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Lunes, 22 de octubre de 2007

TENIS › TENIS DAVID NALBANDIAN, PROTAGONISTA DE UNA HAZAÑA HISTORICA

Al 2, al 3 y al 1 también

Después de eliminar a Rafael Nadal en cuartos de final y a Novak Djokovic en la semifinal, ganó el Masters Series de Madrid al vencer a Roger Federer en tres sets, 1-6, 6-3, 6-3. Este fin de semana fue el mejor tenista del mundo.

 Por Sebastian Fest
desde Madrid

En el último instante de la temporada, ante un grande y en un torneo grande, David Nalbandian recuperó ayer la imagen de su hazaña de Shanghai 2005 al derrotar a Roger Federer 1-6, 6-3 y 6-3 y conquistar el Masters de Madrid. “Todavía estoy ahí, no como decían muchos, que me iba a retirar”, dijo el 25º del ranking, que hoy recuperará un lugar entre los 20 mejores del mundo. “Estoy sumamente contento de ganarle al Nº 1, con Roger tenemos un historial muy largo desde juveniles, y eso influye”, agregó el argentino, que ganó el sexto torneo de su carrera y su primer Masters Series.

Nalbandian se convirtió además en el tercer jugador en 13 años que derrota a los tres mejores del mundo en un mismo torneo, sumándose al alemán Boris Becker en Estocolmo 1994 y al serbio Novak Djokovic en Montreal 2007. “Fue un partido sumamente duro, él empezó a jugar muy bien. Pero apreté los dientes y comencé a jugar más fuerte y las cosas salieron bien. Hoy yo jugué increíble, y eso por supuesto que ayuda”, afirmó tras su gran triunfo.

Todo parecía tomar un rumbo muy diferente en el primer set, claramente dominado por Federer y con la derecha de Nalbandian fallando repetidas veces. Surgieron, además, condimentos extratenísticos: en el quinto juego

Nalbandian reclamó el ojo de halcón, que ante el asombro de todos no funcionó. En un game en el que dispuso de dos break points, el argentino no ocultó su enojo, porque estaba convencido de que el ace de Federer no había sido tal. Volvió a pedir el ojo de halcón en el sexto juego tras un servicio suyo, y otra vez la tecnología “dijo no”. Un saque ganador de Federer a 189 km/h le dio al suizo en 30 minutos el 6-1 inicial.

El partido entró en su mejor momento a partir del segundo parcial: el argentino subió su nivel, y los puntos espectaculares se hicieron más frecuentes. Tras un gran juego, Nalbandian quebró para 2-0 gracias a una derecha errada de Federer. Instantes después ganó en cero el tercer juego para situarse 3-0.

“¡Vamos, papá!”, gritó un argentino desde la tribuna del Madrid Arena, justo un momento antes de que se desatara lo insólito: Nalbandian paraba el partido porque un ruido extraño, en una de las esquinas de la cancha, lo perturbaba. Nadie sabía qué era, hasta que una cámara de televisión descubrió el origen del ruido: una manguera de gas abierta. Durante casi diez minutos nadie entendió qué sucedía. Gerard Tsobanian, director general del torneo, intentó arreglar las cosas. Manolo Santana, director del certamen, también. Además aparecieron el supervisor general de la ATP, una periodista de la televisión local y un operario que combatía sin éxito con la rebelde manguera. Federer, cruzado de brazos en el fondo de la cancha, era la estampa viva del enojo. Nalbandian, molesto, se acercó a conversar con el juez de silla. La manguera, finalmente, fue neutralizada.

Pese al incidente, el argentino mantuvo la concentración, defendió con éxito su servicio y se situó 5-2 con espectacularidad al lanzar un drop al que Federer llegó para intentar pasarlo de derecha, pero Nalbandian aguantó su posición y definió con una volea. En el juego siguiente, tras un largo peloteo, el cordobés subió a la red y definió a lo grande, con un sobrepique de revés, al que Federer no pudo llegar.

Nalbandian quebró para 2-1 con un revés largo de Federer y porque el argentino siguió adelante, convencido de que el partido era suyo.

