La designación de Sergio Hernández como entrenador del seleccionado de básquet por segunda vez en su carrera fue el primer paso para recomponer la mística de un equipo que se metió en el corazón de todos cuando logró la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. De la Generación Dorada, sólo Scola viajó a los Panamericanos de Toronto, pero de invitado. Con los bases Facundo Campazzo y Nicolás Laprovíttola como banderas en la creación y en el goleo, más la potencia de Nicolás Brussino y la aparición de Patricio Garino, el equipo no pudo alcanzar las semifinales. Perdió con México 86-84, con Canadá 88-83 y le ganó a República Dominicana 80-70. Y aunque le faltó poco para pasar, debió conformarse con el quinto puesto.

El año continuó con bajas importantes, pero con resultados sorprendentes. Emanuel Ginóbili y Pablo Prigioni se excusaron de acudir al Preolímpico de México. Walter Herrman no fue convocado y Carlos Delfino no se recuperó a tiempo de una lesión que lo marginó dos años. Tampoco Marcos Mata.

Fue así que un equipo marcado por la juventud e iluminado por los faros del gran capitán y goleador Luis Scola y el amor propio y la entrega incesante de Andrés Nocioni, empezó enderezar el camino lentamente.

Primero le tocó perder ante Uruguay y Brasil en un triangular. El nivel y los resultados fueron un llamado de atención. Aunque en la Copa Tuto Marchand, en Puerto Rico, todo empezó a cambiar. La señal de que había fuego sagrado se evidenció en el debut ante Canadá, aunque fue derrota 85-80. Fue una demostración de que se podía dar pelea a un rival de fuste, que disponía de ocho basquetbolistas de la NBA.

Ya en el torneo FIBA Américas, en México, Argentina dejó de lado los errores, cierta inexperiencia y se aferró a sus jugadores históricos, así como al ingenio de su base titular, Nicolás Campazzo. De esta forma, logró pasar la primera ronda con triunfos ante Puerto Rico, Canadá, Cuba y Venezuela. En la segunda fase extendió su invicto ante Uruguay, Panamá y República Dominicana. Recién se cortó la racha en el octavo juego ante el anfitrión. En semifinales, no obstante, llegó la revancha ante México, que contó con apoyo masivo en las tribunas del Palacio de los Deportes. Con un cuarto final para el recuerdo, Argentina se impuso 78-70 y consigió el gran objetivo del año: el pasaje a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. En la final no se consiguió el segundo objetivo y tocó caer 87-86 ante Venezuela. Aunque el traspié no opacó el verdadero logro. El pasaje a los cuartos juegos olímpicos consecutivos y la chance de que a este nuevo gran equipo se pueda sumar Ginóbili, tal como opinó Hernández recientemente.