libros

Domingo, 21 de enero de 2007

ROGER NIMIER

¡D’Artagnan al ataque!

Rescate emotivo de una de las versiones románticas del mosquetero más famoso del rey.

 Por Federico Kukso


D’Artagnan enamorado
Roger Nimier

Edhasa
286 páginas

“Yo sé que violo a menudo la historia, pero le engendro hijos muy interesantes”, decía con ánimo impetuoso Alejandro Dumas en defensa del género literario que cultivaba. Su arte era el maquillaje: tomaba personas de carne y hueso y las volvía personajes; a los hechos los transformaba en argumento y lo que resultaba de todo eso, en capítulos. De ahí salieron criaturas increíbles que, si bien ya habían existido por fuera de los libros y lejos de la pluma del escritor, renacían con una fuerza nueva. Así ocurrió con, tal vez, uno de los personajes más populares de la literatura universal: D’Artagnan. Capitán de la guardia de mosqueteros de Luis XIV, Charles de Batz-Castelmore, Conde de Artagnan (1611-1673), es más conocido por su vida novelesca que por la dimensión más objetiva de los hechos.

El currículum ficcional del D’Artagnan literario es bastante conspicuo: están las (apócrifas) Memorias del señor D’Artagnan, teniente capitán de la primera compañía de los Mosqueteros del Rey (1700) de un tal Gatien de Courtilz de Sandras; la trilogía algo anacrónica de Dumas, quien cometiendo un desliz anacrónico sitúa al espadachín en la época del cardenal Richelieu y no en la de Mazarino –Los Tres Mosqueteros (1844), Veinte años después (1845) y El Vizconde de Bragelonne (1850)– y D’Artagnan contra Cyrano de Paul Féval. Y hasta tiene una (semi) precuela: la algo tardía D’Artagnan enamorado (1962) del periodista también francés Roger Nimier, que ahora se reeditó en una especie de rescate emotivo de la obra del escritor muerto trágicamente en un accidente automovilístico aquel mismo 1962.

A diferencia de la primera novela de Dumas sobre el personaje de capa y espada (publicada en forma de folletín en la revista Le Siècle entre marzo y julio de 1844), Nimier invierte el acento temático del libro y en vez de hacer foco en la amistad y en los esfuerzos heroicos de D’Artagnan se centra en la veta amorosa –algo ausente en la versión de Dumas–, situando la acción cinco años antes de lo narrado por Dumas en Veinte años después. Sus relaciones interpersonales ya no se agotan en el trato decoroso y pleno de respeto que tenía con Athos, Porthos y Aramis. Ahora se muestra un D’Artagnan más completo, humano, de carne y hueso, y plenamente heterosexual. Y quien le mueve el piso en esta ocasión no es una ni dos sino tres mujeres: la adolescente Marie Chantal (más tarde conocida como Madame de Sévigné), la melosa Julie y una hostelera, Madeleine, quienes se encargan siempre de distraer al “joven de nariz aguileña, mandíbula prominente y cara astuta”, y de alterar el curso de su misión: infiltrarse en Roma como agente secreto y robar el místico y enigmático “Tratado de la Paz de Cristo”.

Mitad sátira, mitad homenaje a Dumas, Nimier arroja, cuando la escena lo permite, dardos irónicos en forma de guiños y bromas que encuentran su blanco en la lógica del duelo (verbal y físico), y toda la pompa y adorno protocolar que envuelve “lo monárquico”.

Así y todo, la historia se diluye. Estructurada en 49 capítulos efímeros de tono folletinesco que ahondan en un implícito “continuará”, D’Artagnan amoureux ou cinq ans avant (tal cual reza su título original) enamorará a los fans de fierro del cuarto mosquetero y pasará desapercibido para el resto de los lectores, que lo contemplarán como lo que es: un caso más de la historia vista como entretenimiento.

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