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Lunes, 2 de febrero de 2015

CONTRATAPA › LAS ESTRELLAS QUE DEJAN BRASIL SEDUCIDAS POR LOS DóLARES CHINOS

Nuevo mercado de exportación

La explosión económica de China empezó a trasladarse a los equipos locales, que cada vez contratan más jugadores brasileños. Darío Conca, ídolo de Fluminense, es una de las tantas figuras del Brasileirao que emigraron al gigante asiático.

 Por Eric Nepomuceno

En 2014, Brasil exportó a China casi 41 mil millones de dólares. Es el país que produce el mayor saldo comercial brasileño. Minerales, soja, calzados, se les vende cualquier cosa a los chinos. Carne, por ejemplo. Y ahora, carne humana, o más específicamente, jugadores de fútbol.

Un mercado desconocido, en un país que abriga a 1500 millones de habitantes, despierta. Y los jugadores brasileños no pierden tiempo. Contratos estratosféricos son firmados, y poco a poco, ídolos de equipos de Brasil preparan sus valijas para cruzar el mundo y ganar cantidades absurdas de dinero.

Hace poquito, y por unos 18 millones de dólares, el Guangzhou Evergrande, de nombre tan impronunciable como desconocido, se hizo dueño de Ricardo Goulart, un jugador de gran habilidad pero casi desconocido por los brasileños. Son condiciones alucinantes. El delantero Diego Tardelli, del Atlético de Minas Gerais, fue vendido en unos ocho millones de dólares. Contratado por el Shandong Luneng por 380 mil dólares mensuales, en dos años, si aguanta vivir tanto tiempo en China, ganará más de lo que costó. El Evergrande paga aún más –alrededor de un millón de dólares al mes– a su entrenador, el italiano Marcello Lippi. Y el técnico campeón del mundo en 2006 dejó clara su preferencia por los brasileños. Así que hay gran expectativa entre los brasileños, ya que una oferta china suele ser mucho más consistente que un cuento chino.

La lista sigue y engorda. El argentino Darío Conca (foto), que, al lado de Fred, es el gran ídolo del Fluminense, equipo de Río, cierra sus valijas. Va para otro equipo chino, el Shanghai Dongya, a cobrar nada menos que 800 mil dólares por mes. Conca, uno de los jugadores mejor pagos de Brasil, cobraba unos 200 mil mensuales en el Fluminense. No hay como no comprender su inmenso amor por el fútbol chino, por la hinchada china, en fin, por China.

La verdad es que, para los chinos, el fútbol es, más que un deporte que arrastra multitudes, un gran negocio. El Wanda Group, un inmenso conglomerado que abarca negocios que van de inmuebles a hoteles y centros de entretenimiento, compró 20 por ciento del Atlético de Madrid, en España. O sea, los chinos no compran solamente jugadores: compran equipo o participaciones significativas en equipos.

La liga nacional china –la Chinese Super League, que organiza y controla el campeonato nacional del país– ya aparece como la que más dinero paga a las estrellas en todo el mundo. Y está entre las diez ligas que más gastan en contrataciones. No suena absurdo pensar que si Neymar y Messi siguen en el Barcelona, si Cristiano Ronaldo sigue en el Real Madrid, es porque los chinos, vaya a saber por cuál razón, no se interesaron (por ahora) en comprarlos.

No es difícil descubrir de dónde viene tanto dinero. La mayoría de los clubes chinos de fútbol están vinculados a empresas estatales o tienen al Estado como socio mayoritario, y van de electricidad a construcción. Más que expansión, lo que vive el mercado inmobiliario de China es una ola de explosión. No se construyen edificios: se construyen ciudades enteras, para abrigar a multitudes. Y esa expansión financiera, que también significa expansión de consumo, se refleja en el fútbol.

Por ejemplo: el Shandong Luneng, que tiene entre otros jugadores al brasileño Vagner Love, y viene de contratar a Diego Tardelli, pertenece a la mayor empresa de electricidad del mundo, que tiene el Estado chino como dueño del 51 por ciento de sus acciones. Así las cosas.

En el escenario global, cada vez más los clubes de fútbol se transforman en empresas que, bien administradas, se revelan como un buen negocio. China empezó a actuar a lo chino: invirtiendo millones para armar equipos capaces de seducir a miles de millones de aficionados a un deporte que hasta hace una década o poco más era totalmente desconocido para ellos.

En Brasil, al contrario, los clubes cada vez más se transforman en un modelo de negocio irremediablemente condenado al desastre. Los equívocos y las desviaciones de dinero saltan por donde se mire. Los clubes tienen deudas estratosféricas con el fisco, les deben dinero a los jugadores, en fin, son un desastre sideral.

Por ahora, el mineral de hierro y la soja siguen encabezando la pauta de productos brasileños exportados a China. Pero por lo visto, jugadores de fútbol pronto ayudarán a engordar el superávit de la balanza comercial. Al fin y al cabo, no se vislumbra en el horizonte ninguna chance de importar jugadores chinos para el flojo fútbol brasileño.

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