libros

Domingo, 14 de enero de 2007

LIBRO CHICHE

“La pulga preguntona”, de Gustavo Roldán

Libros para los más chicos

 Por Sandra Comino

La mayoría de los personajes de Roldán son animales, y se podría decir que hay una recuperación de la oralidad y el folklore en toda su obra, tanto de ficción como de reelaboración de leyendas y relatos populares. Sus héroes y antihéroes más conocidos viven en el monte, razonan como si fueran personas, reflexionan y tienen comportamientos con más cordura, coherencia y ética que muchos humanos. A este chaqueño, escritor, que fue profesor y editor y actualmente vive en Buenos Aires, no se le escapa ningún asunto. Aborda desde temas universales, como el amor, la amistad y la muerte, hasta conductas burlonas, rebeldes y perspicaces, pasando por entredichos y travesuras de los personajes que reaparecen en varios de sus libros y perviven en una ficción, que sin duda forma parte de la realidad, pero no se repiten en sus acciones, al contrario, porque el autor siempre anda sorprendiendo con alguna sutileza.

En Como si el ruido pudiera molestar, un libro de relatos bellísimo y lleno de poesía, en el cuento que le da el nombre al libro narra nada más y nada menos que la muerte del tatú abuelo. A fines de la década del ’80, originó un revuelo con La canción de las pulgas, libro de la colección El Pajarito Remendado, donde siete pulgas “alegres y cariñosas” cantan “pata, peta, pita, pota, puta”, y cuando su madre trata de prohibirles esas rimas, las pulguitas obedecen, renuevan la letra y entonan “inocentemente” y con la necesidad de jugar: “repata, repeta, repita, repota, reputa”, para que no se las vuelva a reprender. En Sapo en Buenos Aires, una sátira con una fuerte crítica social, el sapo que llega al “río de aguas marrones” en un camalote, de regreso al monte, cuenta que “en Buenos Aires la gente va a ninguna parte...”, los porteños “se la pasan viajando, amontonados, en cosas enormes que van para todos lados”... “Y cuando vuelven a sus casas, se sientan frente a una caja, y ahí se pasan las horas mirando...”

El mismo sapo, muy fabulador, pero realista y analítico, en Cruel historia de un pobre lobo hambriento entretiene a sus amigos con un cuento. Todos oyen y aportan detalles, como el coatí (que dice que Caperucita era medio pavota) y el zorro (que asegura que el pobre lobo se ganó la casa de la abuela de Caperucita por haberse comido a “la vieja”).

En La pulga preguntona, la protagonista se cuestiona “¿De dónde salió la primera, primera, pero primera vaca?”, y esa curiosidad la lleva a interrogar al bicho colorado, al piojo, al yacaré, al sapo y al oso hormiguero. Como nadie sabe, todos (arriba del yacaré, menos el oso hormiguero, que camina detrás), solidarios y dispuestos a saber, van a preguntarle al tatú carreta, quien les explica más de lo que desean, pero habrá que ver si la pulga queda satisfecha. La duda y la insistencia en conocer una respuesta, la acumulación de situaciones, el final incierto, y el acompañamiento de los animales que hacen causa común ante la intriga de uno, son elementos tratados con humor y suspenso. Además, es interesante observar cómo la simplicidad del texto contrasta con la composición que hace Pablo Bernasconi con su collage digital. Como si dos tiempos opuestos se encontraran, se fusionaran para hacer comunión con todos en el monte.

“Aspiro a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente, como el verano o la lluvia o el frío”, dice Gustavo Roldán en su autobiografía en la revista Imaginaria. Y su literatura es tal cual como se lo propone: para todas las edades.

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