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Domingo, 7 de febrero de 2010

Vidas para leerlas

Fue uno de los dúos más famosos de la filosofía. Con vidas y obras en común, Gilles Deleuze y Félix Guattari protagonizan ahora una extensa biografía cruzada que recrea el mundo vital del Mayo francés, recupera una obra que suele quedar encerrada en la más pura teoría y da cuenta de una amistad entre subjetividades bien diferentes.

 Por Fernando Bogado

Gilles Deleuze y Félix Guattari: biografía cruzada

François Dosse

Fondo de Cultura Económica

692 páginas

Sentémonos en el diván. Miremos hacia arriba, o cerremos los ojos, lo que nos parezca. Hablemos: ¿Qué soñamos? ¿Qué dijimos? Tengamos la sensación de que nadie nos escucha. Echémosle la culpa de algo que nos sucede a papá o a mamá. Nadie dudaría en afirmar que esto es el clásico planteo de lo que un encuentro con el analista debe ser. Bueno, ahí es en donde está el tema, el gran problema, la crítica: la reciente biografía de François Dosse, Gilles Deleuze y Félix Guattari: biografía cruzada, sitúa precisamente la producción filosófica de este dúo en una época que desconfía de la seguridad de esta práctica analítica, poniendo el acento en las (micro) luchas de una generación, y recuperando toda esa carga fuertemente contestataria, corrosiva, política y afirmativa de una teoría que en los últimos veinte años ha tomado una legitimidad teórica que en su momento no tuvo.

El libro de Dosse –historiador especializado en historia intelectual– comienza, como buen rizomático, por el medio de la cuestión: el método de escritura de estos dos filósofos respondía a una muy particular amalgama del carácter explosivo de Félix, que no paraba de crear o proponer ideas, y el temperamento calmo de Gilles, que saludaba cada idea de su amigo y trataba de localizarla o conectarla con algún postulado filosófico anterior, logrando que la bomba un tanto apresurada de Guattari alcanzara mejor el objetivo gracias a la precisión de Deleuze. Es que, claro, las dos personalidades no podían ser más contrapuestas: Guattari proviene de una familia burguesa ligada a los negocios bien o mal hechos que desde muy temprano se conecta con la militancia política y que pronto, gracias a la figura de Jean Oury, se introduce tanto en la psiquiatría como en la lectura de Lacan. Deleuze, por su parte, carga con el peso de un hermano muerto elevado al rango de héroe por una familia extremadamente nacionalista: comienza sus estudios de filosofía leyendo a Sartre junto a su amigo Michel Tournier, y logra alcanzar, antes de la explosión de Mayo del ‘68, el estatuto de un filósofo a tener en cuenta, dueño ya de un planteo ontológico-metafísico expresado en sus monografías sobre Bergson, Spinoza y Nietzsche y en sus libros Diferencia y repetición y Lógica del sentido.

GILLES DELEUZE CON FELIX GUATTARI EN 1972, CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE eL ANTI-EDIPO

Deleuze y Guattari cruzan sus caminos en 1969, un año después del famoso Mayo, alimentados aún por toda la energía liberada y por la fuerza del acontecimiento, el cual obliga a volver a revisar la manera en que los problemas de las ciencias humanas eran planteados. De esta colaboración surge el primer fruto del trabajo en conjunto, El Anti-Edipo (1972), al cual le seguirían textos como Kafka: por una literatura menor (1975) y el breve texto Rizoma (1976), dos libros que sirvieron para pensar el segundo tomo de Capitalismo y esquizofrenia, Mil mesetas (1980), y el libro final de colaboración conjunta, ¿Qué es la filosofía? (1991). La idea era clara: el primer libro buscaba contraponerse con fuerza a todos los planteos estructurales, sobre todo al lacanismo, oponiendo al triángulo edípico que siempre buscaba que el paciente neurótico de turno acusara a sus padres de todos sus problemas a su contrario, el esquizofrénico, la “buena” psicosis que produce líneas de conexión desde su inconsciente –ahora llamado “máquina deseante”–. Edipo cae: ya no es el niño que teme a sus padres, sino el padre, enfermo de la psicosis “mala”, la paranoia, que le teme al hijo y trata de controlarlo con el triángulo contenedor y familiar de madre-padre-hijo. Frente a la detención del deseo en el ámbito familiar, surge su apertura en el ámbito político y social.

François Dosse ha realizado sendas biografías de Paul Ricoeur (1997) y del estructuralismo entendido como corriente de pensamiento (2004): en este libro, el autor logra aunar la historia grupal, la producción en conjunto de los biografiados, al mismo tiempo que retoma su individualidad, sus caracteres personales, poniendo en práctica lo que tanto le interesó a la teoría de Guattari-Deleuze: mantener la individualidad al mismo tiempo que se entiende el marco grupal, o sea, recurriendo al agenciamiento como nueva forma de entender las subjetividades. Como toda buena biografía, los detalles menores agilizan la lectura apelando a la curiosidad-paparazzi del lector: por ejemplo, Deleuze solía asistir a las clases con páginas de libros cortadas con el objetivo de llevar menos peso a la universidad, o el hecho de que en el funeral de Guattari se haya leído una lista completa con más de treinta nombres correspondientes a todas sus amantes.

Gilles Deleuze y Félix Guattari: biografía cruzada constituye un hito muy importante en la recuperación que el pensamiento de ambos filósofos ha recibido en los últimos tiempos gracias a tres puntos muy importantes: el primero, al volver sobre la figura de Félix Guattari, miembro del dúo que siempre se vio relegado por la trascendencia filosófica del nombre de Deleuze. Dosse no se cansa de recalcar la importancia que sus conceptos y su experiencia como militante ha tenido para el desarrollo de los postulados de Capitalismo y esquizofrenia. En segundo lugar, el libro insiste en la dimensión práctica de las propuestas, que en alguna medida afecta también la manera en que se leen, por ejemplo, los nombres de los autores (el rasgo militante de Guattari vs. la calma teórica de Deleuze). En tercer y último lugar, Dosse releva el hecho de que la recepción universitaria tardía de los trabajos de ambos filósofos siempre se ha dado en el ámbito de la especulación teórica, algo que ha ocasionado que el Psicoanálisis, en tanto hacer, se haya mantenido indemne, y el Esquizoanálisis (productiva contrapartida sugerida por el tándem) apenas sea esgrimido como concepto en los ámbitos relacionados con la Teoría Literaria o la Filosofía. En este último punto, es importante recalcar que Brasil ha recibido de una manera muy fructífera la producción de ambos, hasta el punto de que Guattari solía viajar con regularidad a este país y que inclusive tuvo entrevistas con Lula antes de que se convirtiera en presidente. Argentina, en contraposición, ha optado por mantener una fuerte cultura psicoanalítica-lacaniana que funciona un tanto en desmedro de la adopción de este planteo filosófico.

El libro de Dosse, en definitiva, es una excelente lectura para revisar un momento histórico particular como fue Mayo del ‘68, observar la vida cotidiana de dos importantísimos pensadores de una rabiosa contemporaneidad como Deleuze y Guattari, al mismo tiempo que se vuelven a trabajar propuestas teóricas que recuperan el vitalismo, la positividad y la creación. Después de esta lectura, como mínimo, vamos a tener algo nuevo para decir en la próxima sesión.

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