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Domingo, 21 de agosto de 2005

BACHTIN

No todo el año es carnaval

Una nueva mirada sobre Bachtin que busca derribar palabras cristalizadas.

POR JUAN PABLO BERTAZZA


La palabra viva
Teoría verbal y discursiva de Michail M. Bachtin
Hugo Mancuso
Paidós
315 páginas

La figura de Michail Bachtin, a quien Todorov llamó “el mayor teórico de la literatura del siglo XX”, es como la de aquellos músicos que cuentan con una obra vastísima, pero muy poco escuchada, y sólo son conocidos por sus hits de difusión. En el caso de Bachtin, esas canciones pegadizas serían el término carnavalización y el concepto de géneros discursivos.

La palabra viva trata de desterrar los equívocos que despertaron las ideas más marketineras de Bachtin relativizando –por ejemplo– la simpatía que, en apariencia, tenía por el carnaval: “El carnaval no es la liberación de los marginales sino su legitimización como tales y su consecuente integración asimétrica. Es decir que el carnaval es un típico proceso colonizador”.

Por otro lado, Hugo Mancuso (doctor en Letras e investigador del Conicet) se preocupa por generar algo de prensa a otras ideas que recorren toda la obra de Bachtin. Como, por ejemplo, la noción de responsabilidad. La palabra entra en crisis cuando quiere afirmar un significado único porque –justamente– cancela la responsabilidad, que no es otra cosa que la delimitación de un enunciado parcial. Cuando se pretende universalizar la palabra aparece la crisis, porque la palabra no es más responsable cuando pretende ser absoluta.

Todo esto ya parece suficiente para ir entendiendo el porqué del exilio y la detención de Bachtin por parte del stalinismo, que recelaba cualquier desviación con respecto al realismo socialista, único vehículo cultural autorizado. Seguramente a eso se deban las dudas que aún hoy persisten acerca de la autoría de sus textos, sobre lo cual Hugo Mancuso también pone sobre la mesa una hipótesis interesante. En todo caso, sorprende la continuidad en las ideas que mantiene Bachtin a lo largo de su trayectoria, y que vuelve difícil sostener el cómodo gesto crítico de postular la existencia de varios Bachtin.

El gesto crítico que sí hace el libro de Hugo Mancuso es proponer un juego de semejanzas y diferencias con otros teóricos y corrientes de pensamiento fundamentales de su siglo. Resultan estimulantes para posteriores estudios las similitudes que encuentra Mancuso entre Bachtin, Gramsci y Wittgenstein, sobre todo en cuanto a la distancia que toman de la dialéctica hegeliano-marxista, ya que para aquella tríada de autores el diálogo produce acuerdos o desacuerdos que no están previstos en los postulados: el resultado no está legitimado a priori y puede no ser evolutivo ni justo.

Según Mancuso, Bachtin puede ser considerado como un deconstruccionista avant la lettre en la medida en que tampoco cree en una realidad fuera del texto. Aunque existe entre ellos una diferencia muy importante: en las perspectivas posmodernas, el sujeto se diluye en la textualidad general, mientras que el sujeto autor de Bachtin, si bien no es dueño de la verdad interpretativa del texto, no deja de existir y es el que carga con la responsabilidad de sus actos y de los actos ajenos.

Como un pasional triángulo amoroso, el modelo bachtiniano reconoce un autor que ya al escribir le está respondiendo a otro, y entre los dos se inmiscuye el lector como la figura del tercero en conflicto. La palabra de Bachtin tiene vida porque carga con el plus de un significado subjetivo y responsable de ese sujeto que permanece, es decir, su entonación.

El libro de Hugo Mancuso les refuta a otros autores varios errores interpretativos, y –como la música de las sirenas– encanta al lector en discordia, abriéndole los oídos y volviéndolo bastante más apto para acceder a las profundidades bachtinianas.

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