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Lunes, 14 de enero de 2002

TYC Y TRAFFIC PONEN EN PELIGRO LA REALIZACION DE LA LIBERTADORES

TyT Sports te aprieta mejor

Con el argumento de la crisis económica, TyT Sports Marketing, que integran TyC y la brasileña Traffic y posee los derechos televisivos de la Copa Libertadores, pidió a la CSF la reconsideración del contrato. Propone una quita del 30 al 40 por ciento del dinero a repartir entre los clubes.

 Por Gustavo Veiga

La plaga avanza. Todo lo que toca TyT Sports Marketing se torna volátil o corre peligro. Primero sucedió con la Supercopa, después con la Copa Mercosur y ahora con la Copa Libertadores, el más antiguo de los torneos sudamericanos. Tampoco hay que olvidar la experiencia del efímero Mundial de Clubes, otra criatura deportiva sobre la que Traffic –socio de Torneos y Competencias en TyT– posee los derechos televisivos hasta el 2005. Pero, esta vez, la alianza entre las dos T, una compañía con sede en las Islas Caimán, ha ido demasiado lejos. Puso en jaque la realización de la 43ª edición copera, una especie de reliquia que Boca ganó en los últimos dos años. Bajo el argumento de la crisis económica –global o de la Argentina, no se sabe–, pidió una reconsideración del contrato firmado con la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF). Esto significa una reducción de entre el 30 y el 40 por ciento sobre los casi 40 millones de dólares que se había comprometido a desembolsar y la modificación de los plazos de pago.
El mazazo a la economía de los equipos participantes –Boca, River, San Lorenzo, Vélez y Talleres son los argentinos– provocó que la CSF convocara a una reunión de urgencia de su comité ejecutivo para el próximo jueves 17, en Asunción. Ese día, Nicolás Leoz, el presidente de la Confederación, escuchará cuál es la postura de los clubes para, luego sí, tomar entre todos una determinación sobre qué hacer con la Copa. Un periodista del diario paraguayo Ultima Hora le confió a Líbero que Leoz “está confundido y ve el panorama negro”. Razones no le faltan. El conflicto que debe afrontar en 72 horas se agrega al que significó la edición 2001 de la Copa Merconorte. El 25 de septiembre pasado, la CSF informó que había “rescindido contrato” con la firma Teledeportes SA, del grupo Clarín, de la Argentina, al no abonar esta empresa un solo centavo de lo estipulado en el contrato por la venta de los derechos de televisación de los partidos. Los 6 millones de dólares que la Confederación les pagó a los clubes de su propia tesorería resintieron sus finanzas. Y encima, ahora, se sumó la rebaja de TyT.
Con T de tropiezos
Un poeta latino, Juvenal, sostenía: “El que desea llegar a rico, quiere serlo pronto”. ¿Cuánto significan entonces veinte años en la evolución de ciertas sociedades comerciales? Acaso mucho, acaso poco; depende de cómo se haya edificado el emporio. Traffic, la sociedad que fundó el periodista deportivo brasileño José Hawilla a principios de los años ‘80, tiene varias similitudes con su socia argentina, Torneos y Competencias. Comenzó a crecer a ritmo vertiginoso en el segundo lustro de aquella década, lo hizo mediante alianzas estratégicas con la CSF primero (en 1987) y con la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) después (1989). Adquirió licencias de televisión, merchandising y hasta intermedió en la firma del sospechado contrato entre la multinacional Nike y la CBF, gestión que le valió a Hawilla una comisión de 10 millones de reales.
Traffic y TyC, cada una en sus respectivos países, están siendo investigadas por la Justicia desde hace tiempo. El fondo texano de inversión Hicks, Must, Tate & Furst posee el 49 por ciento de las acciones de Traffic y un porcentaje ampliamente mayoritario de la productora aún conducida por Carlos Avila. O sea, aunque las dos T parezcan diferentes empresas, en realidad no lo son tanto. Les pertenecen a los mismos accionistas y, juntas, se potencian. Monopolizan las transmisiones televisivas en las dos naciones con más historia, títulos y, por añadidura, más peso político en Sudamérica. En consecuencia, sus posibilidades de expansión siempre resultaron ilimitadas. Hasta que elagravamiento de la crisis nacional –un 45 por ciento de los ingresos de TyT se planeaban recaudar en la Argentina– las empujó a no cumplir lo pactado.
