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Lunes, 17 de diciembre de 2007

Kaká superstar

 Por Juan José Panno

Muchacho de la clase media acomodada de Brasil, nunca pasó hambre, de chico jugaba por simple placer, se formó bajo principios espirituales muy sólidos, se casó virgen, nunca subestima a los rivales, es un clásico ganador, transpira la camiseta sin perder la línea, practica un juego que armoniza talento y disciplina táctica, aceptó hace poco la nacionalidad italiana para jugar como comunitario. ¿Qué más pueden pedir los popes del marketing futbolero para levantar el estandarte? ¿Un apellido corto y entrador? Lo tiene. Kaká. Cuatro letras, dos vocales repetidas, tilde en la segunda. No hay muchos de esa estirpe; a la historia del mejor fútbol brasileño les sobran los dedos de una mano para contarlos: Pelé, Didí, Vavá y ahora Kaká.

Modelo para muchos. El diseñador Giorgio Armani resume: “Es el campeón ideal, tiene cualidades físicas y elegancia moral”. El dirigente Silvio Berlusconi dice estar convencido de que “marcará una era”. El técnico Carlos Alberto Parreira asegura que en el futuro se convertirá en el ejemplo a seguir para cada niño que quiera llegar a la Selección nacional de su país y el ex crack Jairzinho lo define tácticamente con precisión: “Hoy no hay muchos jugadores que se asemejen al diez clásico, el puesto está evolucionando y Kaká simboliza al enganche del futuro”. Lo dijo hace un par de años. Los hechos le vienen dando la razón: Kaká se desplaza a gran velocidad con las luces altas encendidas del medio hacia adelante, generando jugadas de gol para que conviertan otros o él mismo.

Siempre fue ganador. Desde la primera aparición que se destaca en su foja de servicios para el San Pablo. En marzo del 2001, sin siquiera haber pasado por la reserva, el entrenador Oswaldo Alvarez lo hizo debutar en la final de la Copa Río-San Pablo. Su equipo perdía 1-0 contra el Botafogo. Faltaba sólo media hora. Algunos comentaristas se apresuraron a condenar al director técnico porque cargaba sobre las espaldas de ese casi niño la responsabilidad de torcer el rumbo de la final. Hizo dos goles y San Pablo ganó aquel torneo. Fue la primera vez en la historia del club que conseguía la Copa San Pablo-Río.

Antes que jugador había sido socio del club paulista. Sus padres lo llevaron a los ocho años para que practicara además de fútbol, básquetbol, natación y otros deportes. Kaká quería jugar al fútbol todo el día y pretendía parecerse a Raí, ídolo del club. Ni su papá Bosco, ingeniero civil radicado en Brasilia cuando nació Kaká (Ricardo Izecson dos Santos Leite, en el documento) el 22 de abril de 1982 (en plena guerra de las Malvinas), ni su mamá Simone, pensaban en la salvación económica. La plata empezó a llegar naturalmente detrás de los primeros éxitos deportivos. Todo pasó muy rápido. El primer contrato, los 12 goles en la temporada del debut, los 10 en la segunda, el paso por la Selección, la inclusión en el plantel que ganó la Copa del Mundo en Corea-Japón (en la que jugó apenas un cuarto de hora) y el pase al Milan.

Ocho millones y medio de euros pagó el club italiano por el pase. Un negocio redondo si se piensa que el presidente del Real Madrid anunció públicamente el año pasado que el club estaba dispuesto a desembolsar como mínimo 80 millones de euros por el fichaje del crack. Pero la sensación que tienen tanto en Italia como en España es que, por ahora, no hay nada que hacer. Kaká tiene contrato hasta el 2011. El tiempo dirá si se corta. El otro contrato central lo tiene con su joven esposa Caroline. “De por vida”, coinciden ambos. Hace un tiempo Kaká confesó a la revista Vanity Fair que él y su mujer habían elegido llegar vírgenes al matrimonio “porque la Biblia enseña que el verdadero amor sólo se alcanza con la boda, con el intercambio de sangre, la que la mujer pierde con la virginidad”. En la misma nota reveló que había conocido a Caroline, rubia bonita, muchacha típica del Brasil aristocrático, en una fiesta en San Pablo. “Mi padre y su madre (representante en Brasil de Christian Dior) se conocían y nos presentaron. Cambiamos teléfonos y yo la fui a buscar el día de su cumpleaños. Cumplía 15 y yo tenía 19, y ya era medio famoso en Brasil. En el 2002, a la vuelta del Mundial, nos pusimos de novios y tuvimos que esperar un poco. Yo me fui a Milan y estando lejos se puso a prueba nuestro amor.”

Hace siete años, en un parque acuático de San Pablo, se golpeó contra el fondo de una piscina. Los análisis revelaron la fractura de una vértebra y el riesgo de quedar cuadripléjico. Y aquello pudo significar el quiebre definitivo de su carrera futbolística. Sin embargo, logró reponerse, tras dos meses en cama, en un milagro que recuerda a Nino Manfredi y la película Por gracia recibida. Precisamente por eso, por la gracia recibida, Kaká alza los brazos al cielo cada vez que convierte un gol... Y no son pocos los goles que marca. Fue, por citar un ejemplo, el goleador de la Champions League 2006/2007 con 10 conquistas. Ese dato, sumado al juego brillante que aportó para que Milan ganara el máximo torneo de clubes europeos, le permitió ganarle la pulseada a Lionel Messi por el Balón de Oro.

Los simpatizantes del club de la camiseta rojinegra lo admiran. No sólo por lo que es capaz de hacer en el terreno de juego (buena dinámica, capacidad de resolución, toque preciso a gran velocidad, inclaudicable entrega) sino por lo que declara en los reportajes. Hace poquito lo entrevistaron para El País digital (el video de la nota se puede ver en Internet) y le preguntaron si se imaginaba con la camiseta blanca, en obvia alusión al Real Madrid. Contestó lo que cualquiera fanático del Milan hubiera querido oír: “La única camiseta blanca con la que me veo es con la alternativa de mi club”. Con la camiseta blanca se lo vio en la noche japonesa en la que le puso luz a la revancha del Milan. Después del partido elogió a Palacio y resaltó la importancia del triunfo de su equipo con palabras sencillas y sin estridencias. No es de los que se cuelgan de cuanto micrófono pasa cerca y venden una imagen ante las cámaras de televisión. Porque lo siente profundamente escucha casi con exclusividad música gospel, calza unos zapatos de fútbol que llevan la inscripción “Dios es fiel”, luce una remera con la inscripción “Belong to Jesús” (Le pertenezco a Jesús) y en su contestador telefónico después de pedir que dejen grabado nombre y mensaje dice: “Dios te bendiga”. Cuenta orgulloso que la ONU lo eligió como uno de los embajadores contra el hambre y que en Brasil también lo escogieron para representar a la selección en la campaña “hambre cero”, lanzada por el presidente Lula, al tiempo que lidera una campaña contra las drogas de su iglesia (Renascer).

Dice que a su hermano Rodrigo le debe el apodo. Le decía “kaká” porque no podía pronunciar Ricardo. Y que todo lo demás se lo debe a Jesús.

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