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Domingo, 10 de enero de 2016

UN FAULDUO

LAS MASAS Y LOS CUADRITOS

Las relaciones entre la historieta, el arte y la literatura no son lineales pero, en rigor, están en el origen del género. A partir de las reflexiones de Oscar Masotta sobre el tema, el grupo Un Faulduo despliega una serie de intervenciones que incluyen una revista, una muestra y ahora también un libro bajo la consigna de que, más allá de los debates críticos y los géneros, la literatura dibujada, como la llamó Masotta, siempre se trata de la historieta.

 Por Mariano Kairuz

“En la historieta las palabras escritas siempre terminan por reducir la ambigüedad de las imágenes. Y al revés, en la historieta la imagen nunca deja de ‘ilustrar’, siempre en algún sentido, a la palabra escrita.” Esto escribió Oscar Masotta en el prólogo de su legendario ensayo publicado en 1970, reeditado a principios de los 80 y hoy bastante difícil de conseguir, La historieta en el mundo moderno. “La historieta nos cuenta siempre una historia concreta, una significación terminada —prosigue—. Aparentemente cercana a la pintura, entonces, es su parienta lejana; verdaderamente cercana en cambio a la literatura (sobre todo a la literatura popular y de grandes masas) la historieta es literatura dibujada...”.

“Esto es historieta”, dice, aclara, advierte por su parte la muestra que se encuentra actualmente (y hasta el 21 de febrero) colgada en el primer piso del centro cultural Borges, por el grupo Un Faulduo, y en sus imágenes de no tan inmediata ni sencilla decodificación se tiende una línea que remite directamente a aquellos análisis de Masotta. La advertencia “esto es historieta” es pertinente porque, si bien varios de los cuadros que integran la muestra se presentan como viñetas instantáneamente reconocibles como “de comic”, en un golpe de vista podrían parecer un experimento pop a lo Lichtenstein. Al decir “esto es historieta”, Un Faulduo dice: esto también es historieta.

Hay en esas viñetas intervenidas, a veces deformes, no siempre narrativas, una expresión de uno de los ejes fundamenteles de la exploración que viene llevando adelante desde hace una década el grupo Un Faulduo —que se presenta a sí mismo como “un colectivo de investigación y experimentacion alrededor del campo de la historieta”—: la tensión entre la imagen y el texto. La historieta no tiene por qué ser solo eso en que se ha convertido a nivel masivo, industrial, esa esclavitud del dibujo por las palabras que señalaba Masotta.

Ensayista, semiólogo y psicoanalista, vinculado con el Di Tella (que fue marco de la Primera Bienal Mundial de la Historieta en 1968 que él mismo organizó), Masotta concibió con su libro La historieta en el mundo moderno, un material de referencia básico para los estudios críticos sobre “cultura de masas”. Integrado en la actualidad por Nicolás Daniluk, Ezequiel García, Nicolás Moguilevsky y Nicolás Zukerfeld, Un Faulduo lleva más de una década haciendo un recorrido interdisciplinario (que incluye artes visuales, cine, música; ponencias de corte más académico en congresos como el de Viñetas Serias y acciones performáticas) e investigando maneras de leer y de desarticular los distintos planos de la “literatura dibujada”. Sin embargo, cuando empezaron, si bien sabían del libro de Masotta, aún no lo habían leído, y cuando finalmente pudieron echar mano sobre un ejemplar —de esos que, a falta de una reedición, se consiguen sólo y con mucha suerte en alguna feria— se encontraron con un ensayo que dialogaba desde la teoría con aquello que ellos venían llevando a la práctica con su revista, bautizada como el grupo, Un Faulduo, desde 2005.

“Empezó como la publicación de cuatro integrantes que proveníamos de distintas artes y nos conocíamos de estudiar juntos, de encontrarnos en recitales, de la vida cotidiana, y a los que nos unía el gusto por la historieta y la autoedición de revistas; cada uno había hecho alguna revista independiente”, le cuentan Zukerfeld y Daniluk a Radar. “Cuando decidimos hacer la revista, que en sus primeros números era fotocopiada, nos impusimos una particularidad: que cada número lo dirigiera un miembro distinto del staff”. Esta regla dio como resultado que cada uno de los diez números editados de manera artesanal hasta ahora esté marcado por un estilo y un formato (y hasta tamaño) diferentes: uno es, por ejemplo, una carpeta con hojas sueltas. Con cada número nuevo suelen poner en acción sus performances, que los encuentran de pronto reunidos para gritar el nombre de la revista en la puerta de ArteBA, o en alguna esquina, portando máscaras.

Hacia fines del año pasado, impulsados por el mismo espíritu de la revista, editaron junto con la editorial Tren en Movimiento su primer libro, La historieta en el (Faulduo) mundo moderno, el cual termina de explicitar el encuentro entre las acciones y experimentos del grupo, y el ensayo de Masotta. En sus páginas, aquél tomo original del 70 se hace pedazos; como si sus hojas hubieran sido arrancadas en diagonal, y espiáramos sus fragmentos a través de las partes rotas; sus ideas aparecen parcialmente reproducidas entre retazos de dibujos, convirtiendo el texto en imagen también; y en una sucesión veloz se mezclan, recombinan, reordenan y deforman, viñetas de numerosas obras reconocibles —como Snoopy, el Tarzán de Hogarth, el Yellow Kid; Mandrake, así como creaciones de Hugo Pratt y de Stan Lee y Jack Kirby—, con sus líneas de sentido originales fracturadas. De algún modo, y como puede apreciarse desde el título y la imagen de tapa, el libro de Un Faulduo funciona como un homenaje, una reedición parcial y remake lisérgica del de Masotta.

Cuarenta y cinco años después de aquel libro, producto de la época que le dio por primera vez una entidad artística cabal al comic —hasta entonces “arte menor”, menospreciado— y decidió que debía ser objeto de estudio en las universidades si no a la par al menos un poco más cerca de la literatura y la pintura, la historieta goza de un reconocimiento mayor; pero la discusión sobre sus posibilidades y sus limitaciones sigue tan abierta como siempre.

La historieta en el (Faulduo) mundo moderno. Un Faulduo Tren en movimiento, 2015 160 páginas

“Hubo una época, al principio de la historieta,” dicen Zukerfeld y Daniluk completándose el uno al otro, “en la que había juegos más experimentales y formales. Más tarde ocurrió una estandarización que ya no cuestionaba el lenguaje como lo hicieron en sus comienzos Herriman (el creador de Krazy Kat) o Winsor McCay (Little Nemo), quienes, hoy parecerá increíble, publicaban en los diarios. A nosotros nos interesa trabajar sobre esos materiales primitivos”. Con un poco de suerte, reconocen, su experimento ayude a acercar un poco a más a los interesados en la historieta al libro de Masotta, que ellos mismos escanearon y subieron a su página www.unfaulduo.com. “Lo que no queríamos hacer era uno de esos libros ‘para principiantes’, que no están mal, pero nuestra idea era algo distinto, más de montaje, más provocador y distanciado, que desincronice los elementos de la historieta no para hacernos los raros ni para dar respuestas a todos estos interrogantes, sino como un planteo, como un juego”.

La muestra Un Faulduo. Esto es historieta puede visitarse hasta el 21 de febrero, de lunes a sábado de 10 a 21 y los domingos de 12 a 21, en el Centro Cultural Borges, Sala 10, Primer Piso, Viamonte esquina San Martín. Más información (sobre la muestra y las publicaciones) en www.unfaulduo.com

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