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Lunes, 23 de marzo de 2009

AUTOMOVILISMO Y MOTORES › OMAR MARTíNEZ SE LLEVó LA CARRERA DE TC EN BUENOS AIRES

Fiesta de los fierros en el Autódromo

El piloto entrerriano se anotó su primer triunfo de 2009 ganando casi de punta a punta, ayudado por un increíble error del cordobés José María López, en una carrera en la que los Dodge de Castellano y Fontana aportaron el espectáculo.

El ídolo del Ovalo, uno de los más ganadores

Lo favoreció el error de José María López en la largada. Y la lucha que se produjo a sus espaldas, protagonizada especialmente por los Dodge de Jonatan Castellano y Norberto Fontana, le permitió despegarse y correr a su manera. Omar Martínez venía de dos tropiezos en el primer par de carreras del torneo 2009 del TC y necesitaba un buen resultado, especialmente después de haberse quedado afuera de los play-offs de 2008. Buenos Aires le dio un marco casi adecuado (no sobró el público) para su 25ª victoria en la categoría, lo que lo convierte en el piloto más ganador en actividad junto al quíntuple campeón Guillermo Ortelli, que terminó cuarto y sigue liderando el campeonato. Cuentan que, cuando termina la temporada, el Gurí Martínez se pasa una semana encerrado en su casa, sin hablar con nadie; está deprimido porque por unos meses, hasta que empiece un nuevo año, no podrá hacer lo que más le gusta: manejar autos de carrera. Después se le pasa. Y, más tarde, se desquita con domingos de éxito. “Mientras disfrute de las carreras, voy a seguir corriendo”, dice el entrerriano, de 43 años, ídolo de los hinchas de Ford.


“Con este auto también cometí errores”

“Siempre fui a fondo, había mucha temperatura dentro del auto, hice la diferencia en las primeras vueltas. Creo que eso fue lo más me ayudó.” Así vio Martínez su 25ª victoria en el TC, que lo catapulta a la quinta posición del campeonato. “Traté de hacer todas las vueltas parejitas. Al final los que me seguían venían más rápido, si hubiera entrado el auto de seguridad, no sé qué hubiera pasado”, afirmó el piloto de Ford. “Vivo el momento y estoy muy feliz, pero también sé que pasé muchas carreras sin ganar. Tenía un muy buen auto, el mismo con el que cometí muchos errores en carreras anteriores”, recordó. Para Diego Aventín, el autor de la pole y finalmente quinto en la carrera, “Martínez estaba en otra carrera y menos mal que se quedó (su compañero de equipo Mariano) Werner, porque tenía el mismo andar del Gurí, era terrible como aceleraban”.


Castellano-Fontana, pelea caliente

Fueron la gran atracción de la carrera: Castellano y Fontana (aquí, delante del pelotón) protagonizaron una disputa sin cuartel por el segundo puesto. “Venía deshidratándome, pero para mí salir segundo es como un triunfo –reconoció el piloto de Lobería–. Salieron muy lindas maniobras de sobrepaso con Norberto (Fontana), fue una gran pelea.” “Se salvó el Gurí, porque esta carrera era mía –opinó Fontana–. Pero al final mi auto fallaba mucho, perdí como 15 km/h de velocidad final. Me ilusiona porque así uno puede luchar por cosas en serio.”


Fumando espera la próxima

El pesado calor del mediodía porteño apretó a la mecánica del TC: sólo 25 de los 45 autos que largaron vieron la bandera a cuadros. Algunos, como el Ford de Lionel Ugalde (foto), vieron quebrarse la salud de los fierros. Iban 12 vueltas cuando un pistón del motor comenzó a humear. “No me dio ningún aviso”, dijo con candidez el marplatense, ganador de la primera carrera del año y cuarto en el campeonato.


El increíble error de Pechito López

Primera fila de largada en la final: a la izquierda, el Torino de José María López; a la derecha, el Ford de Omar Martínez. El cordobés había ganado la serie más rápida y picó en punta, pero cometió un error que dejó con la boca abierta a todo el Autódromo: se olvidó de que, en la largada, no se usa la chicana de la Ese del Ciervo... El campeón de TC 2000 se mandó por el tramo de asfalto que no debía y quedó encajado, perdiéndose una magnífica oportunidad de triunfo y dejándoselo prácticamente en bandeja al entrerriano. “No es una excusa, pero la pista no está marcada ni pusieron gomas –se lamentó el cordobés–. Encaré y directamente doblé; cuando me di cuenta, ya estaba en la trayectoria de la chicana. Iba tan rápido que ni siquiera pude frenar.”

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