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Lunes, 19 de enero de 2004

EL SUB-23 YA ENCONTRO CASI TODO LO QUE LE FALTABA

Sólo le falta Carlitos

Desde el arranque del Preolímpico halló a su conductor, concretó las situaciones que se le presentaban, ganó con suficiencia y clasificó bien. Pero ahora, que se viene la ronda final, necesita que Tevez se suba a bordo para enfrentarse, sucesivamente, con Brasil, Paraguay y Chile.

Varias de las incógnitas que rodeaban la empresa de este seleccionado argentino Sub-23 que quiere dar el primer paso para conquistar la medalla irredenta, la única que todavía no ha conquistado el fútbol argentino, se han disipado en el transcurso de la última semana.
- El equipo encontró una manija o al menos una pista de a quién hay que seguir cuando el panorama se nubla. Luis González se erigió un poco en esa figura, pero con la levantada general del equipo esa urgencia es menos acuciante.
- El equipo supo destrabar los obstáculos que se le presentaban en los caminos al gol. Hizo nueve en los últimos dos partidos, y si bien es cierto que los errores de los rivales contribuyeron a lo abultado de los marcadores, lo concreto es que fue la actitud argentina la que propició esas fallas. La confianza para buscar el juego asociado –aun cuando a este equipo le estén faltando pequeñas sociedades para resolver mejor en espacios reducidos– volcó la cancha hacia el arco contrario, ya sea con los tiros libres de Ferreyra o la cabeza de Leandro Fernández.
- De esa confianza, de los minutos disputados en bloque, de las condiciones más propicias del campo de La Serena, donde la Argentina jugó sus dos últimos partidos, renació la idea del juego colectivo con pinceladas de virtuosismo que todos los hinchas esperan ver de este equipo casi soñado, porque lo integran jugadores del medio local. Por momentos, el conjunto tuvo movimientos de ese tono que arrancaron el aplauso.
- Por último, también se conoce al rival. Después de superar a Colombia sin muchos apuros, Brasil espera en Valparaíso el miércoles, un partido difícil para el arranque pero también una tenida importante que puede ser muy provechosa para pulir los ánimos a la perfección.
Por eso, de cara al inicio de la fase final del torneo, a la que la Selección Argentina arriba con sobrados fundamentos como para sentirse protagonista como para quedarse con uno de los dos pasajes que hay en disputa para los Juegos Olímpicos, no cabe menos que preguntarse cuándo terminará de develarse la última incógnita.
La que puede transformar a la Argentina en un equipo poderoso y, sin duda, candidato a ganar el torneo Preolímpico.
¿Cuándo va a explotar Carlos Tevez?
Nadie puede dudar de que si a este equipo que del ensamble pasó al estado demostrativo se le agregaran las cualidades que puede aportarle el mejor futbolista del medio local del 2003, con las condiciones que mostró en, por ejemplo, el tramo final de la Copa Libertadores o la fase inicial del Apertura, el equipo de Bielsa sería un rival de temer. Al que los contrarios respetarían mucho más.
Pero Tevez, este Tevez, no es el mismo que tuvo un brillante 2003. Jugó los cuatro partidos del Grupo B y, cosa muy curiosa, no pudo descollar en ninguno. Está claro que es el mismo jugador que viene de un parate prolongado, que tampoco pudo demostrar lo que vale en el compromiso más importante que tuvo su equipo, Boca, en el último tiempo –la Copa Intercontinental– y que, como arriesgan algunos analistas, quizás no se recuperó por completo de la lesión que lo aquejaba.
Con esa recuperación en veremos, acaso haya quedado allí la confianza terminante del jugador. Como lo indicaron las crónicas de los partidos que Argentina jugó en Chile en los últimos diez días, Tevez tuvo muchas situaciones de gol, salvo en el último partido contra Colombia; no pudo aprovechar ninguna. De los once goles que lleva convertidos el equipo, Tevez sólo anotó una conquista, contra Bolivia.
Ni siquiera situaciones como la que tuvo contra Ecuador, con un toque corto contra la salida del arquero, que se perdió junto a un palo. La precisión, una herramienta fundamental en la fabricación del gol, no lo está asistiendo. El equipo la recuperó de los primeros dos partidos a los últimos dos, incluso para manejar la pelota.
Tevez, en cambio, no pudo nunca hacer gala de ella. Muchos se preguntan si la seguidilla de partidos no pudo influir negativamente en su rendimiento, pero se supone que, falto de fútbol en los últimos dos meses del 2003, estos encuentros le son muy útiles como rodaje. Bielsa lo tiene jugando de centroatacante y en el banco cuenta con Luciano Figueroa; sin embargo, ensayó el cambio solo en los últimos minutos del partido contra Colombia.
Tampoco parece posible que lo intente de cara a esta última fase. Contra Brasil será titular. El equipo en torno suyo está creciendo; a veces no lo ayuda la característica precipitada que está impuesta como marca en el orillo de los conjuntos-Bielsa, ni esa tendencia a buscar por las puntas para enviar el centro mortal: en Boca, Tevez juega a otra cosa, y acaso le esté costando, también, adecuarse a esa mecánica.
Aquella frase que acuñó Passarella, la del “volumen de juego”, puede cobrar, aplicada a este equipo, otra trascendencia si Tevez logra enchufarse en el funcionamiento general, porque aumenta su eficacia, sin desperdiciar tanto gol, como porque suponga un desequilibrio de tres cuartos de cancha hacia adelante.
Como sea, el fútbol está esperando que el futbolista más halagado de los últimos tiempos pueda componer esa desconexión, sumarle lo suyo a la Selección y terminar de hacer de este equipo un peregrinaje inexorable hacia Olimpia.

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Carlos Tevez, la deuda pendiente del Sub-23.
 
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