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Domingo, 5 de octubre de 2003

Interior-Noche *

Música de Sex Pistols

Me llaman Rep –diminutivo de reptil– desde que recuerdo. Mido seis pies y peso ochenta y un kilos (como los cowboys de MarciaI Lafuente Estefanía), tengo ojos negros y hundidos como agujeros de escopeta a punto de disparar, la boca sensual y una verga de 25 centímetros en los días calurosos. No soy eyaculador precoz ni suelo tener mal aliento, me gusta cortarme las uñas hasta hacerlas sangrar, tengo huellas de acné en la cara y el culo, unos dientes fuertes y el olor natural de mi piel es fascinante. Para la eficaz e inolvidable sacudida que toda mujer sueña, soy el tipo indicado. También me destaco bebiendo. No sé bailar ni cantar, pero si los que saben hacer esas cosas pudieran hacerlo como yo, estarían en la cima. Mis amigas piensan que soy la verga herida, mis enemigos que soy un fantoche. A y B son opiniones acertadas, aunque ya sabrán cuál prefiero. Soy heterosexual y mi inteligencia es feroz. He recibido heridas de bala, cuchillo y objetos no identificados. Jamás he matado a nadie pero he dejado a muchos al borde de la muerte física o espiritual. No es bueno meterse conmigo. Mi corazón es dentado como esquirlas en explosión. No me gusta la gente quejumbrosa ni las madres que golpean a sus hijos. Existe una bella mujer llamada Nilda que me encanta.

* Fragmento de la novela Érase una vez el amor pero tuve que matarlo
(Música de Sex Pistols y Nirvana). Bogotá, Planeta, 2003.

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