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Domingo, 31 de agosto de 2003

RESEñA

Biografía autorizada

LULA, EL HIJO DE BRASIL
Denise Paraná

trad. Marcelo Canossa
El Ateneo
Buenos Aires, 2003
466 págs.

POR JORGE PINEDO

Medio siglo atrás, el antropólogo estadounidense Oscar Lewis deslumbraba los ámbitos culturales con su progresista Antropología de la pobreza, en la que recuperaba el relato oral como fuente histórica, frente a la preeminencia del documento escrito privilegiado en tanto testimonio por el canon académico. Su método de historia de vida (idénticos acontecimientos narrados por diferentes informantes) revalorizó el trabajo de campo en los estudios sociales, al tiempo que introdujo la subjetividad como variable y el compromiso del investigador como motor de la pesquisa.
Tal marco es el que rescata la doctora Denise Paraná en su estudio biográfico del actual presidente de los 170 millones de brasileños, Luiz Inácio Lula da Silva (Pernambuco, 1945). Analfabeto del sertao nordestino que se calza los primeros zapatos a los siete años, instruido en la industrial San Pablo, obrero metalúrgico, líder sindical, fundador y máximo dirigente del Partido de los Trabajadores, Lula es retratado como la figura paradigmática de un recorrido social erigido al modo de proyecto político. Lula, el hijo de Brasil antropomorfiza, en efecto, animiza el Norte ideológico en lo que Paraná da en llamar el circuito que va de la “cultura de la pobreza” (según las adjetivadas categorías post-weberianas de Lewis: inseguridad, inestabilidad, rebelión, sumisión, resentimiento, desamparo, insubordinación, etc.) a una “cultura de la transformación” transclasista. Esta noción simbólica es engendrada por la autora a fin de representar un “fortalecimiento de la autoestima” que amplía la visión de mundo de modo que las masas “pasan a considerarse sujetos de su propia historia”. De tal modo, anuncia la biógrafa, imbuidos de optimismo, los trabajadores se convencen “de la movilidad de los hombres y de las naciones” que genera “una intensa ligazón con el futuro y con la superación de los problemas actuales”, renovando “una adaptación al modo de producción capitalista”.
Para solaz del lector, las tres cuartas partes del libro están ocupadas por los sucesivos testimonios de Lula y sus hermanos, quienes –cada uno a su manera, pero sin mayores diferencias– relatan las dos semanas del mítico viaje desde el Nordeste brasileño al puerto de Santos, la heroica epopeya de la madre, la miseria polígama y golpeadora del padre; la militancia, cárcel y tortura de un hermano; el desarraigo de otro, la lucha sindical, la persecución, la política, la muerte de la esposa y el hijo, la nueva pareja, la prole, el aire bonachón y solidario, la nobleza del héroe, Lassie. Testimonios entrañables que convocan la curiosidad pública, siempre ávida de los secretos de una alquimia capaz de metamorfosear la más abyecta de las miserias en el más glorioso de los reconocimientos. Entrevistas realizadas hace una década acaso hayan dejado de contemplar ciertos contextos, de los cuales que Lula haya accedido a la primera magistratura en el 2002, no es el menor. También es preciso considerar que, para aquel entonces, los delegados del PT provenían de asambleas populares y sindicatos, mientras que hoy son mayoría los cuadros profesionales y funcionarios.
Pero Lula, el tesmóforo, se sostiene inalterable. Su historia de vida tejida en los entretextos augura convertirse en la historia oficial de un movimiento histórico, y el testimonio de Paraná cobra ese valor.Deliciosos brasileñismos salpican una prosa coloquial opacada por una traducción mediocre que aúlla por la acción de un corrector. Matices insuficientes a fin de desmerecer la agilidad de un relato vital que se clausura con un asombroso ensayo de psicología aplicada.

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