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Domingo, 13 de enero de 2008

ESTHER DíAZ

Buceo en el deseo

Una reflexión y un debate alrededor de la tecnociencia, sus dilemas éticos y su influencia sobre las formas del deseo.

 Por Mariano Dorr

Entre la tecnociencia y el deseo
Esther Díaz
Biblos
168 páginas.

“Al poco tiempo de comenzar mis estudios universitarios escuché a un afamado profesor decir que las ciencias se rigen por un método único y que el científico no es responsable éticamente de los conocimientos que ofrece a la comunidad. Me pareció un disparate.” Pero no se terminó ahí, a la indignación frente al “pensamiento único” se le sumó una dolencia estomacal crónica, producto de los choques con “las huestes del antiguo profesor”. Así comienza el nuevo libro de Esther Díaz, a dos años de su incursión en la literatura erótica con la publicación de El himen como obstáculo epistemológico. Si bien ahora se trata de un libro de seis ensayos teóricos y un “Anexo”, la autora consigue –otra vez, habría que decir– un diálogo enriquecedor entre el discurso de las ciencias y las problemáticas del deseo; se trata de llevar a cabo (como indica el subtítulo de la obra) “la construcción de una epistemología ampliada”.

El primer artículo (“¿Qué es la epistemología?”) consiste en una relectura del primer capítulo de Las palabras y las cosas, de Michel Foucault, vinculando el análisis foucaultiano de Las Meninas de Velásquez con la estructura de Rashomon, el film de Akira Kurosawa: “En las dos obras de arte evocadas la ubicación del jurado –en Rashomon– y la del rey –en Las Meninas– semejan también el lugar del epistemólogo”. Como los jueces mismos, el filósofo de las ciencias no puede hacer más que “observar recortes de una realidad infinita”. La verdad se escabulle entre sus múltiples sentidos; la tarea del epistemólogo será entonces la de reflexionar “sobre los derroteros del conocimiento científico más allá de la escena propiamente científica”. Según la autora, la epistemología es a las ciencias lo que la crítica de arte es al fenómeno artístico mismo.

En “Etica de la investigación y epistemología del deseo”, después de desarrollar una serie de preguntas conductoras (“¿Es un objetivo valioso la extensión de la vida humana siendo su destino ineluctable el geriátrico?”), Esther Díaz se ocupa de lo que llama “la inflación de la sexualidad”. El “hipersexualismo” al que asistimos hoy, lejos de ser un fenómeno reciente, tiene su origen a fines del siglo XVIII (como explicó Foucault en La voluntad de saber, primer tomo de su Historia de la sexualidad). Sin embargo, Díaz llama la atención de determinados cambios en las prácticas sexuales; uno de ellos, el esperado triunfo de la masturbación: “Las prácticas surgidas de los medios masivos y digitales, de la biotecnología y del temor al sida están dando cuenta de una pulsión deseante diferente, que no se corresponde con el deseo edípico freudiano, sino con un deseo mediático y una revalorización de la masturbación”.

El libro se completa con un artículo en torno de Wittgenstein; un trabajo sobre la noción de “verdad”, un ensayo sobre hermenéutica y epistemología del caos, y una vibrante intervención interpretativa del Rizoma de Deleuze y Guattari. Allí donde algunos (los hombres “serios” de la filosofía) pretenden “rigurosidad científica” y “académica”, Esther Díaz postula la necesidad de una epistemología ampliada, habitada por el deseo y la risa (nietzscheana), desacartonando el rigor mortis de los conceptos que operan –Dios y la Tecnociencia mediante– entre las palabras y las cosas.

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