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Domingo, 18 de febrero de 2007

CARMAN

Tierra de leyenda

Un libro antiguo enterrado en el oeste bonaerense y un grupo de elegidosconforman una novela de clima onírico nada convencional.

 Por Leonor Silvestri

Los elegidos
María Carman
Mondadori
190 páginas

María Carman es una prestigiosa investigadora, ensayista y doctora en antropología que se aventura con una novela valiente, nada convencional. Los elegidos parece heredero de la ciencia ficción interior al estilo Ballard o el gótico de terror de Lovecraft, pero con un lenguaje digno de un poemario, especialmente en la primera parte del material.

La historia de Los elegidos es fácil y compleja al mismo tiempo. Un grupo de amigos se reúne a leer un libro antiguo e intrigante de autor anónimo, que sale a la luz a partir de una especie de búsqueda del tesoro que ellos mismos emprenden. El libro se encuentra enterrado, extrañamente, en Haedo, y una difusa y onírica geografía del conurbano bonaerense será el escenario para esta novela que no es otra cosa que la narración de uno de los sobrevivientes a las sesiones de lectura. El grupo de amigos deja sus vidas de lado para someterse a un círculo de lectura de un texto que parece que les revelará el sentido de sus vidas, o de la vida en sí. Grupo sui generis y extravagante si los hay, donde se encuentra todo: una ciega que canta como un ángel, pinta como los dioses y tiene una hermana siamesa que muere cuando son separadas; un escultor enamorado de la ciega; un librero virgen homosexual; un científico loco e inescrupuloso con poco aprecio por el sexo opuesto; una bella y joven mujer que no puede soñar; y un narrador, hijo de desaparecidos, alter ego de la autora, como ella lo dejará en claro hacia el final del libro, en el cuaderno de notas de la novela, que brinda interesantes claves de lectura no tanto a la novela sino a la vida privada de la autora, sus miedos y sus extravagantes deseos ocultos que parece quieren anunciarse a través de su texto.

Quizás el punto ciego de la novela sea este exceso, que no logra hacerla barroca, y retarda la trama, porque allí cohabitan demasiados géneros y demasiados tópicos: las bibliotecas, el laberinto, la fantasía, el realismo maravilloso argentino, nuestra Historia reciente, el policial, más un cuidado trabajo sobre las formas del habla rioplatense, en sólo 190 páginas. Sin embargo, las lecturas de ese libro misterioso que los amigos se reúnen diariamente a compartir en grupo, y que parece ir construyéndose con ellos, advierte acerca de un principio crítico epistemológico fundamental en la actualidad que afecta a cualquier texto, de ficción o no, a saber: que la obra no se termina de construir sino en la instancia de la recepción. En clave de metáfora o alegoría, los lectores de Los elegidos sueñan cosas que luego ocurren, o quizá capítulos de ese mismo libro que de un modo les da vida y sentido a sus vidas, pero también los extermina, haciendo que sus cuerpos, a veces, nunca aparezcan, porque como ya sabían los griegos, la muerte y el sueño son dos divinidades hermanas.

Novela marcada por la hibridez, típico signo de nuestros tiempos, que no va ni a lo obvio ni a lo común y que retoma, en un intento maravilloso, tradiciones disímiles, sin lograr del todo emulsionarlas. Sin duda, un texto heredero de los cuentos maravillosos de Borges o de la novela que éste podría haber escrito, de no haber sabido que el clímax que un cuento genera difícilmente se sostenga a lo largo de todo el desarrollo de una novela.

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