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Domingo, 10 de septiembre de 2006

TODO POEMA ES DE AMOR / DULCES VERSOS / ORFICO Y POLíTICO

Poesía

Todo poema es de amor

El amor. Lo sagrado. El arte
Liliana Maresca
Leviatán
93 páginas.

La editorial Leviatán publica los poemas póstumos de Liliana Maresca, quien es más conocida por sus trabajos en el campo de las artes visuales, con instalaciones políticas y comprometidas especialmente sobre la dictadura militar. Maresca empezó a tener participación en la escena porteña en 1983. Su trabajo ha sido recordado como desmesurado, innovador, visceral. Algo de esa sensibilidad se transporta a su poesía de corte íntimo, empapada en la tragedia de vislumbrar la muerte antes de tiempo.

En una poética que se regodea en gozar con el cuerpo del varón se asoman poemas con sabor a mujer de erotismo heterosexual explícito: “Fui tu flor más abierta/ Me diste tu semen sin cansancio/ Nuestros jugos/ No llegaron a acoplarse”. Estos textos exploran la relación terrible y ominosa entre la muerte, el sexo y las despedidas en un poemario que no le da descanso ni cobijo al público lector e invita constantemente a sentir y movilizarse con su autobiografismo: “Vete muerte/ Que quiero la vida/ Quiero dar fruto/Todo mi fruto jugoso /De la vida/ Vivida tan intensamente”. Poemas de amor y muerte que emocionan hasta las lágrimas y brindan consuelo y trascendencia solamente en la creación colectiva. Si bien este libro no innova, retoma el viejo dictum de la poeta Mirta Rosemberg: todo poema es de amor, toda guerra es interior, tocarte es un arte. Iluminado con dibujos de la propia autora que muestran otra de sus facetas, Maresca logra decir el sida, hablar la muerte y el amor, tocar a quien la lee, con la valentía que merece ser recordada y apreciada siempre.

Dulces versos

La vida que se vive
Esteban Nicotra.
Brujas
102 páginas.

Esteban Nicotra, eximio especialista en literatura italiana y traducción, presenta su primer poemario, clásico y lleno de simplezas, en una colección dirigida por él mismo, junto a Sylvia Nasif.

Se ven rastros de su labor como traductor en la manera de nominar y en la utilización de un español neutro o, tal vez, de otras latitudes, que rememoran, también mediante la selección de temas a abordar, a románticos escritores caídos en desuso como Amado Nervo, por ejemplo en Cómo decirte que te amo: “¿Cómo decirte que te amo/ tierra, crear la esfera de miel,/ el cántaro que no se trice?/ Hay violencia en nuestras palabras/ nombrar no basta...” Sin embargo, Nicotra sabe no descuidar no sólo una estética de lo cotidiano (“Cielo y sol. Y este viento/ que como el tiempo nos arrastra/pasan los autos, la gente,/ y mi mirada es como un vaso/ de cristal que inmoviliza y deforma/ lo que inevitablemente fluye) como cierta dimensión política en poemas como Terror del día, que habla de la dictadura militar.

Los poemas de este autor hacen de los temas universales sobre los que la poesía sabe reposar, como la soledad, verso y poesía, mediante imágenes tradicionales (en Hasta el agua te esperaba: “Y allá donde muere el camino/el viento y la arena te simulan/ en un juego que aliento/ para acostumbrarme a tu ausencia.) Suaves y dulces poemas, íntimos y sin sobresaltos, para leerle en voz alta a la persona que se ama.

Orfico y político

Che Orfeo
Silvia Mazini
Ediciones del Dock
71 páginas.

Siguiendo las huellas del mito grecolatino de Orfeo, Manzini explora la identidad poética argentina actual, desde lo más político hasta lo más lírico, pasando por varios y diversos géneros inspiradores como la gauchesca, la canción popular o las lenguas aborígenes o el real socialismo. Los temas del poemario, que está dividido en cuatro partes, oscila entre tópicos regionales y de compromiso ideológico, tan ajenos a la mayoría de los poetas actuales, como por ejemplo el poema VI de Ciudad Crónica: “avanzan/las madres u ausentes/retornan las voces/ el himno nuevo/ tiran la bengala/ el cadáver ¡ay!/ ¿Dónde está?/Coro de mujeres:/Aparición con vida”.

Sin embargo, el estilo de este Orfeo porteño, rico en influencias eruditas con el esmerado conocimiento de la literatura clásica y antigua que los poetas de antes solían cultivar, redunda en juegos de palabras y asociaciones libres típicas de un registro infantil de un gusto no tan actual y de cierto hermetismo. Estos poemas, en un intento de aunar contenido y forma, se construyen por sonidos mínimos en los que pueden descomponerse las palabras: “ella va/E va/mito/llama llamas/palabra por palabra/llama palabra”. Incesante y difícil devenir de contenidos que no narran una historia pero que en sí mismos contienen un derrotero, una narración: “Higuerita/selva oscura/río de voces/rodean/mi voz/Che”. Estos son los versos órficopolíticos de una sobreviviente de una generación sesgada por el fantasma desgarrador de la realidad.

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