libros

Domingo, 6 de julio de 2003

RESEñA

Hacer la América

Historia de la Inmigración
en la Argentina
Fernando Devoto

Sudamericana
Buenos Aires, 2003
528 págs.

Por Sergio Di Nucci

Como ocurre con muchos términos prestigiosos, el de multiculturalismo gozó de un destino envidiable. Ha sido celebrado, y sólo en una menor, muy menor, medida examinado. Lo que este término propone parece desde el vamos inatacable: la sociedad multicultural es la más pluralista, más diversa y justa, por muchas razones entre la que no es la menor que subvierte a una tradicional y elitista gobernada por la sangre y los linajes. Sin embargo, el multiculturalismo, en Europa, y más aún en Estados Unidos, no ha significado un cambio en la estructura de poder ni una respuesta inevitable a los imperativos demográficos de la última década, sino una racionalización, post 1960, de sociedades básicamente clasistas, en donde la clase dirigente es muchas veces de una misma “raza” o “etnia”. Desde esta perspectiva, el multiculturalismo sería un salto hacia atrás que beneficia, acaso inadvertidamente, a una elite social y económica (protestante o católica pero siempre blanca) impulsora de los mecanismos políticos del multiculturalismo.
Una parcela de este debate, tan necesario en Argentina, es, o debería ser, una historia minuciosa de la inmigración nacional, que sepa a la vez eludir la contracción del especialista y la vaguedad del amateur. La gran inmigración del entresiglos se dio en un momento de debate pero también de clímax de los Estados nacionales, que verán sucederse el “crisol de razas” norteamericano, el republicanismo francés, el “patriotismo de la Constitución” alemán (en versión habermasiana) como modelos de sociedades multiétnicas. Un proceso que irónicamente encontraba su correlato en otro: la corrosión de la autoridad de esos Estados-naciones integradores por entidades más amplias y por otras más pequeñas.
El ánimo de considerar estos temas y problemas guía la colección de Historia Argentina, dirigida por José Carlos Chiaramonte para editorial Sudamericana. Uno de sus frutos es esta Historia de la inmigración en la Argentina de Fernando J. Devoto. Sereno, sin estridencias, el volumen es opaco. Devoto señala en su introducción que la noción de inmigrante –como por otra parte ocurre con la de multiculturalismo–, es de por sí ambigua y está sujeta a permanentes modificaciones normativas y legales. ¿Por qué, para la oligarquía argentina, fue más inmigrante un vasco rural de principios del siglo XX que un profesor de música inglés, también inmigrante, aunque a mediados del XIX? Devoto propone un recorrido histórico de la inmigración a partir de distintos planos, jurídicos, literarios, sociológicos.
El libro de Devoto es una historia de la inmigración que no se conforma con la suma de anécdotas, picantes o no, ni se complace en los casos, en las historias de vida, tan necesarias sin embargo para cualquier sistematicidad en un campo siempre abierto e indeterminado. El autor delimita entre varias una propia noción de inmigrante, va y viene de la Colonia a la actualidad, y retorna para centrarse entre la segunda mitad del siglo XIX y los comienzos de la segunda del XX. Estipula además los marcos políticos europeos que propiciaron los traslados, esboza perspectivas regionales y “microanalíticas”, enumera las redes de protección o desprotección inmigratoria, todo con el propósito de entender una sociedad que se resiste a las clasificaciones y que se continúa presentando como una eterna niña inocente, serialmente ultrajada a la vuelta de la esquina por anarquistas rusos o dealers peruanos. Las categorías que cita Devoto son ejemplificadas. En el epílogo no se le teme a una moraleja ya anticipada: el “balance” de la inmigración, a pesar de tantas quejas pretéritas y actuales, ha sido favorable para todo y para todos. Equivocadísimas han estado las vertientes nacional-populares a la Jauretche ante la inmigración. Entre muchas cosas, porque ha sido ella el mejor antídoto contra la “admisión unívoca de precedencias y prestigios”, y porque fue “lento, trabajoso y nunca totalmente cumplido” el crisol de razas. En negativo al principio, en positivo al fin, el inmigrante acaba por definir al nativo, y permite a los lectores arribar a un puerto o al menos a una escala: saber algo más acerca de “ese objeto misterioso: los argentinos”, como señala el propio autor, retomando las palabras del argentinísimo (y tradicional) Jorge Luis Borges.

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