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Lunes, 21 de junio de 2010

EL MUNDIAL SE VOLVIó LOCO

¿Quién gana esta polla?

En la oficina se arma una polla. Como en casi todos los mundiales, como casi en todas las oficinas en las que hay un vocacional y enfermizo estadígrafo capaz de dedicarse a la organización del asunto. Se juega con los 48 partidos de la primera ronda. Reglamento sencillo: dos puntos por acertar ganador o empate, dos puntos más por acertar el resultado. Diez pesos por cabeza. La recaudación total, 380 pesos, en danza. Pero no es por la plata que bailan la mayoría de los monos, sino por la gloria de aparecer como el que más sabe de fútbol, el que la tiene más clara.

No todos. No todos. Algunos, como el auxiliar del tesorero, va directamente a los bifes y pone empate 1-1 en los 48 partidos. El tipo, bilardista de alma, cree que lo único que importa es ganar y que nadie se acuerda de los segundos y entonces inicia una minuciosa revisión de los resultados de los últimos mundiales hasta concluir que en la primera fase el resultado que más se repite es el 1-1. Y pone ese resultado en los 48 partidos. Se relame con el 1-1 de Sudáfrica y México y sueña con el campeonato, pero de a poco va quedando lejos de la punta. Hasta ayer, jugados 29 encuentros, el tipo suma 24 puntos con la media docena de 1-1 registrados. El método le permitió sumar algunos puntos fuera de toda lógica (Italia-Nueva Zelanda o Inglaterra-Estados Unidos, por ejemplo). Son 24 puntos por resultados exactos más otros 8 por empates con resultados distintos del 1-1. Total: 32 puntos. Está lejos de la cola, pero muy lejos del líder de la polla.

También está muy lejos el cadete, que es estudiante de periodismo deportivo. El pibe presume de entender más que nadie y medita cada uno de los resultados capitalizando sus profundos conocimientos del fútbol internacional. Dice, por ejemplo, en Inglaterra-Estados Unidos: “Ganan los ingleses 1-0, con lo justo, sin que les sobre nada. Van a hacer sólo un gol y como tienen a Green, que es un arquerazo, no le van a hacer goles”. Cero puntos en ese partido.

Asegura que Camerún va a pasar a la segunda ronda y lo da ganador en todos sus partidos. Dice de Grecia-Nigeria: “Ganan los nigerianos, los griegos no existen”. Cero puntos. También pronostica un 2-0 de España sobre Suiza, un empate clavado de Sudáfrica-Uruguay y un 3-0 de Italia sobre Nueva Zelanda. Hasta ayer, con 25 puntos está lejísimo de los punteros y ya no le queda chance aunque acierte los 19 partidos que faltan disputarse.

La polla ofrece la posibilidad de una sana competencia entre compañeros pero simultáneamente revela algunas miserias.

Dos empleados babosos piensan en las curvas de la nueva secretaria y se desviven por ayudarle a llenar los casilleros. Derrapan.

El telefonista, que no sabe si el Mundial se juega todos los años o cada cuatro, no tiene idea de si Argentina ganó alguna Copa del Mundo y que es capaz de confundir a Tevez con Ines Estévez y a la vuvuzela con la Bubulina de La Strada, pone cualquier cosa y por eso emboca el triunfo de los serbios sobre los alemanes, pero no emboca nada más.

El subgerente, que es un hombre conocedor de mundo, putea en todos los idiomas cuando Higuaín convierte el cuarto gol contra los coreanos del Sur. Los hijos lo miran entre sorprendidos y preocupados: el tipo tiene que explicar que había puesto en la polla que ganaba Argentina 3-1 y que ese gol le resta 2 puntos. De todas maneras, igual está muy lejos del líder.

El contador tiene vocación de entrenador. Llegó a jugar en la tercera de Excursionistas y sufrió una rotura de ligamentos cruzados. Empezó un curso en la Asociación Argentina de Técnicos y se sentía en su salsa. Pero tuvo que largar por falta de tiempo. Sigue siendo un entrenador en potencia y suele atraer el interés de un par de compañeros cuando da explicaciones acerca de cómo hay que pegarle a la manera de Maicom en el gol contra los coreanos del Norte o cómo hay que hacer para “cerrar un partido”. Fanático de los programas deportivos radiales del mediodía está convencido de que el 2-0 es el peor resultado y lo lleva a la práctica: no pone ningún 2-0 en la certeza de que ese resultado nunca se mantiene. Cuatro de los 29 partidos jugados hasta ahora terminaron 2-0. Como sea, el contador también está lejos del líder.

Entre los participantes hay un optimista que reparte 4-2, 3-3 y 5-4 a lo loco y no pega una porque apenas se concretaron 57 goles en 29 partidos contando los que se hicieron el arquero de Inglaterra contra Estados Unidos, el de Argelia contra Eslovenia, el de Paraguay contra Italia y el de Nigeria contra Grecia. El optimista está lejísimos del líder.

El líder –la líder en realidad– es la señora que sirve el café. No quiere participar, dice que no sabe nada de fútbol y el organizador la convence con el argumento de que se juega con una pelota rara y puede pasar cualquier cosa. La señora pone resultados al voleo. De los 29 partidos acierta 25 con resultados y todo y otros dos más sin el marcador exacto. Sus 104 puntos la hacen inalcanzable. Es lo que tiene de bueno el fútbol, nadie sabe nada. Cualquiera le gana a cualquiera. Y puede permitir, como en este caso, una justa distribución de la riqueza.

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