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Lunes, 8 de diciembre de 2003

Un Chacón auténtico

POR D.G.

Todo lo que se vaya a decir de ahora en más sobre la vida y la obra boxística de Pablo Chacón, ha sido dicho con anterioridad. Pasan los años, el mendocino repite virtudes y defectos, y el cronista se pregunta hasta qué punto vale enfatizar las críticas cuando el protagonista las desoye, las ignora y sigue persuadido en hacer lo suyo, con total independencia de lo que hablen o escriban de él, para bien o para mal.
La del sábado por la noche en el Luna Park ante el venezolano Santos Rebolledo fue una auténtica pelea de Chacón. Igual a tantas que se han visto de él, desde los tiempos en que era la promesa más relevante del boxeo argentino, hasta estos tiempos que parecen darle al mendocino su última chance de aspirar a algo importante en el primer nivel mundial. Chacón ganó cuando quiso, por nocaut en el 8º round. Pero volvió a demostrar y a demostrarse que la categoría liviano es demasiado para él, que con 60,600 kilos sus manos pierden velocidad y por lo tanto potencia, y que su discontinuidad y su acción de a cuentagotas resultan irritantes. Pocas veces tanto talento se retaceó tanto.
Chacón no hizo nada mal. Ratificó que maneja a la perfección los ganchos al cuerpo y a la cabeza, que vistea los golpes del rival como pocos y que barre y bloquea con los brazos y los antebrazos como ninguno. El problema es lo que no hizo o lo que dejó de hacer. Si Rebolledo (61,850 kg) duró lo que duró, si consiguió de a ratos deslucirlo a Chacón, si ganó por poco los rounds 5º y 6º, si los 7 mil espectadores siguieron la pelea en apacible y hasta a veces indiferente silencio, no fue por mérito propio sino por los largos descansos que se tomó el mendocino, incapaz, según parece, de lanzar cinco golpes seguidos.
Rebolledo, un veterano de 31 años que hacía un año que no peleaba y que había perdido sus tres combates anteriores, fue lo que Chacón quiso que fuera. Y dejó de serlo cuando el mendocino puso a funcionar a pleno su usina pugilística. En el 8º asalto, Chacón apuró el paso, afirmó mas sus manos, aplicó un par de ganchos soberbios a la cabeza y lo dejó tan mal a Rebolledo que el árbitro Luis Guzmán le contó los diez de rigor a pesar de que estaba de pie, pero tambaleante. El público aplaudió como gesto de costumbre, no de satisfacción.
El 2004 arrancará con todo para Chacón. El 24 de enero se enfrentará en Caracas con otro venezolano: el temible Elio Valero, cuyo record impresiona apenas mencionándolo: 11 triunfos, 10 por nocaut. Para superar este listón de exigencia, y para conseguir más adelante una tercera oportunidad por un título del mundo, el mendocino debería ponerse las pilas y trabajar sobre el ring los tres minutos de cada uno de los rounds. Cientos de veces se le ha pedido que lo haga. Y no está de más hacerlo otra vez. Aunque Chacón le dé a este tipo de recomendaciones la misma utilidad que un trapo viejo.

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