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Martes, 28 de diciembre de 2004

UNA INVESTIGACIóN PERIODíSTICA RECONSTRUYE LA TREMENDA Y VERíDICA HISTORIA DEL CAUDILLO DE SANTIAGO Y SU ESPOSA DESALMADA.

Ciudad Juárez

Los Juárez. Terror, corrupción
y caudillos en la política argentina
Alejandra Dandan, Silvina Heguy, Julio Rodríguez Norma
326 páginas

 Por Sergio Moreno

La palabra “caudillo” suele utilizarse en los periódicos como sinónimo de líder carismático y popular, que a su vez posee un gran ascendente en las masas que lo siguen, siempre en número mayor al de sus adversarios. El caso de Carlos Juárez es y no es así. Es, en referencia a que las masas que lo siguen –o que lo seguían– eran mayoritarias en su provincia; no lo es, en relación con su popularidad. ¿Cómo se entiende esto que aparece como una contradicción? Pues bien, Carlos Juárez es (¿fue?) un líder módicamente carismático que consiguió un sitial en el poder de Santiago del Estero gracias a un manejo certero de las triquiñuelas de la política y, a fuerza de astucias, engaños, transacciones espurias y no pocas traiciones consiguió mantenerse en dicho lugar construyendo a lo largo de décadas un aceitado aparato electoral cuyo lubricante fue el clientelismo, la extorsión, el amedrentamiento y hasta la desaparición de sus adversarios políticos.
Las líneas que abren este texto no son un antojo de su autor sino que remiten a las afirmaciones que hacen Alejandra Dandan (periodista de Página/12), Silvina Heguy y Julio Rodríguez en Los Juárez.
Los Juárez son dos: el citado Carlos y Mercedes Marina “Nina” Aragonés de Juárez, la mujer fuerte, mezcla de Lady Macbeth y Elena de Troya de esta historia, menos épica pero no por ello menos trágica que los romances de Shakespeare y Homero. Carlos, el Doctor, y Nina, la viuda negra, constituyen una dupla que hacen del costado más oscuro de la política una conducta de vida, una praxis, un manual de estilo. Los autores describen el penar de un estado argentino (Santiago) y, a través de él, la historia de la patria. Un fragmento de la Argentina que habla y desnuda a la Argentina en sus entrañas, en su patio trasero, en su costado no tan oculto de conductas políticas prebenderias y abyectas.
Ese lugar, Santiago del Estero, que avergüenza la conciencia de la República, es un emergente de la indolencia de una nación que no sólo permitió sino que además fomentó la existencia de sujetos del poder como Carlos Juárez y su mujer, señores del feudo durante tres décadas, instrumentadores del terror de Estado en sus etapas pre, durante y pos dictadura. El sistema democrático parece que no pudo hasta ahora –y aun está por verse si puede– con esta pareja. Los Juárez a fuer de vivezas criollas y crueldades no menos vernáculas construyeron, mantuvieron y podrían delegar el poder sobre una comarca que, para perpetuarse, destruyeron.
Los autores cuentan esta historia de cómo dos personas lograron consumar tal prodigio. Juárez, contra Perón y Cámpora. Después, en buena sintonía ideológica con los militares, y en perfecto equilibrio con lo que siguió en los 20 años de joven democracia argentina.
Dandan, Heguy y Rodríguez construyen un relato certero de estos señores feudales contemporáneos. Hay tramos en los que recaen en uno que otro prejuicio periodístico sobre los manejos clientelares del peronismo; hay otros en los que construyen alguna moralina innecesaria sobre la primera relación de Nina con Carlos Arturo, pero definitivamente cuentan una historia tremenda y verídica de la Argentina que fue y que costará modificar, aún hoy, con los vientos de hartazgo de la sociedad argentina.

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