libros

Domingo, 8 de abril de 2007

AGUIRRE

Había sangre por todas partes

Iniciación, vía crucis y apogeo de un cronista policial.

 Por Martín Pérez


Notas en un diario
Osvaldo Aguirre

Editorial Municipal de Rosario
166 páginas.

Antes de trabajar en el diario yo escribía unos textos a los que llamaba crónicas policiales. Pero no eran verdaderas crónicas, ni llegaba a comprender del todo los hechos de que estaba hablando. No sabía cómo era un policía, cómo hablaba un preso, qué significaba vivir en una villa miseria. No tenía la menor idea. Tampoco había visto un cadáver, ni siquiera un auténtico reguero de sangre humana.” Así comienza Notas en un diario, el libro con el que Osvaldo Aguirre ganó el año pasado el primer premio del concurso Ciudad de Rosario en la categoría de Relato de no ficción. Aguirre recordará cómo, justamente, llegó a escribir textos que fuesen verdaderas crónicas policiales. Y, como en aquella época en que jugaba a hacer esos textos policiales, Notas en un diario está lleno de crónicas que pretenden ser verdaderas, que pretenden explicar cómo es que se llega a ser un cronista policial.

Como texto de no ficción, este libro de Aguirre es difícil de categorizar. No es una simple memoria periodística, aunque de alguna manera lo es la primera parte del mismo, subtitulada El borrador de la historia. Allí es donde se cuenta cómo fue que el narrador ingresó muy joven a un diario, cómo fue que terminó en la sección policiales, y cómo son en realidad las características de dicha sección en ese diario, y en todo diario en general. Un recuerdo preciso permite entender todo sin que haga falta explicar demasiado: en La Capital de Rosario, a la sección policiales no se le llamaba así, sino simplemente Policía. Pero cuando esa historia comienza a tomar vuelo, súbitamente termina. Y entonces comienza la segunda parte del mismo, Retratos hablados, que parece una recopilación de crónicas, esta vez verdaderas, no como las que recuerda Aguirre haber escrito antes de ingresar al diario.

Por último, en una tercera sección bautizada simplemente como Notas en un diario, las dos primeras secciones del libro parecen mezclarse, y las crónicas se mezclan con el devenir periodístico de su autor, sin lograr sin embargo construir un relato, lo que justamente parece ser su intención. Porque Notas en un diario es un libro interruptus, que comienza amagando hacer un panegírico de la crónica policial –“La crónica policial es el verdadero suplemento literario del periodismo gráfico”, dirá alguno de sus supuestos maestros– pero lo deja rápidamente de lado, como en esas películas de Hitchcock donde aparece un científico sólo para dejar en claro que lo que se va a ver en la película no tiene nada que ver de científico. Sin embargo, a pesar de haber logrado en lo formal de manera admirable su objetivo, el libro de Aguirre termina frustrando a su lector. Porque después de leer ese comienzo de iniciación, es difícil concentrarse en lo que sigue. Porque sí, es verdad, la realidad no es tan simple como ese cuentito del joven que se inicia en un oficio –y no cualquier oficio– pero es difícil no querer que te cuenten el cuento. Y Aguirre decide no hacerlo. Y ahí está el logro, y el desplante, de semejante trabajo.

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