libros

Domingo, 16 de marzo de 2003

La multitud no se rinde

VALLAS Y VENTANAS
Naomi Klein

Trad. Ramón González Férriz
Paidós
Buenos Aires, 2002
262 págs.

POR MARTIN BERGEL

Si es cierta la sentencia del francés Edgar Morin según la cual el comienzo del siglo XXI debe ubicarse en Seattle, en noviembre de 1999, cuando el movimiento contra la globalización capitalista atravesó el umbral de silenciosa gestación en el que venía urdiéndose para irrumpir en la escena pública en un grito que proclamaba la necesidad imperiosa de deshacer y rehacer de nuevo al mundo, lo es aún más claramente que ese acontecimiento supuso una aceleración y un cambio radical en la vida de muchas personas. Naomi Klein era ya una periodista asentada en su oficio, que venía trabajando desde hacía años en la escritura de su primer best-seller, No Logo, dedicado a explorar las nuevas formas de militancia contra la explotación y la mercantilización de la vida a partir de la hegemonía del neoliberalismo en todo el planeta. Pero una mezcla de azar y de atenta lectura de la contemporaneidad hizo que su publicación coincidiera casi exactamente con los hechos de Seattle. Desde entonces, el movimiento de justicia global emergente y la propia vida de Klein –en ocasiones, incluso a su pesar– no han podido separarse.
En efecto, estos intensos primeros años del siglo han encontrado a Naomi Klein siendo testigo directa de buena parte de los procesos sociales más significativos que se dan cita en el mundo. Su pluma ha brindado registro de las situaciones diversas que traman la madeja del así llamado movimiento de movimientos contra el neoliberalismo, desde los Centros Sociales italianos y las asambleas argentinas hasta los movimientos sociales de base sudafricanos y la nueva militancia juvenil anticapitalista en Estados Unidos y Canadá. Ese conjunto de relatos y reflexiones vitales, escritos al vértigo del ciclo plural de luchas que enmarca al movimiento global, es el que ahora Klein presenta en su nuevo libro, Vallas y ventanas.
Corresponde decir de inmediato que, aunque se trata en apariencia de un libro que recopila artículos publicados en periódicos y revistas de varios países, es bastante más que eso. Entre otras transformaciones, Seattle modificó la posición desde la cual Klein ahora nos escribe. La suya no es una escritura meramente periodística sino que ejemplifica una de las variantes de una nueva figura que en la Argentina y en el mundo viene multiplicándose en el interior tanto de las experiencias amanecidas el 20 de diciembre del 2001 como en el movimiento de resistencia global: la del periodista-militante.
Esa posición, interna al despliegue de los diversos movimientos sociales anticapitalistas de nuevo tipo, es la que preside la escritora de Vallas y ventanas. Y es ella la que otorga al libro un tono autorreflexivo, de examen del recorrido de un movimiento global que, aunque joven, ya ha sufrido algunas crisis. “Crisis de Contracumbres” llaman los españoles de la Universidad Nómada a la impasse producida después de la Batalla de Génova en torno al presunto agotamiento del filo crítico de las masivas demostraciones que buscaban impedir que los señores del dinero se reunieran y decidieran por el mundo entero (situación que ha llevado a varios, entre ellos a la misma Klein, a prestar atención a las alternativas concretas de ensayos de vida comunitaria “no capitalista”, y de allí la atención creciente que reciben algunos movimientos piqueteros).
Crisis del 11 de septiembre, o inicio de la “guerra global permanente” (y esta vez el concepto proviene del Movimiento de los Desobedientes italianos), para nombrar a la aparente parálisis y reabsorción de las sociedades civiles planetarias por parte de los Estados policiales, y aquí es nuevamente la rebelión argentina la que, a juicio de muchos, vino a destrabar la situación, liberar energías y dar nuevos motivos, imágenes y procedimientos al movimiento de movimientos. Y es que si a Naomi Klein y a tantos otros la experiencia de movilización social argentina les genera expectativa, es porque ella vino a decir que, aunque la extensión de la globalización mercantil a áreas cada vez más elementales de la vida humana sigue creando vallas de exclusión (las nuevas enclosures del capitalismo de la era post-fordista), las multitudes de todas partes no se rinden, y son capaces de perforarlas inventando espacios que son ventanas de libertad.

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