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Domingo, 5 de octubre de 2014

YO ANDROID

Se publica en Argentina Sociofobia, el libro del ensayista César Rendueles que generó no pocas polémicas en España, donde apareció originalmente. Es que a una crítica descarnada al capitalismo más despiadado y consumista, tan cruel como vendedor de falsas utopías, se agrega otra de similar intensidad al “ciberfetichismo” de quienes creen ver en la tecnología una utopía que resolverá todos los conflictos del futuro.

 Por Esteban Magnani

Sociofobia, de César Rendueles, fue elegido mejor libro de ensayo por los lectores de El País, un galardón extraño para una obra ardorosamente anticapitalista. No se trata de un best-seller de lectura liviana sino de un libro capaz de explicar por qué todo lo construido por el capitalismo no sólo nos condena al fracaso, sino que además arrastra a todas las alternativas con él. Rendueles no escatima golpes, frases que machacan una y otra vez en las contradicciones de quienes, incluso, ya visualizaban el agotamiento: “Despreciamos el consumismo, el populismo democrático y la economía financiera, pero los comprendemos como el único baluarte frente a la barbarie contemporánea”. Parece nutrirse de la debacle económica, social y política que vive España, para luego –como dice Machado de Nietzsche– ver “muy hondo en sí mismo y apedrear con sus propias entrañas a su prójimo”. En ese sentido el autor no parece uno de esos asépticos académicos que con barbijo hablan del mundo como si vivieran en Marte. Se atreve a decir lo que no muchos siquiera logran entender: que el desarrollo económico ha permitido un brutal aumento de la desigualdad. En tiempos en los que había apenas para matarse el hambre, el rey debía detener su rapiña sólo hasta el punto de supervivencia de los campesinos si no quería que murieran todos. En la actualidad el 1 por ciento más rico puede consumir la misma cantidad de recursos que utiliza el 50 por ciento de la población global para sobrevivir.

Además del capitalismo, entre las víctimas de Sociofobia se cuentan los intentos ingenuos por encontrar horizontes emancipatorios convincentes. Especial dedicación merecen los “ciberfetichistas”, militantes de la tecnología que parecen creer que por medio de las herramientas digitales podremos mantener nuestro sobrevaluado individualismo en forma armoniosa con los demás. Así, desde la distancia, sin necesidad de comprometernos en una causa fraterna, nuestros pequeños actos altruistas encajarán en el ciberespacio para formar el rompecabezas de la utopía. Y todo se dará en forma espontánea. “La posmodernidad nos asegura que ese futuro ya está aquí, la única decisión que hay que tomar para disfrutarlo es elegir entre Android o iPhone.” Ese individualismo ya no pasará, tal vez, por el consumismo de usar ropa de marca, pero sigue siendo innegociable hasta para los más radicalizados. Los ciberfetichistas, según Rendueles, creen que incluso los países subdesarrollados podrán subirse al tren del éxito “sin tener que atravesar el purgatorio industrial. Sencillamente dejando hacer ya no al mercado sin más, sino a su versión mejorada y evolucionada: las interacciones digitales”.

Sociofobia expresa de forma contundente buena parte de las cosas que a otros interesados por el tema nos gustaría sintetizar con similar elegancia. Pero, al mismo tiempo, la obra no parece accesible a quienes no contaban ya con la misma información que Rendueles utiliza para golpear: el libro fluye, pero cuenta con pocas definiciones, no está pensado de forma pedagógica, con escalones sobre los que apoyarse para poder acompañar al autor hasta el final. Por supuesto que nadie tiene la obligación de hacer divulgación o docencia permanentemente, pero eso hace a este libro menos político, menos influyente, porque parece condenado a predicar entre los conversos (a quienes, sin embargo, moja la oreja sistemáticamente).

Por otro lado, la falta de un andamiaje para hacer más convincente la obra va acompañada de la ausencia de descripciones vitales para sustentar los argumentos. Por ejemplo: ¿quiénes son los ciberfetichistas? ¿Cómo los define? Rendueles parece darlos tan por sentado como a los camellos o los teclados. No aparece un ejemplo, una cita, un análisis del discurso que nos permita identificar a las víctimas de buena parte de sus diatribas. Probablemente cualquier lector puede individualizar un ejemplo real del ciberfetichista evocado en estas páginas, pero los ejemplares conocidos están generalmente en algún medio masivo de comunicación intentando vendernos algún producto o una corporación completa por intereses personales.

Los militantes del copyleft son otras de las víctimas predilectas de Sociofobia. Allí se construye una suerte de tipo ideal weberiano de estos sujetos sin identificar sus instituciones, sus números, su representatividad o su discurso. Al no ubicarlos en el mundo real, se hace posible interpretar que surgen de alguna experiencia personal, subjetiva, no necesariamente representativa, y que el lector puede no compartir. De hecho, este lector intercambia tiempo, lecturas, con estos militantes y hasta difunde sus actividades, pero muy pocas veces encontró lo mismo que Rendueles, quien asegura: “Es fascinante lo poco que se habla en los ambientes ciberutópicos de procesos que afectan a millones de personas como el paro, la crisis de representatividad política, la desigualdad de género o la crisis del capital financiero”. Si eso vio, se puede interpretar que el debate en España está seriamente empobrecido o que no asistió a los lugares indicados.

Sociofobia. César Rendueles Capital Intelectual 207 páginas

Página tras página se muestran las contradicciones del capitalismo, el daño fabuloso que produce a la humanidad. La misma dureza se aplica a los difusos horizontes de optimismo trabajosamente elaborados por algunos movimientos. ¿Y entonces? La respuesta del libro oscila entre la resignación y el realismo: “Un poscapitalismo factible es infinitamente complejo. Tanto como la cotidianidad de relaciones comunes que ni hoy ni nunca alcanzaremos a entender plenamente”. No son pocos quienes ven una superposición casi perfecta entre el pesimismo y el realismo, sin lugar para los actos de pura voluntad.

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