libros

Domingo, 13 de octubre de 2002

RESEñAS

La vida como espectáculo

El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea
Leonor Arfuch

Fondo de Cultura Económica
Buenos Aires, 2002
320 págs.

Por Adriana Rodríguez Pérsico

La fascinación que ejercen los relatos de vida tiene que ver con la impertinente curiosidad que nos posee en el instante de asomarnos a un secreto bien guardado o a alguna perversión escondida. La vida como espectáculo o el placer voyeurístico del lector. De esta pasión enfermiza dan cuenta anaqueles repletos de libros que agotan el tema, prolijos estudios que deslindan las formas narrativas de la biografía, la autobiografía, el retrato, las memorias, el diario, la novela autobiográfica, y más modernamente, la entrevista, el testimonio, el “reality show” o el “talk show”.
Entre los ensayos que abordan el tema, El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea no es uno más. Llama la atención su afán de dar cuenta de toda la bibliografía y de todas las textualidades que pueden caber en el “espacio biográfico”. Este deseo tan moderno de totalidad, de armar un libro como si fuera un aleph, se traduce en las preguntas que hace la autora cuando describe los inicios de su investigación:
“¿Era posible mantener la clásica línea divisoria entre público y privado? La expresión de la subjetividad de lo privado –la mostración de intimidad, las narrativas, los intereses, el `mundo privado’–, ¿era necesariamente, en su advenir mediático, una contracara (indeseada) del fracaso de las utopías sociales? ¿Podían postularse, desde un pensamiento de la pluralidad y la diferencia otras alternativas, otros prismas para la lectura y la interpretación?”.
El examen de los procesos de construcción de la subjetividad dibuja una genealogía que contempla la emergencia del género con las confesiones (de San Agustín o Jean-Jacques Rousseau), pasa por la consolidación de diferentes textualidades durante los siglos XVIII y XIX, y se detiene en modos tecnológicos contemporáneos. En la búsqueda de formas que expresen la subjetividad contemporánea, Arfuch apuesta a la expansión y la diseminación, articulando en el concepto de género discursivo las formas tradicionales con los productos de la cultura de masas.
Desde una perspectiva de la heterogeneidad, la autora otorga un lugar destacado a la entrevista, que recoge rasgos epocales: la apelación a la autenticidad, el anclaje a la realidad, la ilusión de acceder a la noticia de modo directo o de descubrir una verdad, el retorno del sujeto (dueño de la palabra) a la escena. Arfuch constituye un corpus inusual que articula dos tipos de prácticas que no suelen ir juntas, la entrevista mediática y la científica. Las voces de escritores registradas en libros y suplementos culturales de diarios porteños se acoplan y complementan con las voces de emigrantes, descendientes de italianos que a fines de 1980 se mudan a la tierra de los antepasados.
Una cita de Roland Barthes muestra la articulación interdisciplinaria que es el soporte de El espacio biográfico. Cuando, en 1975, le preguntan acerca de sus objetivos al escribir Roland Barthes por Roland Barthes, la respuesta señala un lugar de enunciación: “No. No pienso que dije la verdad sobre mí, no me plantée eso en absoluto. Justamente traté de mostrar lo que llamo un `imaginario de escritura’, una manera casi novelesca de vivirse como personaje intelectual en la ficción, en la ilusión, y para nada en la verdad. En consecuencia, no pienso que al escribir sobre mí me haya ubicado en el lugar de un crítico”. Imaginario, personaje, ficción, ilusión. Hay, en esa cadena, la voluntad de colocarsedel lado de la literatura, el ademán insistente en una escritura que desmiente cualquier pretensión de objetividad.
El movimiento incesante –que Barthes veía como destino del intelectual- señala recorridos y trayectos. Arfuch sitúa los “dilemas de la subjetividad contemporánea” en un espacio lábil y proteico que va trazando fronteras y deshaciéndolas a medida que avanzan las páginas. Posiciones subjetivas, puntos de vista, identidades narrativas, géneros literarios, límites disciplinarios, todo tiene la impronta de lo efímero y cambiante. Porque, a pesar de que la tapa rece muy claramente “sociología”, éste es un libro que se mueve, literal y metafóricamente, entre varias disciplinas donde predomina la crítica literaria.
Si Barthes es el modelo tácito de El espacio biográfico, Mijail Bajtín se impone por saturación. El postestructuralismo produjo una explosión del pensamiento bajtiniano, sobre todo en torno a los núcleos de la carnavalización y el dialogismo. Como es lógico, después del achatamiento y la simplificación sobrevino el olvido. Devolverle espesor y leer esos ensayos en el contexto de una crítica cultural no es tarea menor y casi un acto de justicia, que compensa, de alguna manera, el saqueo. El espacio biográfico pone en primer plano el carácter dialógico del lenguaje. Todo enunciado -.sostiene Bajtín– entra en diálogo con la historia, se vincula con los enunciados previos e invita a enunciados futuros. Todo enunciado posee dos aspectos: el que proviene de la lengua, que es reiterable; el que proviene del contexto de enunciación, que es único. De este modo, géneros y destinatarios se encuentran en la tarea del cambio de las cosmovisiones.
En la medida en que la subjetividad se configura en el lenguaje, a Bajtín le interesa el hombre como “hablante”. El teórico ruso resume esta dimensión interactiva cuando distingue tres modos de existencia de la palabra: como palabra neutra, que no pertenece a nadie, como palabra ajena, llena de ecos de otros, y como palabra propia, palabra asumida por un sujeto en una coyuntura específica. En ella está contenida la entera expresividad. El sujeto se hace cargo de esa palabra. En El espacio biográfico, Leonor Arfuch cumple con esa responsabilidad.

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