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Domingo, 22 de febrero de 2015

TÓMAME O DÉJAME

El nuevo libro de la socióloga marroquí Eva Illouz se mete con el gran fenómeno erótico de este tiempo: Cincuenta sombras de Grey. Y, además de tratar de explicar por qué la historia de Anastasia y Christian se transformó en un gigantesco best-seller, piensa qué tiene para decir sobre el feminismo y por qué hay que entender el libro como un manual de autoayuda para modificar –y mejorar– la propia vida sexual.

 Por Juan Pablo Bertazza

El rechazo al fenómeno de Cincuenta sombras de Grey es uniforme, casi monotemático, y parece meterse también en la propia trama de la ficción de la británica E. L. James. Como si sucumbiera a sus redes. Tal como sucedió durante el último Mundial, cuando muchos machos se quejaban casi con despecho de la Pochomanía que había despertado Lavezzi en un combo que incluía bíceps, abdominales y el chiste de la botellita de agua a Sabella, muchos expresan ahora su más ferviente deseo de que tanto el libro como la película ya no den más que hablar y se callen para siempre.

Sucede en las redes sociales, en los bares, en la calle, en la casa de Madonna (que la calificó de “literatura barata”) y también en los diarios, como es el caso de una crítica devastadora y casi, casi mala leche del diario El Mundo de España que, titulada como “El sexo caducado de las cincuenta estafas de Grey”, no ahorra misiles y dardos venenosos contra el best-seller mundial y la correspondiente película que también acaparó todas las secciones, incluso la de policiales, debido a la mujer que fue detenida en un cine por masturbarse durante la exhibición del film.

Seamos buenos. No es que falten argumentos para pegarle a la trilogía que, golpe a golpe, y de boca en boca (primero sucedió en el circuito informal de la web y luego la catapultó el mercado del libro), logró superar ampliamente los setenta millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, a tal punto que se transformó en una de las series más vendidas en toda la historia de la edición moderna, superando incluso a Harry Potter. La novela en tres tomos publicada por E. L. James –y que nació, originalmente, como un fan fiction de Crepúsculo– está pésimamente escrita y carece, es cierto, de cualquier valor literario intrínseco.

Sin embargo, esas excesivas muestras de desprecio receloso y algo histérico que tranquilamente podrían formar parte de la gran trama, es decir, de la red extratextual de Cincuenta sombras de Grey, hacen agua al no permitirse indagar a qué responde no tanto el éxito desmesurado del libro (eso, en todo caso, es casi inexpugnable) sino más bien su eficaz inserción dentro de lo que es la sexualidad contemporánea y, por supuesto, la zigzagueante circulación actual de la literatura.

Esas cuestiones y mucho más es lo que aborda la original socióloga e investigadora marroquí Eva Illouz –que ya había tenido mucha repercusión con su interesante libro Por qué duele el amor– en Erotismo de Autoayuda, cincuenta sombras de Grey y el nuevo orden romántico (Capital Intelectual).

Aunque quizá resulte algo extraño para quien no se dedica a estos menesteres (leer un ensayo acerca de Cincuenta sombras de Grey sería algo así como detenerse en el backstage de una porno), la verdad es que resulta altamente recomendable.

En primer lugar, Illouz se propone ubicar la exitosa obra de James con respecto a lo que significa esa tradición algo oblicua del best-seller. En ese sentido, el recorrido que hace es tan valioso como poco transitado, y tiene forma de paradoja: “El intento de comprender qué es lo que hace de un libro un best-seller empieza con cierta dosis de mala fe. La mayoría de las veces nadie puede predecir el éxito de un libro, y sin embargo una vez que ocurre el éxito era inevitable”.

Además, Illouz advierte dos fases en lo que respecta a la consolidación del best-seller en general, dos fases en las que participan dos agentes o consumidores distintos: los primeros compran el libro por razones estéticas, por apropiarse de una historia con la que encuentran cierta afinidad; mientras que al segundo grupo sólo lo mueve la imitación: quieren acceder también ellos a los que otros conocen y comparten. Aunque distintos como el agua y el aceite, los dos tipos de lectores son ingredientes imprescindibles en la caprichosa receta de un éxito de ventas.

Dicho esto, Illouz se pregunta qué pasó en el medio para que, en poco más de un siglo, una novela como The Awakening (1889), de la estadounidense Kate Chopin –la historia de Edna Pontellier, una mujer fascinada por un hombre que no es su marido– fuera repudiada por la crítica por obscena e inmoral (a punto tal que su autora se dedicó a escribir cuentos), mientras que al soft porno de James le llovieron casi inmediatamente contratos, ofertas y posibilidades millonarias. Evidentemente, hubo un cambio cultural y social enorme que la autora equipara con “la electricidad o las instalaciones sanitarias domésticas”.

Por ahí va la cosa y, dicho brutalmente, una de las claves del éxito de Cincuenta sombras de Grey es, para Illouz, la amalgama entre su pobrísimo nivel literario y la sexualidad BDSM –bondage, disciplina y sadomasoquismo– que salpican sus páginas a partir de la contractual love story entre Anastasia y Christian.

Pero hay más, y la autora no esquiva el bulto cuando plantea que Cincuenta sombras de Grey viene a decir algo sobre el feminismo, en el sentido de que quizá su enorme repercusión se deba a que el libro puso en palabras –y en orgasmos– cierta nostalgia que algunas mujeres sienten con respecto al deseo patriarcal, “no porque añoren la dominación en sí sino porque añoran los vínculos emocionales que acompañaban, ocultaban, justificaban y hacían invisible la dominación, como si fuera posible separar la actitud protectora de los hombres del sistema feudal de dominación en que los hombres concedían esa protección”.

La osadía de Illouz llega al clímax cuando expone la tesis central: entender Cincuenta sombras de Grey como un libro de autoayuda, un género que, según ella misma arriesga, podría remontarse (antes de su etapa ultracomercial) a la filosofía estoica y extenderse, sumamos nosotros, a lo que hoy son los videítos tutoriales de Internet que enseñan desde cómo hacer el nudo de una corbata hasta “las diez cosas que hay que evitar a la hora de acostarse con alguien”. Ni romántica, ni porno, ni sado: Cincuenta sombras es, entonces, autoayuda en el sentido de que muchas mujeres encuentran entre las líneas del contrato de Anastasia y Christian una serie de consejos y teorías para modificar su propia vida sexual. El aumento desorbitado en la venta de insumos y accesorios sexuales (muy documentado, dicho sea de paso, por la autora) parece constituir una prueba al respecto.

Erotismo de autoayuda. Eva Illouz Capital Intelectual 124 páginas

Serendipia es el nombre que se da al descubrimiento afortunado de algo cuando se está buscando otra cosa. Serendipia o no, lo interesante de Erotismo de autoayuda no es tanto lo que dice acerca de la fórmula del éxito de Cincuenta sombras de Grey, sino más bien lo que encuentra en el camino: una radiografía lúcida, inteligente y, por supuesto, discutible acerca del amor en los tiempos de las aplicaciones.

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