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Domingo, 12 de abril de 2009

SAER Y PIGLIA EN PRINCETON

La conversación

Se puso on line el segundo número de Alambre, la revista de comunicación y cultura dirigida por Aníbal Ford. Entre los artículos incluidos se cuenta este diálogo inédito entre Ricardo Piglia y Juan José Saer, que gentilmente fue cedido a Radar.

En octubre de 2002 Saer pasó una semana en la Universidad de Princeton, donde dictó una conferencia sobre el Quijote e hizo una lectura pública de sus poemas. Arcadio Díaz Quiñones había comenzado a preparar en eso días –junto con Paola Cortes Rocca– un volumen de las Conversaciones en Princeton, dedicado a Saer. Como es habitual en esa serie, se graban las conversaciones que luego forman parte del cuerpo central del libro (que ahora está en proceso de edición). Pero un momento especial se filtró en las grabaciones sin que nos diéramos cuenta de que ya estaban grabando. Se trata de una charla sobre La Grande, que Saer estaba escribiendo en ese momento. Se puede ver –para horror de los críticos– que hablamos de los personajes de las novelas como si fueran amigos de los que queremos tener noticias (Ricardo Piglia).

Piglia: En la novela (La Grande) hay un primer grupo de personajes en el que estarían César Rey, Marquitos Rosenberg, Escalante, y ahora Gutiérrez, grupo que sería de una generación anterior a la de Tomatis, Garay, etc...

Saer: Sí, por supuesto: primero son las edades de la vida –como diría Hölderlin–, porque en Lugar Tomatis tiene más de cincuenta años, tiene una novia –que es arquitecta, y que es su tercera o cuarta mujer–, tiene una hija que es adolescente o joven. Y la cosa más complicada de su biografía, de su vida, es entre el final de Glosa (alrededor de 1978) y Lo imborrable, ahí hay una especie de crisis o de agujero negro por el cual él pasa y sale: en Lo imborrable él cuenta un poco la salida de eso.

Piglia: Y se gana la vida en el diario.

Saer: No, dejó: en Glosa y en Lo imborrable ya se ha ido del diario; y yo justamente quería escribir algo acerca de eso: en un determinado momento él dice en Lugar que si pudo dejar el diario, fue porque un tío le dejó una herencia; pero después yo quería hablar un poco de por qué dejó el diario, y tal vez lo haga en esta novela que ahora estoy escribiendo.

Piglia: ¿Y las mujeres ? La madre, la hermana...

Saer: Buenos, las mujeres de Tomatis son muchas; la primera de todas aparece en “Algo se aproxima” y se llamaba, creo, Pocha. Después viene su primer casamiento (se casa y dura pocos meses porque el casamiento burgués mucho no le va), después se mete con una muchacha con la cual queda un cierto tiempo para poco después separarse, y después se encuentra con su mujer, Haydée, la madre de su hija, con la cual convive un cierto tiempo, aunque finalmente también se separa de ella. Entonces, después de eso no se habla más (de sus aventuras, porque como todo divorciado después empieza a andar con una y con otra), su hija crece, y ahora está con una mujer que se llama Victoria, que en Lugar aún no tiene nombre pero que en esta nueva novela va a aparecer con ese nombre; ella siempre se refiere a Tomatis como “éste”.

Piglia: ¿Y Marquitos?

Saer: Bueno, Marquitos aparece en la novela que estoy escribiendo ahora, ya es grande, mayor...

Piglia: Está con la mujer del amigo...

Saer: Sí, la mujer se va con Rey cuando vuelve a Buenos Aires, pero Rey se mata en un accidente de metro, del cual se dice que seguramente estaba borracho cuando se cayó, pero también se sugiere que pudo ser un suicidio; entonces ella, en Cicatrices, vuelve con el marido, el marido la va a buscar y después vive con él. Y ahora va a aparecer en esta novela, pero ya es una mujer vieja.

Piglia: Y Marcos es el comunista...

Saer: Marcos es el comunista, pero ya no es comunista ahora, aunque siempre es de izquierda, es diputado de izquierda o de centroizquierda.

Piglia: ¿Y Sergio Escalante?

Saer: Escalante también aparece en esta novela, porque cuando viene Gutiérrez decide hacer una fiesta e invitar a todos sus amigos, entonces lo va a buscar a Escalante, que vive muy cerca de la casa de él. Escalante siguió trabajando de abogado, pero trabajando lo menos posible, y sigue con la criada, incluso le dice “¿Sabés que vivo con mi sirvienta desde hace veinte años?”, “No esperaba menos de vos” le responde el otro.

Piglia: Y sigue jugando.

Saer: No, no juega más, pero cuando él lo va a buscar lo encuentra en un club de pesca, bien de barrio, jugando al truco. Y vive en una casita de Rincón, una casita modesta y su mujer trabaja en la ciudad –su mujer ya es una muchacha de cuarenta años–, incluso Gutiérrez le dice a Escalante que ha pasado por su casa y que lo atendió su hija, y éste le dice que no, que es su mujer.

Piglia: Y Sergio ¿había aparecido antes o no?

Saer: No, está nada más que en Cicatrices. Y ahora no estoy muy convencido de que aparezcan los mismos personajes, a menos que aparezcan muy episódicamente. Entonces, no sé... porque le dice a Gutiérrez que no le parece muy probable que vaya a ir, y ahí no sé si va o no va, entonces tal vez lo haga aparecer cinco minutos y después que se vaya, no sé, ese regodeo de que los personajes aparezcan así y desaparezcan mucho no me gusta.

Piglia: ¿Y el juez?

Saer: El juez ese desapareció.

Piglia: ¿Pero es pariente de los Garay?

Saer: Es de la familia, pero de los otros Garay, porque están los Garay López y los López Garay, porque es así: están los Anchorena Mitre o los Mitre Anchorena.

Piglia: Y Pichón, ¿qué está haciendo?

Saer: Pichón es profesor de literatura en La Sorbona; en Lo imborrable dice “ocupo un puesto subalterno en un lugar subalterno: soy profesor de La Sorbona”, está casado y tiene dos hijos, y uno de ellos viene con él en La pesquisa.

Piglia: Y él se va, en “A medio borrar”, en un momento cronológicamente indeciso.

Saer: Sí, digamos que se va un poco antes de los setenta, en el ‘67 o ‘66, y no vuelve hasta el momento de La pesquisa; pero, nuevamente: la cronología es deliberadamente vaga, no por nada en particular sino para no quedar prisionero de la cronología; y probablemente haya algunos anacronismos que yo no alcance a ver...

Para leer el artículo entero, ingresar a www.revistaalambre.com

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