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Lunes, 20 de abril de 2015

CONTRATAPA

Rossi es Maradona

 Por Pablo Vignone

Desde Termas de Río Hondo

Como diría el Flaco Menotti: la heladera en la cocina, el inodoro en el baño y los genios en lo más alto del podio. El redivivo Valentino Rossi, protagonista máximo del Gran Premio de la República Argentina de MotoGP, volvió a enamorar a sus fanáticos, como si eso fuera posible, con una de las mejores victorias de su extensa campaña deportiva, y la celebró calándose una camiseta de la Selección Argentina con el número 10 y el apellido Maradona estampado en su espalda. “¿Por qué Maradona y no Messi? Messi es un gran jugador, el número uno de la actualidad, pero Maradona es Maradona...”, con una sonrisa fresca, en la que la alegría mayúscula por la victoria disimulaba el esfuerzo que le había costado. “Cuando yo tenía ocho o nueve años, y Maradona jugaba en el Napoli, yo veía algunos partidos por TV y entendía que él era quien hacía la diferencia. Pensaba, ‘a este 10 lo voy a recordar siempre’.” Como sus hinchas guardarán, de la misma manera, este triunfo en la repisita de los más gratos recuerdos. “Sinceramente, la camiseta argentina ya la había traído el año pasado para subirla al podio, pero terminé cuarto...; este año, antes de salir de viaje, la puse en la valija.”

La victoria fue fantástica por lo inesperada, con el campeón mundial Marc Márquez largando en punta, y por la factura, una persecución implacable que acabó en polémica. El catalán de Honda cometió un error decisivo antes de la partida, como fue calzar una goma trasera dura que se degradó demasiado, mientras Rossi apostó por una goma extradura que resistió mejor. Todo el espectáculo, la remontada de Rossi a la caza de Márquez, se debió a ello. Pero Rossi lo cuenta todavía mejor:

“La clave fue no concentrarse en Márquez, que siempre es muy fuerte aquí, sino en nosotros. La pista favorece a mi Yamaha y elegí hacer la carrera en el menor tiempo posible, para pelear al final, porque sabía que mi moto iba a funcionar mejor en la segunda parte de la carrera”, explica el italiano, que ayer sumó su 110ª victoria en 314 Grands Prix durante casi 20 años de campaña; las últimas tres (Australia 2014, Qatar 2015 y ésta) las logró partiendo desde la octava posición.

“Lo digo honestamente: para mí estaba bien salir segundo..., pero cuando en la vuelta previa vi a Márquez con la goma dura montada atrás, pensé que había una chance de luchar por el triunfo. Así que me concentré en no tener problemas en la largada, me banqué que (Andrea) Iannone me tocara, tenía que cuidar la máquina.”

Rossi pasó de ser octavo en la primera vuelta a segundo en la undécima. Atrás quedaron, sucesivamente, Petrucci, Espargaró, Lorenzo, Iannone, Crutchlow y Dovizioso. Márquez se había alejado 4s363. Allí empezó la mentada, decisiva, segunda parte de la carrera. “Si no le podía ganar, por lo menos quería asustarlo”, confió con algo de complicidad. La diferencia bajó a 3s770 en el giro 14, a 2s317 en el giro 18, a 1s157 en el 21, a apenas 0s134 cuando cumplieron 23 vueltas y quedaban dos para la bandera a cuadros. “¿Saben lo que es ver a Márquez, corriendo en Argentina, así de chiquitito –preguntó mientras acercaba su pulgar y su índice derechos– y después verlo más grande y cada vez más grande”, se entusiasmó. “Iba seis o siete décimas más rápido y me puse a hacer cálculos. A medida que se gastaban las gomas, mi moto se ponía más linda para manejar.” Los dos colosos del momento, uno que es presente y aspira a ser futuro, el otro que se adueñó del pasado y quiere mantenerse vigente, empezaron a correr rueda a rueda, aunque la batalla duró un par de kilómetros apenas. Rossi le tiró encima a Márquez –más que su experiencia– su auténtica dimensión de campeón, la gloria acumulada en tantas carreras concentrada en una sola maniobra de intimidación.

“Cuando lo pasé me imaginé que iba a contraatacar, pero me parece que exageró –repasó luego–. Primero me tiró la moto encima, me golpeó, me dije ‘¡mierda!’, aceleré para salir de allí y al instante volví a sentir otro toque, no supe si a la izquierda, a la derecha o detrás. Se equivocó, me tocó dos veces. No me gustó que se cayera pero él siempre es así, va a todo o nada.”

Fuera de combate, Márquez nunca admitió un error. “En las imágenes de la TV se ve lo que ha pasado. Siempre he dicho que Valentino es mi ídolo y en cada carrera se aprenden cosas de él. Yo lo dejaría en un toque de carrera, pero uno siempre quiere estar adelante. Pensaba jugármela al final. Después de la caída se tiene una rabia interior, pero después que pasó, se entiende. ¿La elección de la cubierta? Sabía que con la extra dura Valentino me ganaba la carrera.”

El resto pasó inadvertido, como limitada claque de los dos monstruos. Dovizioso fue segundo a casi seis segundos, Crutchlow le robó el podio a Iannone sobre la raya, el francés Johann Zarco (Kalex) logró su primera victoria en Moto2 a 166,8 km/h, y el británico Danny Kent (Honda) no tuvo filtros en su camino a la victoria en Moto3, a 157,5 km/h, en la prueba en la que el hispano-argentino Gabri Rodrigo fue 28 y último.

“Esta es una enorme victoria, aunque la de Qatar fue más excitante por la batalla de las últimas dos vueltas contra Andrea (Dovizioso)”, aseguró el italiano, que ganó a 173,3 km/h y que anduvo a 327,4 km/h de máxima en la competencia, en la que la tribuna Valentino Rossi deliró: los organizadores acusaron más de 130 mil personas en todo el fin de semana, aunque se vieron tribunas menos pobladas que en 2014, cuando la cifra oficial fue de 125 mil... Al campeonato le quedan 14 carreras y los fanáticos del italiano sueñan ya con cierto rigor con el décimo título mundial. “Podemos ser muy fuertes en todas las carreras, podemos pelear hasta el final”, asegura el ídolo.

Porque, como Diego, Valentino jamás se rinde.

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Imagen: EFE
 
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