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Lunes, 3 de junio de 2002

EL EXTRANJERO › EL EXTRANJERO

Sulla letteratura

Umberto Eco
Bompiani
Milán, 2002
360 págs.

Primero, en los 60, fue Il costume di casa. Más tarde llegaron Dalla periferia dell’impero, Sette anni di desiderio, La bustina di Minerva. Son libros en los que Eco reúne parte de sus numerosas intervenciones mediáticas (sea en revistas de vanguardia como Quindici, sea en medios masivos como L’Espresso o La Repubblica), artículos en los que un aparato erudito apabullante (en el que, no sin ironía, Pasolini leía la quintaesencia del intelectual peninsular que “conoce todo lo que se puede saber y te lo vomita en la cara de la manera más indiferente”) se pone en funcionamiento para dar cuenta de esa masa enigmática de fenómenos que llamamos “lo cotidiano”. Sulla letteratura, su nuevo libro, puede ser inscribirse en esta serie no estrictamente académica de publicaciones.
Las anteriores antologías contenían algunos de los más ingeniosos textos de Eco, como “La guerrilla semiológica” o “La multiplicación de los medios”. En Sulla letteratura da la impresión de que el ingenio y la ironía se vieran superados por la autobiografía literaria. Y ello incluso en los textos que parecen respetar un carácter más bien “científico”, como la lectura de Silvie de Nerval, en la que el lector atento del semiólogo reconoce las huellas de sus anteriores análisis del brumoso relato decimonónico, que incluyen una traducción para Einaudi de 1999.
Predominan, por cierto, las consabidas preferencias literarias de Eco: Joyce y Borges. Del primero se examina la etapa juvenil (el catolicismo, el tomismo, el Medioevo: obsesiones que son también las de Eco). En “Tra La Mancha e Babele”, Eco aborda el lugar de Borges en la constitución de la literatura posmoderna. En “Borges y mi angustia de la influencia”, el autor de El nombre de la rosa reconstruye y periodiza sus lecturas de la obra borgeana, desde los lejanos años de los pastiches y parodias compilados en los 60 en el primer Diario mínimo hasta las más conocidas referencias que prodiga su principal novela (Jorge de Burgos, el mundo como biblioteca, la biblioteca como laberinto, el mundo como laberinto) y que durante años sus críticos se dedicaron a exhumar.
Además de estas dos presencias fuertes, en Sulla letteratura se compilan textos dedicados a Wilde y el aforismo, al Manifiesto de Marx, a la Poética aristótelica (cuya presencia en toda la producción de Eco es tan importante como las de Joyce y Borges, aunque menos estudiada), al Paraíso de Dante (“es la apoteosis de lo virtual, de los inmateriales, del puro software, sin el peso del hardware terrestre e infernal, del que permanecen los restos en el Purgatorio”).
Eco nunca ha subestimado el papel de las decisiones editoriales en la publicación de un libro. Luego del suceso de Baudolino, Bompiani no podía dejar pasar la oportunidad de hacer circular una nueva compilación de ensayos del profesor boloñés (con artículo en el que el propio autor explica el proceso de gestación de su novela incluido). Las grandes editoriales son así: no dan puntada sin hilo.

Diego Bentivegna

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