde fue suspendido de por vida. A la pregunta de si podría mirar a todos a los ojos y decir “estoy limpio”, Nibali respondió el sábado en Perigueux con una contrapregunta: “¿Debo hablar ahora de los largos años de sacrificios a los que me sometí para llegar tan lejos?”.

Pese a su claro dominio hay también indicios de que todo discurrió de modo limpio. En su triunfo en la última etapa de los Pirineos, Nibali fue en Hautacam 2m49s más lento que el danés Bjarne Riis, cuando hace 18 años ganó el Tour en el que, según él mismo confesó, se dopó con EPO.

Nibali logró ayer al pie del Arco de Triunfo el primer Tour de France para Italia desde la victoria de Marco Pantani en 1998. La victoria parcial en la prestigiosa última etapa en la capital francesa fue para el alemán Marcel Kittel, que subrayó su estatus de mejor sprinter del momento.

Cuando Kittel derrotó en la recta final al noruego Alexander Kristoff y al lituano Ramunas Navardauskas tras 137,5 kilómetros de etapa, hacía tiempo que Nibali había celebrado ya sobre la bicicleta su primera fiesta por el título.

Con una ventaja de 7m37s sobre el francés Jean-Christophe Peraud y de 8m15s sobre el también local Thibaut Pinot, el italiano logró la diferencia más grande en la clasificación general de los últimos 17 años. Camino de París, el ganador tomó la tradicional copa de champagne mientras pedaleaba. Ya sobre el podio, tuvo que tragar saliva y luchar para no dejar escapar sus emociones. “Nunca había vivido algo parecido. Nunca habría podido imaginarme estar aquí”, dijo Nibali, quien tras 3660,5 kilómetros y 21 etapas de esfuerzo se convirtió en el séptimo italiano en ganar el Tour.

El italiano se impuso además de una forma en la que pocos lo hicieron en el pasado reciente. El ciclista de 29 años dominó en todos los terrenos y fue el gran patrón del pelotón. Le puso su sello al Tour, pero el país anfitrión también disfrutó con sus ciclistas al ver a dos de los suyos en el podio por primera vez desde hacía 30 años.

Pinot se llevó también con su tercera plaza el maillot blanco al mejor joven de la carrera. El jersey al mejor escalador fue para otro hombre destacado de la nueva generación, el polaco Rafal Majka, que en un principio debía ser únicamente el “aguador” de Contador.

El ciclista más regular fue el eslovaco Peter Sagan, que pese a que no logró ninguna victoria de etapa se vistió de verde en el podio de París gracias a las once veces que llegó entre los diez primeros.

El protagonismo sobre el asfalto en París fue, como es tradicional, para los sprinters. “Estoy súper orgulloso. Todo fue perfecto”, dijo Kittel. “Ahora sé que mereció la pena sufrir en las montañas.”

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