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Lunes, 17 de octubre de 2005

FúTBOL › POCOS APROBADOS EN EL SUPERCLASICO MAS POBRE DE LOS ULTIMOS AÑOS

La mayoría se fue a jugar a marzo

En River se eximieron los centrales Leandro Fernández y Talamonti, en Boca descolló Gago. Después hubo muy poco más para destacar: Falcao García se lució algo en el ataque riverplatense, mientras la visita se desarmó de adelante para atrás...

POR ADRIAN DE BENEDICTIS

En medio de un nivel muy bajo, los únicos que pudieron sobresalir en River fueron los marcadores centrales. Tanto Talamonti como Leandro Fernández, sólo por su regularidad, alcanzaron la nota más alta en el plantel que conduce Reinaldo Merlo. El resto estuvo muy lejos de su mejor rendimiento, inclusive el propio Marcelo Gallardo, en quien se depositan todas las ilusiones del fútbol de River.
Talamonti (6) demostró firmeza en la marca y transmitió seguridad al resto de sus compañeros. El ex Central dio seguridad en cada intervención y casi no le dejó espacios a Palermo. Su compañero Fernández (6) se complementó bien para controlar al goleador de Boca y sólo tuvo algunos inconvenientes cuando decidió cortar el juego rival lejos del área local.
En un escalón similar a aquellos dos se posicionó el juvenil Falcao (6). El delantero fue el más peligroso jugador en el ataque de River y exigió siempre a los defensores de Boca. El colombiano tuvo dos ocasiones para convertir: en la primera, a los cuatro minutos, su cabezazo se fue al lado del palo, y en la segunda definió incómodo cuando parecía que le cometían penal.
El arquero Lux (6) tuvo poca participación, pero respondió bien en sus intervenciones. Durante el segundo tiempo controló un remate de Battaglia y un minuto más tarde otro de Palermo, en las llegadas más profundas de Boca.
En el mediocampo, Santana (5) fue el jugador más activo del local. El ex San Lorenzo marcó y también aportó en ataque, sobre todo en el comienzo del segundo tiempo, cuando le ganó el duelo a Bilos por esa franja. En el final se lo vio muy desgastado físicamente. El que tampoco pudo prevalecer en esa zona fue San Martín (5) que, a pesar de su empeño, no pudo ganarle el duelo a Gago.
Otro que cumplió en su función fue Víctor Zapata (5), con más intensidad en la primera parte, cuando se mostró como salida permanente por el sector izquierdo. En ese período probó al arco con un remate desde lejos, pero la pelota salió por arriba. Como su movilidad no fue igual en el segundo período, River lo sintió demasiado.
Los laterales de River estuvieron muy contenidos y no le dieron al equipo la chance de provocar desbordes por los costados. Alvarez (5) descuidó sus espaldas en el primer tiempo y Palacio lo aprovechó para moverse por ese lado. Domínguez (5) no tuvo problemas en la marca, pero casi no pasó la mitad del campo.
Montenegro (4) fue otro de los que intentó mucho, pero careció de claridad en la zona de definición. Fue el delantero más retrasado que tuvo River, y se estacionó mucho sobre la derecha para recibir la pelota. El ex Independiente no pudo juntarse con Gallardo para construir las acciones ofensivas del equipo. Igualmente tuvo su oportunidad para marcar un gol, pero su cabezazo dio en el travesaño.
El capitán de River, Gallardo (4), fue el que mayores decepciones provocó, ya que era el único que podía generar variantes en ataque, pero en ningún momento pudo adueñarse el juego de su equipo. Para colmo, estuvo muy nervioso y cerca de la expulsión. En su mejor jugada, habilitó a Falcao para que convirtiera. Se fue reemplazado a los 28 minutos del segundo tiempo, con evidentes síntomas de cansancio.
Gastón Fernández, Oberman y Ahumada jugaron pocos minutos y sin ninguna trascendencia.

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POR ARIEL GRECO


Resulta difícil que un equipo pueda ganar un partido si más del 50 por ciento de su jugadores tiene una actuación por debajo del aprobado. Y mucho más si los puntos más flojos de la formación se concentran de la mitad de cancha para adelante. Y algo de eso le sucedió ayer a Boca en el superclásico. Casi todas sus individualidades en función ofensiva no cumplieron en la medida de sus posibilidades y de esa manera no se torna muy complicado explicar el rendimiento del conjunto de Basile.
La frase hecha dice que los equipos se arman de atrás para adelante. Ayer, Boca se desarmó de adelante para atrás. Es que Palermo (4), su referencia ofensiva principal, tuvo una labor olvidable, casi sin aspectos positivos. Cuando lo buscaron por arriba, el goleador perdió casi siempre ante sus ocasionales marcadores. Y las veces que ganó, no pudo jugar la pelota con acierto. Mucho peor le fue en el momento que intentó tocar por abajo o retrasarse. Para colmo, sobre la hora, contó con la posibilidad de redimirse y anotar su gol 100 en Boca, pero llegó tarde al centro de Bilos.
Pero si lo de Palermo fue malo, lo de Palacio (4) no estuvo demasiado lejano. El ex Banfield no impuso su velocidad, se rindió a la marca y lució llamativamente impreciso en las entregas. Su cambio parecía cantado, e incluso dio la impresión de que estuvo en cancha más tiempo del que se merecía. En el mismo nivel que los delanteros (des)apareció Insúa (4). El conductor de Boca casi no entró en contacto con el balón, por lo que no influyó en el desarrollo. Con la pelota en sus pies fue intrascendente y dilapidó la chance más clara de su equipo en el primer tiempo con un disparo mordido desde el borde del área.
Tampoco Bilos (5) rindió de acuerdo con sus antecedentes, aunque algunas corridas de su estilo le alcanzaron para superar a sus compañeros. La mejor fue sobre la hora, cuando apiló a Santana y Alvarez y llegó al fondo, pero su centro no lo capturó Palermo y cuando le llegó a Delgado ya no había ángulo de remate. En el retroceso tuvo muchos inconvenientes y cometió varias faltas innecesarias, aunque a su favor en ese sentido hay que decir que mucho incidió la pésima labor de Krupoviesa (3). El ex lateral de Estudiantes fue el peor jugador de la cancha, con problemas en la marca, rifando la pelota cada vez que la tuvo en los pies y hasta pifiando rechazos sencillos, que indefectiblemente salían por el lateral o caían en el pecho de un adversario.
Ante semejante panorama, la labor de Gago (7) resultó vital para sostener a Boca. El volante central se transformó en el mejor valor de la cancha gracias a su capacidad de anticipo, sobre todo ante Gallardo, y su juego en corto. Además no le escapó al roce y fue importante en el relevo de sus compañeros. A su lado colaboró Battaglia (5), con su dinámica habitual, pero sin la precisión necesaria para pesar más en el juego.
Los otros puntos altos de Boca los dieron los centrales, Schiavi (5) y Daniel Díaz (6), más allá de algunas desprolijidades del ex zaguero de Argentinos. Se complementaron bien y perdieron muy poco en el mano a mano. Tampoco desentonó Calvo (6), que cumplió en la marca y, si bien se proyectó poco, cuando se animó, mostró bastante criterio. Ante lo poco que atacó River, Abbondanzieri (6) no tuvo ninguna atajada importante, aunque brindó seguridad cada vez que debió descolgar centros.

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Gago va al piso y le gana a Zapata. El volante de Boca fue la figura.
 
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