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Lunes, 23 de febrero de 2015

CONTRATAPA › CóMO LLEGA EL ESPAñOL NADAL AL ATP 250 DE BUENOS AIRES

Que diez años no es nada...

El ahora número tres del mundo, que viene de perder en Río en semifinales, se presentará desde mañana –en dobles junto a Juan Mónaco– en el Argentina Open, donde volverá a jugar el miércoles por el cuadro principal. Hoy dará una conferencia de prensa.

 Por Sebastián Fest

La coincidencia es asombrosa: si el Rafael Nadal que jugó diez años atrás el Abierto de Argentina no era aún el Nadal que cambió la historia del tenis, tampoco lo es el que regresa a Buenos Aires exactamente una década después. Aquella derrota ante Gastón Gaudio en los cuartos de final, en febrero de 2005, fue la última imagen del Nadal previo a la explosión de tenis que dio forma a una carrera maravillosa.

Tras Buenos Aires Nadal, fue el gran Nadal. Invencible en la gira latinoamericana –ganó Costa de Sauípe, Acapulco– y en todo el mundo en una temporada que lo convirtió en rey del polvo de ladrillo y campeón de 11 torneos, entre ellos su primer Roland Garros. El Nadal que regresa ahora a Buenos Aires suma 14 torneos de Grand Slam y es uno de los tenistas más grandes de todos los tiempos, pero el zurdo español muestra dudas en tres frentes clave: fallan la mente y el físico, y entonces falla también su tenis. Sin mente, sin físico y sin tenis, Nadal no es Nadal. Como en 2005, aunque por razones diferentes. La derrota del español en la noche del sábado ante el italiano Fabio Fognini –que finalmente ayer perdió la final frente al español David Ferrer 6-2 y 6-3– en las semifinales de Río de Janeiro por 6-1, 2-6 y 7-5 llama la atención y ofrece múltiples señales de que ese jugador no es el que mandó en el tenis durante una década.

El altercado que tuvo con el brasileño Carlos Bernardes, el juez de silla, no es significativo en sí mismo: Nadal y Bernardes arrastran un largo historial de discusiones. Como dijo el español: va a pedir que no lo arbitre más. Lo dijo educadamente, eso sí, muy lejos de la ristra de fuertes insultos que el suizo Roger Federer le dedicó al umpire estadounidense Jake Garner en la final del US Open 2009 que perdió con el tandilense Juan Martín del Potro.

Lo inusual fue otra cosa: el hecho de que Nadal sacara 2-5 en el segundo set con la teórica intención de reducir distancias y terminara entregando ese servicio en cero y así el segundo parcial, un set que además abrió en ventaja. La mente nadaliana, que durante una década abrumó a sus rivales, muestra cortocircuitos desconocidos. Que el español, acalambrado, hincara la rodilla en el juego final del partido, simbolizó algo innegable: aunque su carrera incluye prácticamente una lesión importante en cada temporada, hasta hace poco se sobreponía a esos problemas. En los últimos tiempos, en cambio, da la impresión de que el físico no le responde como antes y de que le cuesta más recuperarse.

Situaciones como el bloqueo de espalda ante Stanislas Wawrinka en la final de Australia 2014, la lesión de muñeca entrenando en julio de ese mismo año y el percance físico –negado por él y nunca aclarado– en enero en Australia en la caída ante el checo Tomas Berdych ponen en cuestión una frase reciente de Nadal. “Yo no considero al físico como un rival”, dijo el español en los días previos a su participación en Río. Lo cierto es que el físico lo traicionó ante Wawrinka, ante Berdych y ante Fognini, tres rivales a los que históricamente dominó en forma abrumadora.

A cuatro meses de cumplir 29 años, Nadal tiene clara conciencia de que ya no es un joven –el tema es recurrente en sus ruedas de prensa–, pero sabe también que ya en 2014 llegó a la temporada de polvo de ladrillo europea exhibiendo dudas. Sabe que se puede sufrir, dudar y pese a todo volver a triunfar. Aquel año apenas ganó Madrid antes de conquistar su noveno Roland Garros. Dentro de tres meses buscará el décimo, y todo le será más difícil si vuelve a enhebrar derrotas inesperadas en los torneos previos. Cuanto más juegue, cuanto más continuidad logre en su tenis, más cerca estará Nadal de volver a ser Nadal.

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Rafael Nadal: el ex número uno volverá a jugar en Buenos diez años después.
Imagen: EFE
 
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