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Lunes, 26 de agosto de 2002

UN PARTIDO SUSPENDIDO, OTRO INTERRUMPIDO, HERIDOS Y DETENIDOS

Diez instantáneas de la vergüenza

Ayer, la violencia impidió prácticamente que se jugara Banfield-Lanús, que Roberto Ruscio debió suspender tras pocos minutos de juego. Y en La Plata, Fabián Madorrán debió interrumpir durante nueve minutos Estudiantes-River debido a los incidentes entre los hinchas locales y la policía: 75 detenidos y más de diez heridos fue el saldo. Otra vergüenza.

Por J. A.

1- El grueso de los hinchas de Lanús llegó al estadio de Banfield en caravana por Arenales y arrojó piedras contra los automóviles estacionados y las garitas de seguridad, bajo la permisiva mirada del personal policial que los custodiaba. En la esquina de Arenales y Belgrano, donde estaban los puestos de venta de entradas para los visitantes, vecinos de la zona comenzaron a arrojar piedras desde sus casas a los belicosos hinchas, mientras que los efectivos de seguridad de la comisaría 2ª de Lomas de Zamora secuestraron una bandera que superaba las dimensiones (2 metros por un metro) que permite el Comité de Seguridad Deportiva. Pero, del otro lado, la hinchada de Banfield sí pudo ingresar sus banderas largas, lo que da cuenta de que la policía cometió un gravísimo error. El jueves pasado, dirigentes de ambos clubes habían llegado a un acuerdo con la policía en el que ninguna de las dos hinchadas llevaría banderas largas a la cancha.

2- Indignados por lo que consideraron un trato desigual de parte de la policía, los hinchas de Lanús comenzaron a arrojarles piedras a los uniformados, que siguieron reprimiendo con balas de goma hasta que el presidente de Lanús, Carlos González, conversó con los efectivos para intentar que los violentos recuperaran las banderas, lo que finalmente logró. Sin embargo, apenas comenzado el encuentro, un grupo de hinchas se trepó al alambrado con la intención de que se suspendiera el partido y la refriega continuó en la intersección de Peña y Pueyrredón, a dos cuadras del estadio. Además, proyectiles de la parcialidad granate también volaron por encima de la tribuna visitante hacia el terreno de juego, motivando la interrupción del partido al minuto de comenzadas las acciones por parte del árbitro Roberto Ruscio.

3- Tras quince minutos de espera, Ruscio ordenó la reanudación del juego, pero al volver a producirse inconvenientes nuevamente decidió suspender el partido a los 23 minutos de la etapa inicial. Ruscio también tuvo su parte de responsabilidad en la suspensión del juego, ya que al dar el pitazo inicial no se percató de la presencia de hinchas de Lanús trepados al alambrado perimetral, algo que está expresamente prohibido por el reglamento. Mientras tanto, los hinchas de Lanús cerraron el acceso a la tribuna visitante a la policía y lanzaron a la calle todo tipo de proyectiles, incluidos trozos de mampostería y las barras de metal de los molinetes. De ese modo, astillaron parabrisas de tres patrulleros e hirieron a los policías.

4- Antes de retirarse de la cancha de Banfield en un patrullero, Ruscio explicó por qué se vio obligado a concluir el juego: “Paré dos veces el partido y consulté a los jugadores si estaban dispuestos a seguir. Esperamos que los hinchas de Lanús se calmaran mientras hablábamos con la policía, pero como siguieron tirando proyectiles y había corridas afuera del estadio, decidí suspenderlo porque se podía lastimar algún jugador. En el informe consta que el problema se originó afuera por la incautación de las banderas, que no deben ser mayores a los 2 metros por 1, y que lo originaron los hinchas de Lanús”.