Luis Nofal, el director ejecutivo de esta sociedad con sede en un paraíso fiscal, fue quien firmó la nota elevada a la CSF solicitando la renegociación de lo convenido en 2001. Según Eduardo Deluca, secretario general de la Confederación, “TyT ya había pretendido reducir la oferta el año pasado, pero nosotros no aceptamos. Ahora estamos hablando de porcentajes y no de montos, de ahí que quieren hacer una quita del 30 al 40 por ciento”. El dirigente, al ser consultado por este diario, agregó que “la cuestión se va a resolver en Asunción, pero yo convoqué antes a una reunión en la AFA para el lunes a las seis de la tarde (por hoy). Será con los representantes de los cinco clubes argentinos, con quienes discutiremos la política a seguir. Quiero viajar a Paraguay con un mandato claro”.
Sea como fuere el desenlace de este conflicto de intereses, a nadie escapa que el próximo campeón de la Copa no verá ni por asomo los 8 millones de dólares que Boca cobró el año pasado por ganar el título. Las pérdidas que tendría TyT como derivación del contrato que suscribió, y ahora considera inviable, no son las primeras que teme Traffic, su dueño brasileño. Cuando estuvo a punto de suspenderse la Copa América el año pasado, Hawilla entró en pánico. Por entonces, Jorge Correa Pastrana, presidente del comité organizador colombiano, señalaba casi ubicado en portavoz del fútbol colombiano y de la compañía: “Traffic tendrá grandes pérdidas económicas y Traffic ayuda para procurar que la Copa se inicie pronto”.
El lobby que llevó adelante el empresario brasileño en Buenos Aires durante el Congreso de la FIFA, la presión del gobierno colombiano y la ofensiva de los patrocinadores oficiales del torneo en el que la Argentina se negó a jugar aduciendo razones de seguridad fue demasiado para la CSF, que terminó remendando la Copa con una invitación a Honduras.
¿Querrán hoy los mismos dirigentes sudamericanos enemistarse con su socio financiero de los últimos años? ¿Cuánto pesará en la reunión de la CSF la opinión de los clubes brasileños y argentinos? Las preguntas sugieren respuestas imaginables y cargadas de suspicacias. Todo indica que la competencia más preciada de la Confederación se jugará pese al declive en los ingresos de los clubes. Y, además, porque la entidad que preside el paraguayo Leoz no está dispuesta a poner un dólar más, como sucedió con la devaluada Copa Merconorte. Tampoco se moverían de sus aportes ya convenidos los patrocinadores de la Libertadores, Toyota y Mastercard.
Una nueva licitación parece inviable, ya que el torneo se programó a partir de febrero. Y que la CSF imite a la FIFA –que cuando quebró ISL pasó a comercializar por sí misma el fútbol– se supone poco probable, al menos por ahora. El dilema planteado por TyT se relaciona con el desmesurado lugar que pasó a ocupar el fútbol, impulsado por quienes sólo lo comprenden como un negocio.
En una de sus últimas reuniones anuales, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dejó en evidencia cuál es el verdadero propósito que persigue el capital financiero respecto del juego. Allí se mencionó que los países “podrían adoptar legislaciones que permitirían a los clubes y equipos convertirse en corporaciones que transen sus acciones públicamente”.
Pelé, quien dijo estar “orgulloso de ser parte del equipo del BID”; Henry Kissinger, un ávido consumidor de fútbol y golpes de Estado; funcionarios de la banca y el deporte, más decenas de empresarios, asistieron a ese encuentro en Washington. Entre ellos estaba un codicioso buscador de oportunidades, José Hawilla. El hombre que junto a Carlos Avila debe poner a resguardo las ganancias de los inversoresnorteamericanos en el fútbol y los medios de comunicación (léase Hicks). Esa irresistible combinación de contenidos que cada vez tiene menos en cuenta aquel sabio concepto de que el fútbol es “demasiado deporte para ser sólo un negocio”.

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