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Lunes, 20 de mayo de 2002

CONTRATAPA

Ajenos a la masa

Un documental sobre los hinchas del Napoli, exhibido en el reciente Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, habla sin mencionarla de la Argentina, pintando a los fanáticos que hicieron de Diego Maradona un dios. Cómo resucitar semana a semana a través del fútbol.

 Por Ariel Greco

Es concebible recorrer 900 kilómetros sólo para ver un partido de fútbol e irse de la cancha antes del final? ¿Se puede entender que una persona despliegue una vida normal y corriente durante seis días de la semana, pero que el domingo se olvide de todo lo que lo rodea para seguir a su equipo? ¿Es natural que un grupo mantenga una amistad firme a pesar de que el único lazo que los une sea una camiseta y que el único punto de encuentro sea un estadio? ¿Es posible que alguien esté totalmente convencido de que en su lugar de nacimiento no tiene ninguna posibilidad de desarrollarse como pretende, pero con la misma certeza afirma que está tan pegado a su pueblo que no podría vivir en otro lugar que no sea ése? No tan sólo en la Argentina estas preguntas pueden tener una respuesta afirmativa.
La película Estranei alla massa (Ajenos a la masa), del director napolitano Vicenzo Marra, que se exhibió en el reciente Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, intenta mostrar la particular vida de Nápoles, con las penurias y sueños de sus habitantes. Allí se contrastan de una manera muy nítida el amor por la familia con la necesidad de abandonarla para encontrar mejores oportunidades, las bellezas naturales de la ciudad con la marginalidad que brota desde sus barrios bajos y hasta el magnetismo que impone Nápoles a los suyos con la constante política de expulsión con la que castiga a su propia gente. Y la mejor forma que encuentra Marra para mostrar todas aquellas contradicciones es a través de las vivencias de un grupo de hinchas del hijo dilecto de la ciudad, el Napoli, el club donde brilló Diego Maradona y que es el desvelo de todo napolitano futbolero. De allí que ese cóctel resulte más que atractivo para cualquier espectador, sin importar demasiado su gusto o no por el fútbol.
Más allá del nombre del grupo, “Faedya-Estranei alla massa”, que hace referencias a un grupo terrorista palestino, y al mito violento que cargan sobre sus hombros estas bandas organizadas, los personajes del documental son personas absolutamente normales, imposibles de identificarlas un día cualquiera de la semana que no sea domingo. Con una cámara de mano, Marra –ganador del primer premio a la mejor película del Festival por Tornando a casa– recrea la vida diaria de cada uno de los protagonistas. Se mete en el aserradero en el que Fabio trabaja como contador, aunque debido a la falta de personal también tenga que dar una mano cortando madera. Cuenta las intimidades del mercado de Don Eduardo, donde junto a sus dos hijos celebra el nacimiento de un nuevo nieto. Y viaja junto a Giocco a una base militar estadounidense en las afueras de la ciudad para entregar, reparado, un flipper que sirve de entretenimiento para los militares que viven allí. Así con el resto de los integrantes del grupo.
A medida que transcurre el documental quedan muy claras las razones por la que Maradona resultó Dios en ese lugar del mundo, si bien la mención a Diego en el film es mínima. El fútbol surge a cada instante. En cada conversación, en cada relato, en cada anécdota, la pelota tiene su protagonismo. Claro que las analogías entre Nápoles y la Argentina no se acaban allí, parecen innumerables. “Acá no encuentro oportunidades. Me voy a tener que ir a Francia aunque no quiero.” La frase no pertenece a un joven argentino. La pronuncia uno de los más chicos de la banda, que a los 20 años siente que su futuro no está en Nápoles, aunque ya siente nostalgia incluso antes de abandonar el pago.
Cada uno a su tiempo, los personajes repiten esa historia. Está el que vivió en Estados Unidos, pero volvió porque no se adaptaba, el que tiene planeado irse unos años, aunque con el objetivo de volver a su Nápoles natal lo más pronto posible, y hasta el que entiende que allí no tiene futuro, pero tampoco se anima a dar el gran paso. Casi una radiografía de la Argentina actual.
Otro punto que también deja claro Estranei alla massa es el desprecio que siente la gente del norte de Italia por sus compatriotas del sur. Y dela misma forma, con el resentimiento y la ironía con que los napolitanos se toman esa situación. “No se preocupe, somos africanos”, es la ocurrencia que surge de los propios napolitanos cuando preguntan por cuarta vez la manera de llegar al estadio del Treviso, luego de que algunos lugareños les indicaran de manera imprecisa el camino a la cancha. O cuando un refugiado bosnio les pregunta para qué canal de Italia es la filmación que están haciendo. “No es para ningún canal italiano. Es para una película del sur”, es la respuesta, seguida de una risa sarcástica.
Ningún futbolero que habitualmente concurra a una cancha puede no sentirse identificado con los integrantes del grupo durante los preparativos, el viaje y el retorno a casa que muestra Marra en el documental. Desde la confección de una bandera, los diálogos desopilantes para cualquier ocasional escucha que se dan en el trayecto, las expectativas por un resultado que acerquen a un objetivo y, sobre todo, la “tragedia” de la vuelta después de un 1-5 en contra como visitantes, llevan a recordar al espectador algún momento de su paso por un estadio. La desolación que muestran las caras de los hinchas del Napoli, por ese tanto de penal del Treviso que determina la goleada irremediable, enciende de manera inmediata la memoria y, sin querer, surge espontánea la imagen de algún gol en contra que se clavó como una puñalada. Y en los relatos de los protagonistas también se pueden vislumbrar vivencias propias, de familiares y amigos. Es por ello que al ver Estranei alla massa no sólo se está ante una película que cuenta las experiencias de una hinchada de fútbol.

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