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Lunes, 2 de septiembre de 2002

EL MALEVO HURACAN LO MADRUGO EN EL MONUMENTAL Y LE GANO 2-1

River se ligó un cachetazo

Los hinchas hacían cuentas: ¿cuántos goles le iban a hacer al colista de Patricios? Pero el visitante se defendió bien, y terminó ganando el partido con justicia, y goles de Ortiz y Padra. La displicencia del hasta ayer puntero le costó muy caro, y aunque Domínguez descontó a poco del final, le faltó resto a River para alcanzar el empate. Para Pellegrini fue el “peor partido”.

 Por Ariel Greco

River llegaba agrandado. Venía puntero, le había hecho 6 a Estudiantes en La Plata, su mayor inconveniente era saber si Fuertes y Cavenaghi podían jugar juntos, y sus hinchas hacían cuentas sobre cuántos goles iban a gritar. Huracán era la contracara. Llegaba último y sin técnico, había caído de local con Chacarita, su problema menor era que Diego Cochas no podía jugar por una cláusula de su préstamo de River y muchos de sus hinchas firmaban un 0-2 sin que se disputara el partido. En la cancha, todo eso ni se notó. Huracán no sólo pegó el gran batacazo del campeonato al ganarle 2-1 al hasta entonces puntero sino que hasta se puede considerar que la victoria fue justa. Por más que tuvo la pelota durante la mayor parte del juego, River apenas generó riesgo en los últimos diez minutos, cuando Huracán ya ganaba por dos goles.
Con todos los antecedentes a la vista, River salió a jugar con toda tranquilidad, casi con displicencia. La postura típica de creer que a la larga el gol iba a llegar por decantación, sin necesidad de forzar la situación. Por el contrario, Huracán asumió su momento con todo realismo. Se refugió con dos líneas de cuatro bien marcadas, con Padra como enlace y con Godoy como único delantero, peleando con todos los defensores rivales. Y a ese esquema le sumó mucha actitud para pelear cada pelota, para ganar las divididas y para generar peligro cuando se le presentaba la ocasión.
Con esas cartas jugadas, los primeros veinte minutos pasaron sin demasiado vuelo. River tenía la pelota, amenazaba con la habilidad de Alejandro Domínguez, pero no generaba situaciones de riesgo. Y a medida que pasaba el tiempo, Huracán se mostraba más sereno y ganaba confianza. Ni hablar a partir de los 25. Rodolfo Graieb ejecutó un tiro libre desde la derecha y Ramón Pedro Ortiz se anticipó a toda la defensa de River para tocar al gol. A partir de allí, River se dio cuenta de que con la camiseta no le alcanzaba e intentó forzar el desarrollo. Sin embargo, nunca encontró las variantes suficientes para crear peligro. A lo largo de todo el primer tiempo quedó claro lo que le costará suplantar a Coudet. Es que Luis González ocupó su sector, pero su tendencia natural es cerrarse para juntarse con el resto de los volantes. Y el trabajo habitual de Coudet, de llegar libre para definir por afuera, lo asumió Garcé, que en cada incursión ofensiva demostró que es defensor.
En la segunda parte, Pellegrini dispuso de todo el arsenal que tenía en el banco. Ya no hubo debate Cavenaghi-Fuertes: los dos al final, con Cuevas de un lado y Domínguez del otro. Pero ni así River inquietó demasiado, salvo una doble tapada de Ríos ante Lucho y Domínguez. El resto fueron centros por arriba, que tanto Fuertes, Cavenaghi y Demichelis cabecearon por encima del travesaño. Hasta que llegó un resbalón de Ayala y Padra completó su buena tarde con un remate cruzado al segundo palo de Buljubasich.
Recién allí River se despertó y arrinconó al conjunto visitante. Descontó con una buena maniobra de Domínguez y en los últimos diez minutos generó más situaciones que en los ochenta anteriores, sobre todo una entrada de Cuevas por el segundo palo que cruzó todo el arco y pegó en media defensa de Huracán antes de salir al corner. Claro que el tiempo no le alcanzó y los de Parque Patricios se llevaron un triunfo muy festejado. “Es para demostrarles a los medios que le mojaron la oreja a Huracán”, comentó el entrenador Jorge Célico, que dentro unos años le podrá contar a sus nietos que en su único partido como técnico de Huracán le ganó a River en el Monumental.

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LEO RODRIGUEZ FESTEJA EL GOL, MIENTRAS ABBONDANZIERI LO SUFRE. bOCA CAYO ANTE LANUS, QUE TAMBIEN OCUPABA EL ULTIMO LUGAR.
 
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