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Domingo, 4 de septiembre de 2011

The Borges affair

El argentino Jaime Correas y el colombiano Héctor Abad Faciolince aparecen relacionados, duplicados y replicados en un envolvente juego de espejos que incluye al padre del colombiano, un médico asesinado a manos de fuerzas paramilitares y por supuesto a Borges. Los dos escribieron libros sobre unos sonetos de dudoso origen y fértil destino.

 Por Maria Rosa Lojo

Borges y cinco sonetos a él atribuidos son la materia y el enigma de dos libros lanzados hace poco, simultáneamente, en Argentina. Uno de ellos, Los falsificadores de Borges, del argentino Jaime Correas, constituye a la vez una novela testimonial de tintes policiales, un ensayo erudito y un homenaje a la poesía borgeana. ¿En qué consiste la peculiar aventura letrada que propone Correas, periodista de profesión, director del diario Uno de Mendoza? Su trabajo excede las reglas de la investigación periodística o académica para sumergirse, de cuerpo entero, en una pesquisa que fascinará, sobre todo, a los muchos borgeanos que van conformando casi una secta de “fans” desperdigada por el planeta. La intriga se dispara en torno de un soneto (supuestamente de Borges) que el médico Héctor Abad Gómez, padre del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, llevaba en uno de sus bolsillos el día de su asesinato a manos de fuerzas paramilitares. Un verso de este soneto, modificado (“el olvido que seremos”), se convirtió luego en título de la novela homónima (2006) que el escritor dedicó a la vida y muerte de su padre. El mismo Faciolince es quien apela luego a Jaime Correas cuando un compatriota, el profesor, erudito y poeta Harold Alvarado Tenorio, a partir de un artículo polémico, dirige su atención hacia el periodista mendocino. Según Tenorio, Correas habría sido el presunto autor/falsificador de ese y otros cuatro sonetos publicados en un opúsculo artesanal, durante sus años de estudiante de Letras en la Universidad de Cuyo. Desde este punto de partida, el texto del “acusado” se aboca a la demostración de que fue efectivamente Borges y no otro el autor de aquellos poemas nunca recogidos en libro e impresos a manera de homenaje, tras su muerte en 1986, por una pequeña editorial de jóvenes admiradores.

Los falsificadores de Borges. Jaime Correas Alfaguara 304 páginas

La trama se ramifica en un vértigo de simetrías, correspondencias, coincidencias y desconciertos, sólo posible, como señala Correas, en épocas cibernéticas, que permiten increíbles periplos por tiempo y espacio en un lapso mínimo. El héroe (pero también antihéroe y oponente de esta exploración), Minotauro y Teseo en el tupido laberinto de memorias y escrituras, resulta ser el descomunal, egocéntrico y desbordante Harold Alvarado Tenorio, puente y obstáculo entre Correas y el hijo de Abad Gómez. Dos rasgos notables caracterizan el libro: uno, sin duda, su capacidad de transformar un rastreo erudito en una intriga literaria y cuasi policial que modifica las vidas de los personajes, construye una entrañable amistad (la de Correas y Faciolince) y un vínculo de filiación (de ambos con Borges, a través del inmolado Héctor Abad Gómez); el otro es la mostración, indirecta pero recurrente, de la compleja historia de la violencia política en América latina. Convertida en clima atrozmente “natural”, no impide, sin embargo, la persistente búsqueda de la belleza perfecta, que, como los sonetos, sobrevive obstinada contra todas las desdichas.

Este libro del argentino Correas entabla un interesante contrapunto con Traiciones de la memoria de Abad Faciolince, texto más inclasificable e híbrido aún, ya que incorpora la imagen. Vuelve a contarse aquí la misma historia, pero ahora en la voz del colombiano, desde cuyos ojos, como en un espejo inverso, vemos, convertido en personaje, a Jaime Correas y a todos los argentinos involucrados en la intriga borgeana. Las reproducciones facsimilares de cartas, artículos periodísticos, pinturas y manuscritos originales, hacen de esta obra un verdadero y memorable “libro de colección”. Otros dos relatos incluidos en él se ocupan de temas diversos (aunque también relacionados con la autoficción y los juegos de la memoria).

Traiciones de la memoria. Héctor Abad Faciolince Alfaguara 272 páginas

En suma, este concierto a cuatro manos y a dos voces es una rareza (y en cierto modo, un lujo editorial) que quizá sólo permite la cada vez más proteica y multifacética figura de Borges. Icono y fetiche literario de tal fuerza y poder de seducción que motiva novelas, testimonios, autoficciones y memorias con lo que –en el caso de cualquier otro literato– apenas se convertiría en objeto de una determinación académica de autoría vertida en alguna revista especializada. Como en algún momento lo señaló (o quizás autopredijo) Borges mismo, un escritor sobrevive verdaderamente no sólo por los valores intrínsecos de su obra, sino cuando construye (o cuando la posteridad le construye) un personaje que se convierte en símbolo. Ese ha sido, y seguirá siendo cada vez más, por lo que parece, su propio destino.

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