libros

Domingo, 11 de febrero de 2007

ARIEL MAGNUS

Abuelita dime tú

Crónica, ensayo, entrevista, La abuela, de Ariel Magnus, es una original mirada sobre la historia familiar y personal, libro incorrecto e irónico pero no carente de ternura.

 Por Cecilia Sosa


La abuela
Ariel Magnus

Planeta
149 páginas

La vida de una abuela contada por un nieto. Un ensayo familiar sobre una abuela que sobrevivió al terror nazi, y un joven nieto periodista y escritor que siempre se sintió “más cerca de la ESMA que de Auschwitz”. La abuela es un libro incorrecto, irónico y (casi a su pesar) conmovedor; un libro que navega sobre prejuicios y desconfianzas mutuas, no tanto para desenredarlos sino para agregar más y mejores complicaciones. “Muchas de las cosas que yo, siguiendo prejuicios antisemitas, creía que en mi familia se debían a sus raíces judaicas, en realidad proceden de su estirpe germana”, apunta, por ejemplo, el nieto.

Si en Sandra, su primera novela, Ariel Magnus mostraba su veta trash al contar la historia de un empleado de una agencia de suicidios en busca de aventuras sexuales que se liga con una inmensa mujer, toda su incorrección se vuelca ahora a los vaivenes de un ensayo personal donde los protagonistas son una anciana judeo-alemana de 85 años y el propio autor que confiesa los resquemores de haber transformado a su abuela en objeto de estudio “tomando nota de sus mejores frases y recopilando anécdotas familiares de manera compulsiva”.

No hay duda, Magnus tiene ante sí a un gran personaje: una abuela de anteojos gruesos, pelo batido e infaltable vestido holgado de motivos imposibles “que las viejas alemanas compran de oferta”. Una abuela que hace 60 años que vive en Brasil pero que habla sólo alemán y que apenas se logra entender con sus coterráneos cariocas. Que renunció a su ciudadanía alemana pero que no puede estar sin las tortas teutonas. Que detesta las películas sobre el Holocausto pero que guarda celosamente su dinero en un banco alemán. Una abuela que sospecha de los exiliados que se beneficiaron de la indemnización del Estado alemán pero que mira con vocación religiosa el noticiero de la Deutsche Welle (y hasta sabe detalles de la vida personal de cada uno de sus conductores).

La idea del libro empezó con una entrevista que el autor realizó a su abuela en San Pablo. Pero sólo dos años después se decidió a escribirlo. Fue en el verano boreal de 2004, cuando con su mujer recibieron a la Oma en su departamento en Berlín. Las partes más altas del libro remiten a ese encuentro: la zumbona crónica de supervivencia de diez días junto a la Oma por las calles de Berlín, visitando parientes, algún museo, muchos shoppings, pocos castillos y el único canal de televisión internacional, y devorando, claro, infinidad de tortas, chocolates, crucigramas y comida china.

Pero Magnus también decide que retratar a la abuela no es sólo contar su historia, sino también reproducir su modo de contarla. Entonces, y en registro casi opuesto, el libro intercala fragmentos directos de la entrevista realizada a la Oma en Brasil. El diálogo, salpicado de giros en hebreo y alemán, se vuelve más enmarañado y sinuoso (como sólo pueden ser los relatos de abuela) y ganan los retaceos y la resistencia a revivir el horror de una anciana que a los dieciocho años se hizo deportar al campo de concentración Theresienstadt buscando a su madre ciega, a la que luego siguió hasta Auschwitz y que se salvó de las cámaras de gas porque un soldado nazi le apropicuó una patada en la mandíbula que milagrosamente la colocó en la fila de los liberados.

Por suerte, el libro llega hasta el momento en el que el nieto viaja a San Pablo para leerle la novela a la abuela. Y aunque la Oma objeta un poco que le critiquen el vestuario y pide algún ajuste por miedo a que la acusen de “nazi”, se somete con estoica ternura a ocho horas de lectura sólo interrumpidas por un almuerzo (liviano).

La abuela tiene otro don: navega con reflexiva gracia por la brecha generacional y cultural abierta entre los sobrevivientes de una diáspora trágica y el periplo de ciertos jóvenes argentinos que buscan en la academia alemana los secretos de la filosofía y la literatura española, y de paso, de su propia historia.

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