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Lunes, 18 de noviembre de 2002

TENIS › PLAY THE GAME NO SE OCUPO SOLAMENTE DEL DOPING

Kournikova en la mira

En el cierre de Play the Game, la cumbre del periodismo independiente sobre el deporte en un mundo globalizado, se planteó uno de los debates más atractivos –en todos los sentidos–: el llamado Síndrome Kournikova, definido como “el nuevo
mensaje que establece que la apariencia de los deportistas es más importante que la performance”. Está a la vista.

 Por Pablo Vignone

Uno de los debates más atractivos en el cierre de Play the Game en Copenhague ha sido el Síndrome Kournikova, definido como “el nuevo mensaje que establece que la apariencia de los deportistas es más importante que la performance”. El mayor ejemplo de ello es la tenista rusa Anna Kournikova que, sin haber ganado un solo torneo profesional de la WTA, lleva ganados más de 50 millones de dólares, en su mayoría producto de contratos de marketing.
Para Gertrud Pfister, socióloga alemana de una universidad en Copenhague, el síndrome tiene su origen ya en la tendencia aparecida en los años ‘70 y ‘80 de sexualizar a las atletas, emparentando la alta performance con el atractivo y la imagen, a consecuencia de la masividad de los medios de comunicación. “El juego de Kournikova es secundario”, y se preguntó si la utilización de bikinis en el beach-volley femenino “es liberación del cuerpo o simple sexualización del deporte”.
Alina Bernstein, investigadora en medios de comunicación de la Universidad de Tel Aviv, defendió a la Kournikova, destacando los medianos logros de su campaña, y señaló: “Prefiero un sex-symbol como Kournikova, que parece ser saludable”, vinculando la escasez de títulos profesionales con la abstención de consumo de esteroides, hoy prácticamente imprescindible para lograr resultados, en la necesidad de mantener un cuerpo bello sin musculatura desproporcionada. Pero aceptó que “la sexualización de las deportistas trivializa su práctica deportiva”.
La periodista canadiense Laura Robinson expresó su preocupación por “la tendencia que parece dominar, según la cual las mujeres no pueden ser deportistas sino tienen un cuerpo bonito”.
Pfister sintetizó la mecánica que ha creado el Síndrome: “La competición crece entre los atletas, y la globalización incrementa en nivel de performances –explicó–. Por lo tanto se precisa mayor financiamiento para seguir en carrera, y allí entran en escena los sponsors. Con esa lógica, el deporte de alto nivel se convierte en un negocio de alto nivel, que tiene que ser “vendido” a los consumidores. Los torneos y los atletas se tratan como productos, se sujetan al marketing, y para eso es preciso que los atletas sean modelos potenciales de identificación, objetos de voyeurismo colectivo. Eso es, precisamente, lo que es Anna Kournikova”. La alemana recordó que hasta un virus cibernético lleva su nombre...
“La atleta norteamericana Marion Jones anunció que ganaría cinco medallas en Sydney –recordó Bernstein– y lo hizo, pero la mayor cobertura se la llevó Amy Acuff, una saltadora en alto de 19 años que esmodelo part-time y que declaró que su principal objetivo no era ganar una medalla sino poder salir en la edición de trajes de baño de Sports Illustrated.” Acuff ha sido elegida este año como “la atleta más sexy del mundo”. Bernstein y Pfister acordaron Kournikova y Acuff muestran que “no hay que tener éxito deportivo para estar en los medios”.
Pero el Síndrome Kournikova tiene dificultades para reproducirse en el tenis. La prensa europea intentó hacer lo mismo de la eslovaca Daniela Hantuchova, de 19 años, reciente ganadora de la Federation Cup con el equipo de su país, pero la tenista se negó a hacer otra cosa que no sea concentrarse “en el juego”.

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