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Lunes, 28 de abril de 2003

LA CUESTIONADA ACTITUD DE LOS SCHUMACHER

Hacelo por la vieja

La Fórmula 1 defendió la actitud de los hermanos alemanes de correr tras la muerte de su madre, pero los pilotos argentinos consultados por Líbero aseguraron, en su mayoría, que no habrían competido en su lugar.

 Por Pablo Vignone

La victoria en el Grand Prix de San Marino pudo haber sido un triunfo de enorme significado para Michael Schumacher si las circunstancias hubieran sido distintas. Pero la muerte de su madre Elisabeth unas pocas horas antes no sólo afectaron su sentimiento con respecto a la conquista sino que su propia actitud de competir luego de semejante pérdida fue motivo de discusión a lo largo de toda la semana. La actitud presuntamente hiperprofesional de Michael y de su hermano Ralf, que también corrió y terminó cuarto, fue elogiada por el mundo de la Fórmula 1, y criticada por otros, mientras los pilotos argentinos consultados por Líbero se mostraron refractarios a la idea de correr en tales condiciones.
“A mí me pasó –cuenta Ernesto Bessone, ex campeón de TC 2000 y actual piloto de TC–. Mi madre falleció un jueves y yo corrí un domingo. Todos me decían que lo hiciera, para superar el mal momento, pero entre prueba y prueba, cuando no salía a la pista, no podía parar de llorar.” Bessone cree que hoy, en una situación parecida, no correría.
El sábado 19, los hermanos Schumacher clasificaron en Imola a primera hora de la tarde, luego se subieron al avión privado de Michael y viajaron a Colonia, para ver a su madre en el hospital donde estaba internada; cuando caía la noche, regresaron a Imola. Doce horas después, murió su madre, pocas horas antes de la carrera. Y el ambiente se preguntó qué harían los hermanos.
Jean Todt, director deportivo de la Ferrari, reveló que el equipo no forzó a Schumacher a correr. “La decisión fue tomada por él, Ferrari jamás haría competir a nadie contra sus deseos –explicó Todt, y lo disculpó–. Hizo su trabajo porque quería hacerlo. Mostró la clase de piloto y de persona que es.” Acaso no fue un fallido de Todt sino una muestra de la escala de valores imperante en la Fórmula 1: el piloto antes que la persona.
“Ni siquiera se contempló la posibilidad de que Ralf no corriera”, dijo al día siguiente su patrón, Frank Williams, el dueño de la escudería inglesa que fue criado por una madre soltera.
“Durísimo, debe ser durísimo –intenta imaginárselo el tucumano Roberto Sánchez, múltiple campeón argentino de rally–. La verdad, no puedo hacerme una idea. Yo creo que no podría correr. Me la pasaría llorando toda la carrera. Por más profesional que seas, en algún momento el sentimiento se te debe mezclar.”
José Luis Di Palma, piloto de Turismo Carretera, vivió, corrió y ganó un campeonato en Inglaterra, y presenta otro enfoque. “Lo que hay que entender es que ellos son parte de una cultura diferente. En Alemania, como en Inglaterra, se pasan cinco días para velar al muerto, y recién después lo entierran. Es otra manera de aceptar la muerte. ¿Si yo hubiera corrido en su lugar?. No, seguro que no.”
El padre de José Luis, Luis Di Palma, uno de los grandes ídolos del automovilismo argentino, murió el sábado previo a una carrera, pero sus hijos no se vieron enfrentados a ese dilema: en homenaje al ídolo fallecido, la carrera se suspendió. “Igual, nosotros le dijimos a la Tana (la mujer de Luis y madre de los chicos pilotos) que los hermanos Di Palma no son como los hermanos Schumacher –bromea José Luis– que si ella se muere, al menos yo me voy a quedar... y Marcos y Patricio también.”
El ex piloto de Fórmula 1, Gerhard Berger, que en 1997 vivió una experiencia similar a la de Schumacher, lo defendió: “Correr fue una decisión totalmente correcta –opinó el austríaco–. Para los padres no hay nada más hermoso que ver a sus hijos en el podio.”
El padre de Berger falleció en la semana previa al Grand Prix de Alemania de 1997, y el austríaco decidió correr; la Ferrari de Michael Schumacher abandonó y Berger logró, sorpresivamente, la última victoria de su dilatada campaña: la sala de prensa, colmada de periodistas, lo recibió a los aplausos... “Fue un momento triste y nada sencillo para los dos hermanos, como lo sé por experiencia propia.” “Es muy embromado estar en esa situación”, recuerda Henry Martin, que vivió una experiencia parecida, cuando su hija nació con problemas y el sanjuanino, piloto oficial de Ford en el TC 2000, se vio obligado a competir. “No podía estar concentrado”, asegura.

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Ralf y su mujer Cora, delante; Michael y su esposa Corinna, detras, en el funeral.
 
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