Otro problema técnico –una voz que se colaba por los altavoces del estadio– puso nuevos gestos de enojo en el rostro de Federer y además el ojo de halcón volvió a la vida, pero sólo para demostrarle al suizo que su derecha había sido larga.

Ganó a lo grande, subiendo a la red ante un desarmado Federer para rematar en una hora y 48 minutos con una volea de derecha. Película repetida: dos años atrás, Nalbandian llegaba sin convencer al final de temporada y sorprendía al mundo conquistando el Masters de Shanghai en la final ante Federer.




Sebastian Fest
desde Madrid

“Menos mal que no perdí 6-0... Estas cosas pasan.” Resignado, con sonrisa tan amable como cansada, el suizo Roger Federer le contaba a Fabio Cannavaro sus sensaciones tras estrellarse otra vez ante el jugador que siempre lo golpea cuando menos lo espera. Rodeado de algunas miradas expectantes en la sala de jugadores y de muchos otros pares de ojos clavados en la definición del Mundial de la Fórmula 1, el número uno del mundo se confesaba ante el futbolista italiano, que había presenciado el juego.

Fue el último capítulo de una historia que une a Nalbandian y Federer, quince episodios que dan forma a un balance de enfrentamientos favorable 8-7 al suizo: el argentino ganó entre 2002 y 2003 los cinco partidos que jugó ante Federer, que se vengó en los dos años siguientes con cuatro triunfos al hilo. Y entonces llegó noviembre de 2005, llegó Shanghai, el antes y el después en la carrera de Nalbandian, la medida de todas las cosas desde entonces. El cordobés, que venía cumpliendo una temporada en nivel decreciente, sorprendió al mundo derrotando a Federer en una final extraña: perdió los dos primeros sets en tie break y ganó el último también en desempate. Era el mayor éxito de su carrera, la certificación de que por fin encontraba el destino que todos le adjudicaban: el de luchar por la cima del ranking.

Terminó ese 2005 como el “tercer hombre” tras Federer y el español Rafael Nadal, y dos meses después cayó en un partido clave, desperdiciando una ventaja de dos sets a cero ante el chipriota Marcos Baghdatis en las semifinales del Abierto de Australia.

Federer, que parece tener en su cabeza la computadora central de la ATP, recuerda ese partido cada vez que se le pregunta si Nalbandian podría haber luchado por el número uno. Ayer volvió a hacerlo y fue muy franco al pedírsele una comparación entre el duelo en Madrid y el de Shanghai.

“Honestamente, no quiero quitarle nada de mérito a lo que él hizo en Shanghai, pero yo estaba lesionado en ese partido, no podía correr bien. El me ganó muchos partidos jugando yo al ciento por ciento, y yo otros a él. Hay una rivalidad”, analizó el suizo, que no perdía un partido bajo techo desde aquel ante Nalbandian dos años atrás.

Tras quince meses sin entrenador y malos resultados que lo hicieron descender al puesto 25º del ranking, Nalbandian, comandado por Martín Jaite, volvió a resucitar en el final de una temporada. Y la víctima fue nuevamente Federer. La pregunta al suizo era obligada: ¿cree que Nalbandian podrá luchar el año próximo junto a él, Nadal y Djokovic, o está un escalón por debajo de ese nivel? Federer se puso serio y didáctico. “Es demasiado pronto para decirlo, pero para ser número uno necesitas mucho. Rafa tuvo una increíble temporada y no lo fue. Djokovic tampoco. Es un largo y duro camino.”

El siguiente partido de Nalbandian se juega en 2008; aunque aún pueda dar golpes en Basilea o París, su meta es no defraudar en el inicio de la siguiente temporada. Por eso se toma muy en serio lo que se viene. Sobre el final de su charla se tomó una pequeña revancha y reaccionó cuando le recordaron declaraciones de Federer en marzo, en las que analizaba que “Nalbandian dejó pasar un poco la oportunidad de luchar por el número uno”, y recordó partidos clave que perdió en 2006, sobre todo aquel de Baghdatis, pero también otros ante él. Nalbandian masticó durante siete meses esas palabras, y ayer encontró la respuesta. “Bueno, vamos a preguntarle ahora qué piensa”, dijo. Y sonrió.

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