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Domingo, 14 de junio de 2009

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Ay, Ramona!

Su cultura y sus prototipos sociales y literarios han sido víctimas de un largo y ya viejo malentendido. En definitiva, el título de este libro da en la clave de lo que se trata de desentrañar: Los gallegos en el imaginario argentino indaga en revistas, sainetes, literatura popular, ilustraciones y caricaturas para medir la verdadera influencia de un colectivo que, con sus descendientes, conforma en la actualidad la séptima parte de la población argentina.

 Por Angel Berlanga

Los gallegos en el imaginario argentino
Literatura, sainete, prensa

María Rosa Lojo (dir.), Marina Guidotti de Sánchez, Ruy Farías

Fundación Pedro Barrié de la Maza
455 páginas

La profunda sensibilidad de los gallegos se ha escapado siempre al juicio de los argentinos que, planteaba Roberto Arlt, no los conocen y los motejan de brutos por envidia, sólo porque no son capaces de trabajar como ellos. En 1935, después de recorrer Vigo, Pontevedra, Santiago de Compostela, Betanzos y A Coruña, el escritor y periodista publicaba en El Mundo, el diario que lo había enviado, una serie de aguafuertes. Su observación bien puede signar un malentendido con tintes peyorativos que pertenece, a esta altura del partido, mucho más al pasado que al presente: el gaste discriminatorio al inmigrante gallego, el acuñe del gentilicio como descalificativo. Una huevada, bueh, que subsiste hoy, con alguna variante, hacia otros pueblos.

La referencia de Arlt es apenas una entre los cientos de citas y tramos de textos que nutren Los gallegos en el imaginario argentino, una expandida investigación dirigida por la doctora en Letras y narradora María Rosa Lojo, acompañada en su faena por la profesora Marina Guidotti y el historiador Ruy Farías. Cada uno de ellos se hace cargo en el libro de un ítem –literatura, sainete y prensa, respectivamente– y, en trío, comparten la autoría de una puesta en contexto que semblantea las características generales de la emigración gallega a la Argentina entre 1750 y 1960.

“Es este el primer estudio sobre la construcción de una imagen etno-cultural específica –apuntan– en la vasta zona verbal y gráfica que recoge la percepción de la sociedad sobre los gallegos inmigrantes y a la vez proporciona las pautas para sus representaciones futuras. Algunas se esclerosan y anquilosan, y persisten, casi inmodificadas, hasta nuestros días.”

Como se verá en el acercamiento a cada uno de los textos del trío, varían las aperturas del obturador y del campo de enfoque. El trabajo de Lojo es el más abarcador, porque además de desplegar su estudio entre las obras canónicas y fundadoras y las publicadas ya en este milenio, rastrea el abordaje que se hace sobre los gallegos en varios géneros: novelas, cuentos, memorias, crónicas de viaje y autobiografías. El listado de autores que reflexionan sobre ellos o que los incluyen como personajes es tan notable como extenso, y va desde Mansilla, Lynch, Gálvez, Bioy, Mármol, Wernicke, Jauretche, Güiraldes, Marechal, Manauta y Sabato a, más acá, Pablo Ramos, Neuman y Piñeyro, por mencionar a unos cuantos; en el inventario aparecen la abuela del narrador de El buen dolor, de Saccomanno; el mozo-investigador de Sasturain de Manual de perdedores; Fernández, el instructor guerrillero de Rosa de Miami, de Belgrano Rawson. Lojo organiza su estudio por categorías que enfocan en los roles y rasgos recurrentes (criados, trabajadores, honrados), en los estereotipos degradantes, en los vacíos (falta de personajes que sean intelectuales o artistas, cuando hubo tantos) y, también, en los que se salen de molde. Las ponderativas miradas de Arlt y de Rojas tras sus visitas a Galicia cierran un capítulo que sigue abierto y maleable, subraya, por los relatos que vendrán, entre los que empieza a asomarse, apunta, un nuevo estereotipo: el del “gallego rico perteneciente a una Europa poderosa que establece con una América latina pauperizada relaciones neocoloniales”.

El estudio de Guidotti sobre los sainetes presentados entre 1890 y 1940 muestra también la profusión de personajes gallegos en esas obras, en las que destaca un estereotipo: la mucama. Sigue, en el ranking, el laburante honesto, perseverante, ahorrador y bruto. De arranque, Guidotti reúne un par de poemas en los que se ve, en apenas una década, el cambio de signo valorativo: del destaque de Vicente López y Planes del valiente batallón gallego tras las Invasiones Inglesas en El triunfo argentino, al elocuente verso de Hidalgo en Cielito patriótico tras la batalla de Maipú: “Mueran todos los gallegos” (el gentilicio, es sabido, alude muchas y erróneas veces a “los españoles”). A fines del siglo XIX la inmigración masiva y los cruces en los conventillos inspiraron centenares de tangos y piezas teatrales en las que se forjó parte de la identidad urbana y la autora muestra cómo, en muchas de esas obras, aparecen entrelazados los gallegos. Detalla, a veces, el desarrollo de alguna muy significativa, que profundiza; por caso, Farruco, de Alberto Weisbach: en una pareja, él se forjó una situación económica y ella busca ocultar y denigra sus propios orígenes, a los que ve poco glamorosos hacia 1921. Guidotti dedica un apartado a la política, en el que desmenuza La noche de la revolución y Yo quiero ser torero, dos obras de la década siguiente; en la primera hay una cocinera gallega que se rebela contra la explotación de sus patrones; en la segunda un valet organiza una huelga con los peones de la estancia del señorito para el que trabaja y termina ridiculizado.

El trabajo de Farías sobre “prensa” se restringe a un análisis de “Galicia y los gallegos desde la mirada de Caras y caretas”, en los números publicados entre 1898 y 1923 (la revista seguirá saliendo hasta 1939). La imagen que transmitió el semanario, señala el historiador, “fue variada y compleja”: chistes y cuentos cortos en los que se machaca sobre los componentes negativos del estereotipo y, a la vez, gran cantidad de información sobre historia, cultura y geografía, además de una profusión de elementos que dan cuenta tanto de “las múltiples ocupaciones” populares como de otras “más destacadas”: periodistas, profesionales, industriales. Y hay noticias, además, de las instituciones hoy tradicionales que fueron surgiendo. Más allá de la insistencia de los autores en torno de que se trata de un “primer acercamiento”, la investigación alumbra y organiza una diversidad de abordajes culturales realizados durante más de un siglo sobre un colectivo que, con sus descendientes, compone en la actualidad la séptima parte de la población argentina.

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CARICATURA DE CARAS Y CARETAS, 1909
 
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