5- Dos efectivos del cuerpo de Infantería de Avellaneda, el oficial Gustavo Grilli y el subcomisario Juan Carlos Cielli, denunciaron al presidente González por agresión. Grilli aseguró que González le “pegó una trompada”, mientras que Cielli dijo que el dirigente lo increpó e insultó. “En ningún momento discutí con González, pero me pegó una trompada”, dijo Grilli, mientras que Cielli manifestó que dejará “en claro quién es el que apaña a los barrabravas”. González negó las agresiones y culpó a la policía de originar los desmanes al incautar las banderas. “Los policías son ineptos y creo que quieren quedar bien con Eduardo Duhalde –presidente de la Nación y reconocido hincha de Banfield–. Les sacaron las banderas y eso enardeció a los hinchas. No agredí a nadie pese a que estaba caliente, pero, ya más frío, pienso que los policías me dan lástima”, dijo.

6- “Banfield no puede reclamar nada porque es un club de la B”, dijo insólitamente González, que argumentó que Lanús sólo recibirá “algunas amonestaciones porque nadie invadió la cancha y, si bien se tiraron proyectiles dentro del estadio, no le pegaron a nadie...”. El vicepresidente de Lanús, Nicolás Russo, se quejó de que los simpatizantes de Banfield sí entraron con banderas, por lo que la disposición “debe ser igual para todos”, pero el tesorero banfileño, Jorge Alvarez, aseguró que “Lanús debe pagar los destrozos”.

7- El operativo de seguridad contó con la participación de 350 efectivos. Pero los serios incidentes provocados por el público visitante dejaron como saldo 10 heridos, uno de ellos de bala, y 25 detenidos. El herido de bala, que según informaciones extraoficiales sería hincha de Lanús, fue trasladado al Hospital Gandulfo, en Lomas de Zamora. De los restantes heridos, cuatro fueron policías con cortes leves provocados por ladrillazos, mientras cinco hinchas de Lanús que sufrieron politraumatismos fueron derivados al Hospital Gandulfo y el restante, con un tajo en la cara, fue atendido en la enfermería del estadio de Banfield.

8- No fue el único incidente grave de la tarde. También hubo problemas, y muy graves, en La Plata. Media hora antes del inicio del encuentro entre Estudiantes y River, la policía de La Plata reprimió a un grupo de simpatizantes visitantes en la estación ferroviaria de Tolosa. El incidente dejó a varios hinchas heridos, aunque no se registraron detenidos. Esto ocurrió en el primer tren que partió, al mediodía, desde Constitución. Después, durante el partido, la disconformidad de la hinchada local con el desempeño de sus jugadores, que perdían 5-0 durante el transcurso del primer tiempo, motivó desmanes que llevaron a enfrentamientos con la policía. El árbitro Fabián Madorrán suspendió el partido durante nueve minutos hasta que cesaron los disturbios.

9- El fútbol sostiene una actitud pendular frente a la repetición a perpetuidad de acontecimientos como éstos, que hacen que una jornada futbolera termine con un saldo de 75 detenidos y al menos diez heridos. Algunos, especialmente desde los medios de comunicación, se rasgan las vestiduras, como si el campeonato de Primera y todo aquello que lo rodea fuera una atmósfera extraterrestre, sin conexión local ni vínculo de ninguna especie; otros, en cambio, muestran una actitud calculadoramente anestesiada, contemplativa y, definitivamente, cómplice. Porque si es evidente que el fútbol es un síntoma social, y como tal hay que tratarlo, los estratos más responsables prefieren hacer de su inacción un estilo de conducta.

10- De todas maneras, tampoco hay que hacerse los distraídos: los actores principales no colaboran siquiera con el ejemplo; el nivel de patoterismo que exhiben fecha a fecha dentro de la cancha (caso Liendo-Montenegro, el sábado, en Independiente-Newell’s; Saja-Sosa ayer en Boca-San Lorenzo, Maidana-Arriola en Central-Racing), o el grado de autismo de algunos árbitros que dejan pegar y pegar sin imponer autoridad (caso Oscar Sequeira, el sábado, en Avellaneda), son ejemplos que, guste o no, encuentran equivalencias de la cancha para afuera. Son ejemplos deplorables. Ejemplos por los cuales los protagonistas no pueden hacerse los distraídos en esta historia.

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