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Domingo, 19 de abril de 2009

Muerte en familia

Autor prácticamente inédito hasta ahora, Carlos Busqued envió su primera novela al Premio Herralde y quedó finalista. Ahora se publica Bajo este sol tremendo, una saga de violencia y crueldad alejada de toda pose exótica.

 Por Luciano Piazza

Bajo este sol tremendo
Carlos Busqued

Anagrama
184 páginas

La historia de la publicación de la novela tiene una atractivo propio. Hasta el año pasado los escritos de Carlos Busqued permanecían inéditos, salvo algunas apariciones en revistas. Como cualquier hijo de vecino decidió presentar su primera novela para el Premio Herralde. Luego se encontró en el contestador un mensaje de Jorge Herralde diciéndole que su novela había quedado seleccionada pero no había ganado, y que igual querían publicarla. Aunque el premio y los euros fueron para el mexicano Daniel Sada, todo el asunto dejó un gusto a reivindicación de minorías.

Bajo este sol tremendo, desde el primero de sus breves capítulos, genera la sensación de estar leyendo algo familiar, y con brillante simpleza se regenera hacia lo siniestro. Tal vez siniestro sería una palabra exagerada para el estilo parco de Busqued. Conocemos a Javier Cetarti, el protagonista de la novela, fumando porro y mirando un documental sobre los calamares gigantes, cuando se entera que su madre y su hermano fueron asesinados de un escopetazo. Cetarti tiene los rasgos de muchos personajes generacionales apáticos, pero velozmente reconocemos que aunque sea un personaje joven, encasillable, y protagonista de una primera novela, no se trata de una novela de iniciación generacional, ni tampoco autobiográfica. Cetarti se moviliza hacia Lapachito, en el Chaco, para resolver la situación final de la vida de su hermano y su madre. Su guía en estos menesteres será un militar retirado: Duarte, el albacea del asesino de su madre. Duarte es un tipo amable que junto a Danielito, su escudero, se maneja con mucha naturalidad por todos los oscuros recovecos ilegales para estafar y chantajear. La trama de la novela irá juntando y separando a estos tres personajes entre muertes familiares, breves reconstrucciones de sus historias personales, complicidad en estafas, fumando mucho porro, y mirando muchos documentales. Los tres personajes se involucran en sórdidas historias que desafían la pasividad del entorno que los rodea. Suenan disparos en la carne humana y de otros animales, y sin embargo no hay ecos de emotividad en sus personajes. Su estilo no se doblega al intento de juicio. Si se enfrenta con un conjunto de emociones, no se esfuerza por describirlas. La fascinación por la marginalidad, tan apreciada por la narrativa, está dirigida con mucha precisión hacia el gesto mínimo y los detalles. Más allá de los sucesos impresionantes contados con naturalidad, la sordidez de un personaje como Duarte, se completa con impecable precisión cuando descubrimos que disfruta escuchando un casete entero de Jorge Corona, con chistes sobre gauchos que culean chanchas, mexicanos que gritan “¡viva la menstruación!”. Sin esquivar el humor, Busqued logra evitar la pose lumpen y la afectada “tolerancia paternalista hacia lo exótico”; típica mirada sobre el margen que así describió David Oubiña sobre el nuevo cine argentino.

Ocurren múltiples crímenes en múltiples niveles en Bajo este sol tremendo: asesinatos, secuestros, colección de insectos electrocutados, mataderos, y a todos estos habría que sumarles los que se hacen referencia en los documentales que los protagonistas ven constantemente. En este sentido la novela tiene algo de policial que nunca se concreta. Busqued no busca devolverle al mal una esfera específica. Da toda la sensación de que permitiría hacer eco de una vieja máxima de David Viñas: “Ya no se puede decir que otros tienen la culpa. Hoy la culpa es de todos. Y es necesario escribir y vivir como culpables”. El reverso de la máxima implicaría que todos somos inocentes. Encontrar la prosa de Busqued en la desolación de esa contradicción, no sería tan exagerado.

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