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Lunes, 24 de diciembre de 2012

PRIGIONI

Un crack que se toma su tiempo

 Por Ariel Greco

La carrera de Pablo Prigioni ha sido muy particular. Todos sus logros siempre llegaron demorados. Su paso por la Liga Nacional de Básquetbol en Belgrano de San Nicolás y en Obras, cuando no se terminaba de definir entre un base armador o un escolta anotador, no auguraba un futuro como jugador estrella en la Liga ACB de España, con destacados pasos por el Tau Cerámica y el Real Madrid, entre otros equipos, ya pasados los 25 años. Su consolidación en la Selección Argentina llegó recién a partir del Premundial 2007 de Las Vegas, con 30 años, luego del retiro de Juan Ignacio Sánchez en el Mundial de Japón 2006. Y para confirmar esa tendencia, en 2012, a los 35 años, arribó a la NBA para convertirse en el debutante más veterano de la poderosa liga estadounidense. Los pasos lógicos para sus condiciones, con la particularidad de que esa maduración se fue dando más tarde de lo que normalmente sucede con otros jugadores.

El brillo de los integrantes de la Generación Dorada siempre opacó el bajo perfil del cordobés. Sin embargo, este año pudo dar el gran paso y convertirse en el protagonista central del básquet argentino, más allá de lo que siempre entregan Emanuel Ginóbili, Luis Scola o Carlos Delfino.

Tras un Mundial complicado, donde un cólico renal lo dejó afuera en tres partidos y lo hizo jugar disminuido algunos más, Prigioni desembarcó en New York Knicks, una de las franquicias más tradicionales de la NBA, para desempeñarse como tercer base. Y con su talento para conducir al equipo, se fue ganando minutos en un equipo que sorprendió con un rendimiento superior al esperado, con presencia en la cancha en 24 de los 25 partidos que disputó el conjunto neoyorquino. Sus estadísticas marcan que anota 3,4 puntos, entrega 2,6 asistencias y captura 1,5 rebote en casi 14 minutos por encuentro. Su mejor producción se dio hace una semana, cuando consiguió 14 puntos y cinco asistencias en el encuentro ante Houston. Y hasta tuvo su momento con el jet set, cuando el director Spike Lee le regaló unas zapatillas con los colores de los Knicks para reemplazar a las púrpura que usaba, que remitían a los colores de los Lakers; o con la comunidad, cuando participó de la jornada solidaria tras el huracán Sandy.

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