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Domingo, 3 de febrero de 2008

VALLE-INCLáN

Sonata de vuelta

Mientras su obra sigue siendo valorizada en todo el mundo, acaba de aparecer en España un libro con obras inéditas y más de cien cartas desconocidas de Ramón del Valle-Inclán, material que revela secretos de su trabajo y, de yapa, resucita al marqués de Bradomín.

Hay escritores tan adelantados a su época que cíclicamente sus innovaciones cobran nueva fuerza, mientras que algunas de sus opiniones son usadas en renovados debates. Tal es el caso de Ramón del Valle-Inclán, de quien por estos días se está hablando tanto en España. En su Tirano banderas, por ejemplo, desarrolla la compleja figura del dictador sudamericano Santos Banderas que dejó huella en la literatura latinoamericana. Su también célebre obra Luces de bohemia, según algunos estudios de los últimos años, adelantan el teatro antiburgés del absurdo y del distanciamiento, y también ciertos aspectos del cine. Justamente, la semana pasada se estrenó en Valladolid una adaptación de la obra esperpéntica protagonizada por Max Estrella, a cargo de la compañía española Teatro del Temple, con el aporte de escenarios posmodernos y media docena de intérpretes que se multiplican para dar vida a los sesenta personajes de la obra. Pero quizá lo más destacable sea que la editorial española Espasa Calpe acaba de sacar un libro que reúne inéditos, textos dispersos y 144 cartas, de las cuales sólo se conocían cuatro. Los textos son: Sevilla, La muerte bailando, Bradomín expone un juicio y La marquesa Carolina; de las cuales sería la primera la más lograda y una continuación de la serie El ruedo ibérico. Las otras dos obras son fragmentos más breves en los que recupera a su más famoso personaje: “Es un Bradomín diferente, completamente desengañado con opiniones extravagantes como, por ejemplo, al decir que en España nunca ha habido alzamientos sino sólo asonadas de sargento”, explicó su nieto Joaquín del Valle-Inclán, quien escribió uno de los prólogos de la obra.

Las cartas acompañan gran parte de la vida de Valle-Inclán –desde que llegó a Madrid en 1895 hasta 1935– y en sus renglones desfila una evolución parecida a la de muchos de sus personajes, con sus correspondientes logros, satisfacciones y enojos: “En sus primeras cartas es un joven ilusionado, dispuesto a publicar sus textos y a sacar una revista. Después viene la amargura que significó la pérdida de su brazo, sobre todo, y esto no muchos lo saben, porque quería ser actor. Pero al mismo tiempo puede verse la fe que tenía en su trabajo, sobre todo los dramáticos, y la seguridad de que algún día encontrarían respaldo”, adelantó su nieto.

Y si todo inédito de los grandes escritores suele valorarse de acuerdo con el grado de evaluación que permite hacer sobre su obra, estas páginas confirman el cinismo creciente de Valle-Inclán: “En su obra existe un gran cambio. Antes, sus personajes eran heroicos. Luego desaparecen y surgen todos esos modelos que representan lo peor que hay en la historia. El héroe desaparece y ocupa su espacio el contrahéroe, el hombre desengañado que contempla la evolución de España”. Por otra parte, estos inéditos también sirven para profundizar un poco sobre su metodología de trabajo: “Su preocupación era siempre la tipografía. En lo demás, fue muy descuidado, como en la revisión de los textos. De hecho, existen bastantes erratas. Uno de los problemas deriva de la costumbre que tenía de escribir todo en cuartillas (para 300 páginas, por ejemplo, hay miles de cuartillas), con lo que tuvo muchos problemas de cambios de numeración y capítulos traspapelados”.

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